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Pestañas (Basta con pasar el ratón)

martes, 29 de septiembre de 2015

5-Amigos del fuego [1]

 Al día siguiente, Kasai y Ram habían partido por la mañana. Estuvieron un buen rato corriendo. Al cabo de un rato, Ram necesitaba un descanso así que pararon.
―Perdona por hacerte correr, pero es difícil usar la piroportación, sobre todo contigo. Menos mal que te hice las botas, sino estaríamos saliendo de Collserola.
―¿Dónde estamos y hacia dónde vamos?
―Estamos cerca de Capmany, a punto de salir de España y nos dirigimos hacia Schwarzwald, el Bosque Negro de Alemania. Hay cosas que podrían servir.
―¿Cuánto tiempo hemos corrido?
―Unos treinta y siete minutos mas o menos. Pero tranquilo, esta era la primera etapa. En diez minutos haceos la siguiente.
―¿Cuántas etapas?
―Ocho, contando la hecha. Es decir que este es uno de tus siete descansos, luego tendremos el sino, Schwarzwald. Las siguientes paradas para descansar son Valras-Plage, Alès, Valence, Lac du Bourget, el norte de Lac-Lemán, más o menos por Laussane, y por último Herzogenbuchsee, luego ya llegaremos a Schwarzwald. Es un viaje de cinco horas y media si contamos los diez minutos de cada descanso.
―¿Cómo conoces todo esto?
―Porque viajo mucho, y mi creador me puso una especie de aplicación GPS.
―¿Qué habrá al llegar?
―El Bosque negro alemán es como Collserola, un bosque lleno de misterios, magia y cosas así. Por cierto, nada será inofensivo. Esa zona está plagada de cujatos.
―¿Cujatos?
―Unos roedores extraños, enormes, carnívoros. Su carne es difícil de atravesar, pero, si se ven en el lecho de muerte, revientan dejando todo pringoso de tripas y sangra. Además, si creías que los equidnas y los ornitorrincos eran los únicos mamíferos que ponían huevos, vas equivocado.
Se pasaron toda la mañana corriendo, yendo por la senda trazada y reposando en las localidades dichas. Un trayecto de cuatro países.
Aproximadamente al mediodía, habían llegado a Schwarzwald. Ram empezó a ojear la zona. Esos árboles siniestros, sin hojas y de madera negra. Ese suelo de tierra ennegrecido. La intensa niebla.
―Ten cuidado―le advirtió el piroquinético.―Siento temperaturas inferiores a la mía cerca.
―¿Cujatos?
―No, algo más frío.
Empezaron a andar con sigilo por eso lares, poco a poco Kasai notaba más esa presencia. Al cabo de un rato divisaron algo.
―Debe ser eso―dijo Kasai.
―¿Un arbusto?
―Lo parece.
―¿Y que puede ser sino?
―Lo averiguaré―dijo mientras iba hacia allí.
―Te acompaño.
De repente vieron como esa extraña figura se acercaba hasta llegar hasta ellos. Era un hombre, o lo parecía. Parte de su cuerpo, sus brazos y su cabeza era helado, mientras que sus antebrazos, piernas y la parte inferior corporal eran de galleta. Medía dos metros de altura.
―Hola amigos―gritó,―que suerte encontraros, pensaba que estaba solo en este bosque.
―Pues no lo estás―dijo Kasai de malhumor.
―Ya, me refiero a mí como persona, no esos roedores cuajados.
―¿Te refieres a los cujatos?―preguntó Ram.
―Sí.
―Mire señor helado...―empezó Kasai Maguma.
―Por favor, llamadme Konran.
―De acuerdo, Konran, nosotros nos vamos―finalizó Kasai.
―Kasai―dijo Ram,―podría acompañarnos.
―Sí, por favor, no tengo a nadie en mi villa, por eso he estado tres meses en este bosque―añadió Konran.
―De acuerdo―dijo Kasai.
―Por cierto Konran―continuó Ram,―yo soy Ram, y éste es mi amigo Kasai.
―Encantado―dijo Konran.
