El grupo fue entrando poco a poco
en las profundidades de aquellas grutas oscuras y siniestras. En un
momento, vieron al final del túnel una luz anaranjada.
―Mirad―señaló
Ram.
Al salir del túnel se hallaron
en una gran sala bañada por un mar inmenso de lava, sobre ella
había puentees del mismo estilo de roca que las grutas, esos puentes
se dirigían a otras grutas y algunos conectaban con otros. En dos
puentes superiores, habían varos de extremo a extremo abucheándoles
y gritándoles. Al final del puente en el que se hallaban, en el
centro de la sala, estaba el varo jefe.
―Ah, Kasai y compañía.
Bienvenidos a Ovarion―les dijo el jefe cuando se estaban acercando.
―Hola―le dijo Kasai.
―Veo que no tienes miedo, no
como tus amigos―dijo el jefe.
―Ya, mira tenemos prisa así
que solo queremos pedirte que retires tus tropas de la aldea.
―¿Y que pasa si no lo hago?
―Que probarás el sabor de la
Calçotada.
―Me
temo que ya es tarde ara retirar mis tropas.
El
jefe hizo un gesto, el medallón del cuello se iluminó y mostró una
imagen. En ella se veía a los varos y los aldeanos luchando,
mientras las casas ardían. Kasai pudo distinguir a Ora entre la
batalla. El jefe cerró las imágenes diciendo:
―Antes
de hacer esa...cosa que has dicho, yo también tengo mis cartas.
El
jefe chasqueó. En ese momento todos los varos, a excepción del
jefe, empezaron a saltar a la lava. Cuando cayó el último, se
produjo un destello. De a misma lava salió un ser negro, tenía diez
patas que parecían pinzas, una largo cuello con cabeza de dragón y
una cola que se dividía en dos aguijones de escorpión, de su
espalda salían dos enormes alas de murciélago.
―Os
presento a Hydragon, mi “mascota”―en ese momento, el jefe cortó
la cabeza de la criatura y ésta le volvió a crecer, junto a dos
más.―Por favor, sed amables que hace tiempo que no tiene
invitados.
Hydragon
se adelantó mientras el jefe se iva a otro de los puentes con calma.
Kasai se impulsó y saltó hasta el frente del jefe. Éste, al verle, hizo aparecer una espada de hielo.
―Veamos
qué tal juegas Saeta Ardiente.
Kasai,
en ese momento, convirtió su mano en una espada de fuego. Se
adelantó hacia el varo y empezaron a entablar una batalla con sus
espadas.
Kasai
se las arreglaba para evitar todas las estocadas y golpes de su
adversario, y él lo mismo con Kasai. Kasai intentó hacerle un corte
en el cuello al varo, pero éste lo evitó y aprovechó para realizar
un golpe que lo tumbó.
―Eres
demasiado predecible―le dijo el varo.
Kasai
en aquel momento vio a sus amigos, enfrentándose a Hydragon. Vio
como Hydragon escupía fuego por la boca, como escupía gases por las
pinzas, como volaba y trepaba por todos los lados de los puentes.
“Ese monstruo está hecho de varos, si mato al jefe, él también
morirá”, se dijo Kasai.
En
ese momento, Kasai realizó un giro con su cuerpo dándole un par de
puntapiés al jefe varo, éste cayó al suelo de los golpes. Kasai y
el varo se levantaron.
―Poco
sorprendente,pero inesperado―le comentó el varo.
En
ese momento, el jefe hizo un giro con la espada. En la primera vuelta
le quitó la espada a Kasai. Pero en la segunda, Kasai le golpeó
rompiendo su espada. El jefe frenó sonriendo.
―¿No
echas de menos algo?
Kasai
miró su mano derecha y vio el brazalete que le mantenía con vida
totalmente destruido. El jefe dejó caer los restos de la espada y se
fue andando con calma mientras Kasai caí de rodillas y congelándose
lentamente.
Kasai
miró lo que quedaba de la espada de hielo, parecía un puñal. Lo
cogió e hizo un ultimo esfuerzo. Se levantó y se dirigió
sigilosamente hacia el varo. Le rajó el cuello con el puñal y vio
como el varo se reía.
―Ni
siquiera mis armas me afectan, iluso―le dijo el varo.
―No buscaba tu cuello―le dijo Kasai
Kasai
tenía el amuleto del varo en la mano, lo dejo caer al suelo lo pisó
hasta romperlo. El varo notó su debilidad y veía a Hydragon
convertirse en cenizas. Kasai cogió al varo por el cuello y le dijo.
―Si
caigo, caerás conmigo.
En
ese momento Kasai se tiró con el varo en sus manos. Mientras
descendían, notó que una cuerda le agarraba la cintura. Miró
arriba y vio a Ram con su pistola manteniendo un látigo eléctrico
con el que le agarraba. Kasai miró abajo y vio al jefe varo, hecho
pedazos, hundirse en la lava.
―Tranquilo
Kasai―le dijo Ram,―te tengo. Te prometo que volverás y te
curarás.
Ram
se resbalaba. Heishi se unió a Ram, y Konran hizo lo mismo. Kasai
oyó un choque de rocas y vio como algunos de los puentes destrozados
por Hydragon se estaban derrumbando, y había uno encima de sus
cabezas.
―Si
no me dejáis, eso de ahí arriba acabará con vosotros―dijo
Kasai.―Dejadme, soy un peso muerto.
―No
pienso dejarte―dijo Ram,―los amigos nunca se abandonan.
―Lo
sé Ram―dijo Kasai.―Por eso no tienes porqué elegir.
Kasai
cogió el puñal de hielo y cortó el extremo del látigo que
agarraba su muñeca. Vio que se aljaba de Heishi y Ram mientras
gritaban. Cerró los ojos y esperó a entrar en la lava.
Ram
vio a su amigo hundirse en ese mar, notó que Heishi y Konran tiraban
de él. Ram miró arriba vio como un puente empezaba a caer en
trozos encima de ellos. Se levantó y empezó a correr con los demás
hacia la salida. Entraron el las grutas y fueron lentamente, tocando
la pared puesto que no veían nada.
Cuando
encontraron la salida iluminaba, Ram se dio cuenta de que un reflejo
le llegaba al ojo y se dirigió a ver. Eran los restos de la armadura
de Kasai. Ram se agachó y cogió el casco.
―Dijiste
que eras malo, pero lo único malo que tenías era esa mentira―dijo
llorando.
En
ese momento Heishi se le acercó, se agachó y lo abrazó en señal
de compañía y dolor por un ser querido.
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