Buscar este blog

Pestañas (Basta con pasar el ratón)

martes, 1 de septiembre de 2015

1- Pirómano [1]

Hacía un par de años que corrían ciertos rumores sobre un ser hecho de fuego y sombras. Un ser de aspecto humanoide. Un cuerpo negro cubierto de algo que parecían armaduras de un metal ligero y resistente, de colores naranjas y amarillos. Pero solo eran rumores, nadie la había visto nunca muy bien, pues suele atacar por la oscuridad. Lo que si sabían esas gentes que lo habían visto, que habían sobrevivido difícilmente a todo ardor que él lanzó, es el nombre que le habían puesto a esa extraña criatura. Lo que habían visto de él es que cuando se fija un objetivo, le da al blanco si problemas, y siempre lo hacía ardiendo. Era como una Saeta Ardiente.
Pero un día se puso más agresivo, o agresiva, ya que nadie sabe si es macho o fémina, un día que no quiso dejar supervivientes, un día, en el que al parecer, alguien le hizo mucho daño...
Todo empezó en París, abril de dos mil quince, en un museo. Ese día había un novato, un aspirante a guarda nocturno listo para ser adiestrado por su compañero. En ese momento, su jefe lo llevaba hacia la sala de vigilancia con él.
—..Y aquí será tu puesto de trabajo—empezó el capataz mientras entraban.—Este será tu...maestro por asía decirlo—dijo señalando al guarda.—François—empezó a decirle a éste,—este será su nuevo compañero, Valentine.
Valentine y François se dieron la mano.
—Bueno, te lo dejo a ti—dijo el capataz mientras se iba.—Suerte chicos.
François tomó un par de linternas y unas llaves, luego miró a su nuevo compañero y le dijo:
—Vamos.
Empezaron a hacer una ronda por el museo mientras François le iba contando la explicación de ese nuevo empleo para Valentine.
—Bienvenido al museo, cada día al empezar tenemos que hacer una ronda de seguridad y al acabar igual, el trabajo es desde las once de la noche hasta las siete del alba. Durante el periodo entre las dos rondas nos sentamos en la sala de seguridad mirando las cámaras de vigilancia y si vemos algo sospechoso vamos al lugar y hacemos una ronda intensiva solo por la sala—empezaron a entrar por salas diferentes,—ya ves que el museo es algo variado, tiene algo de arte, historia, etc. En un día dentro de la norma solo miramos las cámaras, suelen ser la mayoría pero, cuando algo es sospechoso, ya sabes. Nunca se había colado nadie aquí, así que tu estancia se puede decir que será tranquila.
Entraron en una sala, la sala de la joyería, joyas y piedras preciosas estaban en vitrinas al lado de las paredes. Todas excepto una. En el centro había un diamante del tamaño de un puño. Esa sala tenía cámaras en todos los rincones.
—¿Por qué esta sala tiene más cámaras que las otras?—preguntó Valentine.
—Por eso—señaló François al diamante del centro.—El Diamante Regente, nuestra mayor posesión.
—Parece una piedra digna de un rey.
—Sí, pero también es conocida como la piedra asesina. Todos y cada uno de sus antiguos poseedores han tenido que matar al anterior para quedárselo, incluido Napoleón Bonaparte. La llevo en su espada. En teoría el diamante era algo más grande, pero por una mala talla se quedó en este tamaño.
Volvieron a la sala de seguridad, François se dirigió a algo que parecía una cafetera. Preparó dos cafés y le sirvió uno a su compañero.
—Bueno novato, ¿alguna duda?
—No sé, creía que el trabajo sería más emocionante no tan...
—¿Sencillo?
Oui.
—No te creas todo lo que ves o juegas, esto no es ni Noche en el museo o Five nights as Freddy. Solo se vigila, nada más. Además con el mundo cada vez más moderno, ya casi nadie se atreve a robar en un museo.
Unas horas más tarde, hacia las cuatro de la noche, François se había quedado dormido mientras Valentine observaba las pantallas de lo que mostraban esas cámaras. Cuando de repente en una de los monitores vio una llama de fuego flotando.
—François—le movió el brazo para despertarlo,—¿qué es eso?
François se acercó a la pantalla, en aquel momento, por un microsegundo apareció y desapareció un rostro en esa pantalla. La alarmas empezaron a sonar y ese rostro empezó a hacer lo mismo por las otras pantallas de manera aleatoria, y cuando llegó a la última, las alarmas cesaron.
—¿Qué ha sido eso?—preguntó Valentine asustado.
—Que alguien se ha colado en el museo y se está burlando de nosotros. Vamos por él.
Cogieron las linternas, las llaves, unas cachiporras y un par de pistolas. Salieron de la sala y se fueron por los pasillos. En un momento, de dividieron para ir más rápido en la búsqueda. François entró en la sala de las torturas y Valentine en la de la joyería, que estaba enfrente.
François empezó a registrar a fondo la sala, no había nada fuera de la norma. Solo veía a donde él apuntaba con la linterna. Pero notaba como alguien estaba cerca de él. De repente la puerta se cerró, fue corriendo a abrirla y vio que le habían encerrado, buscó sus llaves pero...alguien se las había robado. En ese momento su linterna se apago y se rompió. Sacó su pistola pero algo muy rápido se la arrebató, al igual que su cachiporra. En medio de esa oscuridad, oye como unos pasos se acercan a él y nota como un índice caliente le frota la frente. Siente que su cuerpo empieza a abrasarse, lo ve rodeado de llamas y empieza a gritar.
Valentine lo oyó desde la otra sala, corrió en su búsqueda para proporcionarle socorro, pero se encontró con la puerta cerrada. La abrió y entró, pero ya no se oía nada. Empezó a iluminar la sala con la linterna. Alumbró la guillotina por un momento, vio como la cuchilla bajó sola. Se asustó. Se fue caminando mirando por los lados hasta que chocó con algo. Lo alumbró y vio el cadáver chamuscado de su compañero colgado de la guillotina.
—¿François?
Miró a los lados con más temor, si François había muerto hacía escasos segundos, el asesino seguiría allí, eso fue lo que pensó el novato.
—¿Quién hay ahí?
De repente oye unas voces cantando...

