Era la noche del uno de
septiembre de dos mil dieciocho. Kasai Maguma estaba durmiendo en su
cama, a su lado estaba su esposa, Ora Tenshi. Justo en esa noche, una
sombra en la pared se movía hacia Kasai Maguma. La silueta siguió
avanzando hasta llegar a su lado. La silueta levantó sus manos y le
cogió de la muñeca a Kasai, después empezó a agitarla sin parar.
—Papi,
papi, no puedo dormir—dijo la silueta.
Kasai
miró y vio a su hija, Suta Maguma, una niña de casi dos años de
edad, pelirroja como su madre, con los ojos verdes, su carne,
mayoritariamente era rosada, como la de su madre, pero desde los
codos y las rodillas hasta las uñas era tan negra como el carbón,
como su padre.
—Ahora
voy Suta—le dijo su padre.
—Es
ese hombre malo otra vez—le dijo Suta.
—Deja
que se quede—dijo Ora.
—Ya
has oído a mami—le dijo Kasai a su hija.
Suta
dejó ir una sonrisa y se situó entre sus padres.
A
la mañana siguiente, Suta y Ora estaban desayunando mientras Kasai
estaba de pie en el jardín, mirando el cielo y pensando.
Momentos
después, de la puerta que daba al pasillo salió Ram.
—Buenos
días tito Ram—dijo Suta.
—Buenos
días a las dos—dijo mientras entraba a la cocina.
—Buenos
días—le dijo Ora.
Ram
volvió con un cuenco de cereales, miró por la ventana y vio a
Kasai. Se giró hacia Suta y le preguntó:
—¿La
pesadilla del hombre malo otra vez?
—Lo
has vuelto a adivinar—le dijo Suta.
—Magia—le
contestó Ram.
—Suta,
¿has terminado?—le preguntó Ora.
—Sí
mami.
—Vete
a vestir, tienes la ropa preparada.
—Vale
mami.
Cuando
Suta se fue, Ram y Ora empezaron a conversar.
—¿Cuánto
tiempo lleva ya?—preguntó Ram.
—Un
año.
—¿Por
qué se echa la culpa?
—Es
padre, es lógico.
—¿Crees
que Wild conseguirá pistas?
—Lleva
fuera desde entonces, Kasai quería ir, pero es sobreprotector con
Suta, y yo también después de aquello.
—Tranquila,
traerán a Yogan a casa—le tranquilizó Ram,—con Kasai no hay
quien pueda.
—¿Y
el FPTeam?
—Musha
y compañía no cuentan, además ha mejorado últimamente, ya no
parece La Saeta Ardiente que era antes.
—Ram,
sé que te entrena, pero no vayas con él cuando sepa algo.
—Soy
tu primo, tu tienes que quedarte con Suta y el resto del pueblo, y
puede necesitar ayuda.
—En
ese caso, dile que no sea blando la próxima vez que te entrene, el
secuestrador de Yogan puede haber mejorado también.
—Yogan
es el hijo de Kasai, él haría lo imposible por su familia—terminó
Ram.
Ram
se levantó y abrió la ventana.
—¿Cuando
empezamos?
—Cuando
te hayas vestido—le contestó Kasai.
—No
seas blando esta vez.
—¿Qué
propones?
—Cambiar
el mar por el cielo, y que saques tus cristales de una vez, desde que
volvimos que no lo haces—contestó Ram.
—Tú
lo has querido.
Continuará.
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