En ese momento Konran les abrazó. Al soltarlos, noto que uno de los brazos se le derretía un poco.
―Ya, mira Konran―empezó Kasai.―Estoy hecho de fuego, así que si quieres evitar cosas así, será mejor que no me toques.
En ese momento, la niebla se fue. La sombras de aquella arboleda empezaron a unirse acabando de formar una figura humanoide. Un hombre, o lo parecía, vestido de negro, con gafas de sol y una melena morena.
―Vaya vaya―empezó a decir,―Me alegra verte de nuevo, Kasai Maguma.
―¿Quién eres?, nunca te he visto―le preguntó.
―¿Cómo?, ¿no te acuerdas de tu pequeño amigo?, aunque admito que estás algo diferente desde la última vez que nos vimos―añadió el ser.
―Dime quién eres o te...―empezó a amenazar Kasai.
―Claro, supongo que no te acuerdas. Mi nombre es Musha.
―¿Musha?―preguntó Ram.
―Viene de tos palabras en inglés. Murderer y Shadow. Pero decidí abreviarlo―aclaró.
―No sé de ti, pero, una musa, si no voy errado, es una divinidad griega―dijo Konran.
―Muy acertado Konran, aunque creía que habías muerto. Da igual, no solo elegí Musha por su significado sino por su sinónimo.
―¿No entiendo?―dijo Ram.
―Mira niño, una musa es una diosa de las artes, y yo soy un experto en el arte...de matar.
―¿Y que quieres de nosotros?―preguntó Konran.
―¿De vosotros?, es algo entre el fuego y la sombra.
―Pues, ¿qué quieres de mí?―le reiteró Kasai.
―La mosca con forma de flecha sin nombre.
―¿Qué?―preguntaron los tres.
―Lo que habéis oído, y para obtenerlo, voy a tener que apagarte, Kasai.
Musha en ese preciso momento sacó cuatro cuchillas de acero de los nudillos y corrió hacia ellos a mucha velocidad. Kasai, Ram Y Konran se apartaron para evitar el placaje. Ram agarró su arma y le disparó un estampido sónico. Musha agarró el audio en sus manos como si fuera una pelota y lo encogió. Esa esfera empezó a iluminarse y la lanzó en señal de contraataque. Konran corrió para apartar a Ram del lugar, a tiempo de que la esfera de luz emitiese el efecto mezclado de un destello y el estampido.
―Yo me encargo de él, largaros de aquí―les gritó Kasai.
―Pero...―empezó Ram.
―Luego os alcanzo, iros ya.
Konran y Ram se fueron en ese momento, Kasai giró su cabeza hacia Musha dispuesto a entablar la btalla.
―Bueno, Kasai―empezó de nuevo la sombra.―Veo que será solo entre los dos, como en los viejos tiempos.
―Mira, es la primera vez que te veo.
Kasai empezó a envolverse de llamas y empezó a ir hacia Musha a toda potencia, Musha le paro poniéndole la mano ante la frente.
―Siempre predecible―comentó Musha.
Después de decirlo, éste, saltó realizando un giro de ciento ochenta grados dandolé en toda la frente una coz. Kasai salió expulsado, rompiendo árboles y dejando un rastro de fuego en sus cortezas.
Kasai se alzó y volvió a envolverse de llamas mientras veía una sonrisa dibujada en la sombra. Tras haberse envuelto de nuevo en su propio fuego, desapareció en él y volvió a aparecer en la espalda de Musha, pero este se convirtió en una pequeña cortina de oscuridad que le rodeó y, de nuevo, le golpeó al mismo tiempo que se formaba.
Kasai volvió a alzarse y reunió todas las llamas que había soltado en el lugar, saltó y soltó un par de bolas de fuego, señaló a Musha y de las esferas ardientes empezaron a salir copias de Kasai hechas de fuego que se dirigían a la sombra. Cada impacto hacía que la cortina de humo fuese más espesa.
Cuando, vio que el nivel de humo disminuía. Cuando el humo se fue del todo, Musha surgió de él ileso.
―No está mal, pero tendrás que hacerlo mejor.
Musha empezó a dejar soltar unas extrañas bolas, eran espinosas, luminosas y de los colores del amatista. Las esferas empezaron a girar alrededor de él, y en un momento dado, ivan en grupos de dos, alzándose y provocando una explosión de centellas moradas. Cada centella descendía a gran velocidad, parecía una lluvia de láseres violeta. Kasai se había envuelto de llamas otra vez para correr a gran velocidad e intentar esquivarlas.
Cuando finalizó ese caos púrpura, Kasai aprovechó sus llamas para elevarse y volar en el cielo para un impacto en picado. Cando empezó a hacerlo, Musha fue directamente hacia el deteniéndole justo en la mitad de trayecto. Allí empezaron una pelea de golpes, tanto con el puño como con el pie, mientras descendían a causa de la gravedad. Kasai paró para volver a arder y mantenerse en el aire, miró a su oponente y se detuvo al mismo tiempo, pero de el salían trece diamantes rómbicos con una especie de rayo en el interior. El primer diamante clavó en el corazón a Musha dejándole una pequeña luz blanca. Poco a poco los diamantes fueron impactando haciendo más grande e intensa esa luz. Al finalizar, la luz se traslado a su espalda formando dos líneas de las que surgieron alas. Pero no unas corrientes, eran , por delante, unas alas de murciélago del color del platino, y por detrás, parecían más bien de cuervo por las plumas ennegrecidas.
Kasai pensó que si se mantenía ardiendo constantemente, no tendría la suficiente concentración como para luchar, así que hizo que sus llamas se convirtieran en dos alas de fénix. En ese momento, volvieron a entablar esa pelea de golpes.
Unos segundos más tardes, Kasai retrocede un poco y hace que una de sus alas se gire, y luego que ambas giren como una hélice. Musha aprovechó ese momento para atacar. Pero Kasai fue más rápido, se encerró en sus alas provocando una explosión en la que él era el núcleo. De la explosión empezó a surgir un rayo de fuego que impactó en Musha dejándolo ir muy lejos.
―No está mal―afirmó Musha,―pero tienes un defecto. Tu composición.
De repente, Musha alza una mano haciendo que todo se vuelva oscuro. Kasai no veía nada, así que empezó a lanzar bolas de fuego como si diese palos de ciego para ver donde se hallaba. Pero notó que algo le golpeó en la espalda, haciéndole caer. Cada vez que caía a más velocidad, la oscuridad fue desapareciendo hasta que aterrizó y todo volvía como antes. Miró hacia arriba y se fijó que Musha descendía en picado con las alas totalmente llanas y a a toda velocidad.
Justo cuando llegó, Kasai se agachó para esquivarlo. Cuando lo hizo, miró al frente observando como su oponente arrasaba toda la arboleda, cortando todos los troncos con sus alas haciendo un corte más perfecto que una sierra mecánica. Se levantó y también vio a Musha, sin las alas, acercándose lentamente. Kasai se preparó para atacar de nuevo cuando Musha le frenó.
―Admito que eres mejor de lo que me andaba pensando―dijo la sombra.―Sigue así Kasai Maguma, te aguarda un gran destino―le decía pasando por su lado.―Si buscas por el sur, los encontrarás―Musha atrajo una sombra de un árbol y con ella se agarró a otro.―Por cierto, cuida de Ora, así como también de Suta y Mercedes.
Dicho esto, Musha se columpió con las sombras del lugar mientras se iba hacia el este. Kasai miró hacia el sur de manera extraña y sin entender lo que le había dicho Musha.

Continuará.

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