Cuando calor empiezas a sentir
y unas llamas de fuego ves venir,
tu peor pesadilla ya está aquí
dispuesta para hacerte sufrir.
Soy un ser hecho de oscuridad,
soy una sombra que siempre arderá,
soy aquél a quien más temerás,
soy Kasai Maguma,...

De la nada, delante de él apareció un ser negro de ojos grises y blancos cubierto por una extraña aradura naranja y amarilla que tenía forma de fuego.
—El que te quemará—dijo mientras se aparecía.
El guarda le apuntó con la pistola pero Kasai había desaparecido entre llamas. Detrás del guarda volvió a aparecer de otro fuego.
—Tu amigo era algo viejo para un trabajo como este, y tú algo miedica.
El guarda disparó, pero la velocidad de Kasai le llevó a la otra punta de la sala.
—Demasiado lento, ¿quieres algo de ventaja?
Kasai puso piernas rectas y brazos cruzados, Valentine le disparó y vio como las balas penetraban, pero ardían al penetrar, significaba que era inmune.
—Vaya—dijo Kasai,—unas cosquillas de vez en cuando no sientan mal.
Valentine empezó a correr, salió por la puerta y giró por el pasillo, pero se encontró con Kasai de nuevo.
—¿A dónde te crees que vas?
Kasai agarró al guarda por el cerebro y empezó a apretar. Cada vez que ponía más fuerza, el guardia emitía un grito mayor. Empezó a sangrar por los ojos, la nariz, la boca y los oídos. Luego, le empezaron a arder. Y finalmente su cabeza explotó. El cuerpo cayó al suelo, de la tráquea el esófago salían unas cuantas llamas.
—Humanos—dijo Kasai pateando el cuerpo del guarda,—siempre tan predecibles.
Se fue directo a la sala de joyería, entró y se fue hacia el Diamante Regante. Toco las esquinas de la vitrina. Éstas empezaron a tener una pequeña llama inofensiva a cada centímetro.
—Iniciando transporte del Diamante Regente.
Chasqueó con los dos dedos señalando el diamante, las llamas se fueron al objeto haciéndolo iluminar con un tono naranja. De repente una pequeña explosión rodeó el diamante y cuando se fue la polvareda, la piedra no estaba.
Kasai empezó a salir tranquilamente del museo. Cuando llego a la puerta principal, oyó unas voces por el megáfono.
—Salga con las manos en alto, tenemos el edificio rodeado.
Kasai observo que en la entrada había por lo menos trece coches de policía, unos veinte hombres del servicio detrás de las carrocerías para cubrirse.
—Esto será divertido.
Kasai salió levantando las manos, mientras obedecía sus órdenes, oía cómo murmuraban.
—¿Creéis que es esa...Saeta Ardiente?—decía un policía por su izquierda.
—No lo sé—dijo otro, luego se puso al megáfono.—Dé dos pasos al frente y de media vuelta—Kasai obedeció esa orden,—ahora tire toda arma que lleve encima.
—Como desee.
Kasai bajo los brazos y de su cuerpo salieron unas llamas que devastaron el lugar, levantaron los coches más cercanos, seis coches, y los expulsó a cien metros cada uno haciéndolos explotar. Los policías buscaban cubierto mientras Kasai corría hacia cada vehículo haciéndolo explotar con su impacto. Mientras lo hacía, notaba balas que penetraban pero que no le causaban dolor, oía a los policías gritar e incluso exclamar la frase “es la Saeta Ardiente”.
Cuando acabó con él último, vio como los policías le miraban con temor, se ayudaban unos a otros para escapar. El atrajo todas las llamas que produjo. Cuando todas llegaron a él, éste saltó dejando un rastro de fuego y se dirigió volando hacia el sur.

Continuará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario