—¿Pau?,
Pro me dijo que...—empezó Aleix.
—Bla
bla bla, esos inútiles no se dieron cuenta de nada—le dijo R,—te
dijo que morí, luego que solo mi alma estaba poseída. Es cierto
que morí, como Pau, pero renací como R.
—Y
tu alma esta poseída.
—Lo
siento Aleix, pero no puedes vencerme, la dictadura a nivel mundial
es la única solución.
—Algunos
filósofos declaraban que la dictadura es lo contrario a una
monarquía.
—¿Y?
—Que
definen monarquía como la forma de mandato de un hombre sabio sobre
su nación, si la dictadura es lo contrario, no serás más que
alguien idiota y rahez.
—Me
la suda por el cuello. Pero estás a tiempo, Aleix, únete a mí, de
hermano a hermano.
—Tú
lo has dicho, mi hermano ha muerto. Tú lo has matado, pero yo haré
que vuelva.
—¿Cómo?
—En
este lugar eres como un dios, ¿no?
—Si,
¿y?
—Que
suerte que mi avatar sea como el tuyo.
En
ese momento, Aleix activó su daga para que se formase ese sable de
fuego, R empezó a hacer sonar su sierra. Se abalanzaron el uno
contra el otro, proporcionando cada uno golpes con su arma, golpes
que el otro siempre paraba con su arma.
—Sin
duda estamos equivalentes—empezó R,—o quizás no.
En
ese momento empezó a elevarse a palmos, estaba volando. Empezó a
dar vueltas sin parar, haciendo que Aleix se marease.
—Aleix—dijo
pro,—la saeta de platino.
Aleix
apuntó a R con el brazo izquierdo y lanzó un par de flechas
platino. Vio como éstas perseguían a R, no tenían un rumbo directo
como suelen tener las flechas corrientes. R cayó al suelo y Pro
volvió a comunicarse con Aleix.
—Usa
una cían, pero mantenla en tu mano y piensa que es como una goma
elástica.
Aleix
hizo caso, lanzó una flecha cían y vio como una flecha dejaba un
rastro eléctrico que empezaba en su manos y acababa en su oponente.
R se levantó a los aires y se alejó intentando soltarse de ese
rayo. Pero Aleix no le dejaba, esperó un momento y lo soltó.
En
ese momento R se vio envuelto de rayos por unos segundos y volvió a
caer al suelo. Se levantó furioso, se dirigió corriendo a Aleix
para hacerle una estocada con la sierra. Pero Aleix la evitó sin
problemas gracias a su velocidad. Pero R le cogió su sable de fuego
y se lo clavó en el pechó.
Aleix
pensó que volvería a la realidad, pero vio como su piel se volvía
oscura, como se hacía más grande, notaba dolor en su cabeza,
brazos, espalda y piernas. Le estaban saliendo cuernos en al cráneo,
codos, muñecas, rodillas y vértebras. Parecía un demonio de dos
metros y medio, quizás algo más.
En ese momento R empezó a retroceder asustado, Aleix rugió
provocando un seísmo que hizo caer a R al suelo. Después de eso,
Aleix empezó a escupir sables hechos solo de fuego, y los escupía
hacia R. R los evitaba como podía.
R
se levantó y clavó su sierra en el suelo, provocando en el suelo
una onda expansiva en la que sierras de cadena salían de la
superficie. Aleix se cubrió pero vio como las sierras no le
llegaban, y también vio que R no estaba. Era una distracción para
darse a la fuga.
Aleix
se desclavó el sable y poco a poco fue recuperando su aspecto
habitual.
—Pro,
¿cómo puedo alcanzarlo?
—Me
temo que no puedes.
—Quizás
sí—dijo Estel saliendo de su bota.
—¿Cómo?—preguntó
Aleix.
En
ese momento Estel entró en el cuerpo de Aleix. Aleix volvió a
cambiar de aspecto: sus ojos verdes eran áureos, su piel era algo
más dorada, su melena castaña se había vuelto también áurea, le
rodeaba un aura áurea.
—Ahora
también soy una estrella—dijo Aleix.
Empezó
a volar, salió del lugar y empezó a mirar a ver si veía a R.
—Pro,
rastréalo.
—Se
dirige al noroeste, te saca ventaja, a cuatrocientos kilómetros.
—En
menos de un segundo le alcanzo.
Alex
fue, y en menos de un segundo vio a R y le golpeó en la cabeza. R
cayó al suelo y Aleix descendió hasta él. Aleix vio el lugar y
dijo.
—Oh
no, Lourdes no.
Efectivamente,
estaban en Lourdes, solo que estaba desierta, sin ningún alma.
Estaban enfrente de la basílica.
—¿Cómo
me has alcanzado?—le preguntó R.
—Supongo
que cuando eres estrella, vas a velocidad luz.
—Aún
así, no puedes evitar que me haga más fuerte.
—Quizás
sí. Me has dado la clave cuando estábamos en Sant Cugat.
—¿Y
por qué no lo has hecho?
—Quería
que lo vieras, niño malo—terminó Aleix sacándose a Estel del
cuerpo,—Pro, dirige mi brazo izquierdo al punto x0 y0 z0.
Aleix
vio como su brazo se alzaba y miraba a una dirección. Mantuvo el
brazo así, puso la daga en la saeta durada y la encendió. Disparó
el proyectil y unos segundos después se vio una luz que envolvió
todo.
Acto
seguido Aleix se vio despierto de nuevo en la realidad, fuera del
Sueño Asaético. Mercé le esperaba.
—Lo
has conseguido—le dijo ella.
—Hemos.
Aleix
se levantó y vio a Pro.
—¿Qué
le ha pasado a mi avatar?
—No
esta muerto, se ha quedado flotando en un espacio sin nada, solo él
y R, el cuál no volverá.
Aleix
fue a la cabina de su hermano y miró los cables que la conectaban
con las demás máquinas. Aleix separó todos los cables y volvió a
preguntar.
—¿Y
ahora?
—Sí
que no volverá—respondió Pro, luego, éste se dirigió a su
equipo,—deshaceos de él.
En
ese momento,se lo llevaron de la sala.
—Esta
noche lo celebraremos—dijo Pro,—y mañana volveréis a casa, creo
que Mercé debe ir a la carrera, y Aleix a su trabajo, ¿no?
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