Buscar este blog

Pestañas (Basta con pasar el ratón)

jueves, 1 de septiembre de 2016

10-El nuevo Fuego [2]

—¿Cómo es posible?—preguntó Vatra.
—Tú eres una máquina, si te estropeas solo pueden repararte los expertos, pero yo vengo de un cuerpo humano, mi regeneración es cuestión de tiempo—contestó Kasai.
—Pero necesitas armadura.
—Cierto es, o lo era. Mientras mi alma recorría el limbo, mi cuerpo estaba sumergido en lava, y no solo me ha regenerado las heridas que me hizo el rey de Ovarion, sino que además me ha mejorado, no necesito armadura, ya no.
—Pues la verdad—siguió Vatra,—se que cada saeta ardiente es mejor que su antecesora, yo soy el once y tu el trece, así que lógicamente eres mejor que yo.
—Cierto.
—Menos mal que es mejor prevenir que curar.
Cuando Vatra dijo eso, golpeó a Kasai y logro soltarse. Los cuerpos de Fupo y Ogama fueron directos a Vatra y empezaron a fusionarse. A los pocos momentos, Vatra se había hecho más grande y tenía un exoesqueleto fusionado a su armadura blanca, añadiendo tres zarpas del tamaño de hojas de guadaña en cada mano.
—¿Y ahora que dices Kasai?
—Pues que David mató a Goliat.
—Ya veo que vuelves a ir de tipo duro.
—¿Qué quieres que diga?, has utilizado a mis amigos, mi pasado en mi contra y has matado a Konran. Prepárate para lo que es bueno.
En ese momento Kasai empezó a arder y a correr hacia a Vatra, la decimotercera saeta ardiente había vuelto, esta vez no necesitaba armadura para proteger su carne viva, sino un grupo de vidrios para intimidar a sus nuevos adversarios.
Vatra dio un zarpazo pero Kasai logró esquivarlo y hacer que se clavase en el suelo. Se puso encima del brazo clavado y vio como Vatra contraatacaba con el otro brazo. Kasai decidió esperar hasta que lo vio lo suficientemente cerca. Se convirtió en pequeños fragmentos de fuego que rodearon el brazo de abajo a arriba, provocando que Vatra se autoamputase el otro brazo.
Kasai estaba en el aire, viendo a Vatra solo con un brazo. Empezó a arder otra vez, pero esta vez, decidió ir en picado. Caía a gran velocidad, como un meteoro. El impacto ocasionó una explosión que hizo retroceder a Vatra varios metros.
Kasai cogió el brazo roto y empezó a quemarlo. Lo empezó a girar hasta lanzarlo contra Vatra. El brazo, con las tres zarpas de Ogama, fue a clavarse en la cintura de Vatra y dejaro inmovilizado a la pared.
—Lo reconozco Kasai—empezó Vatra,— no he podido hacer nada contra ti.
—¿Por qué fuiste a por mi?
—Es sencillo, yo solo quería ir a por la número doce, ¿pero quien fue a por él?,¿quién lo destrozó?, necesitaba saciar mi venganza de algún modo.
—Supongo que ya has aprendido que de los errores se aprende, porque con nosotros no se mete nadie—termino Kasai.
En ese momento hizo aparecer dos bolas de fuego, una en cada mano. Juntó sus manos y las dos esferas empezaron a girar formando una corona circular que poco a poco se hacía más grande.
—Dale recuerdos a Fupo, a Ogama y a nuestro creador de mi parte—dijo Kasai.
Dicho esto, las dos esferas fueron a gran velocidad hacia Vatra formando dos espirales. Cuando llegaron a rozar a Vatra, estallaron ambas, dejando un gran desperdicio de cables, metal y otros componentes electrónicos.
Kasai supo que Vatra se había ido para siempre cuando vio a las cuerdas de fuego blanco que ataban a sus amigos desvanecerse en la nada.
En esos momentos, la esfera empezó desaparecer y volvieron a estar en el Limbo de Fernando, prácticamente en el prado de hierba.
—Veo que habéis vuelto—dijo una voz por detrás.
Se giraron y vieron que el guardián estaba esperándoles.
—Te felicito Kasai, no solo has derrotado a Vatra, para siempre, sino que ademas has permitido que alguien que odias te ayude.
—Creía que Musha sería un enemigo al que nunca venceré—empezó a decir Kasai,—pero me he dado cuenta de que no es más que un rival.
—Él piensa lo mismo, bueno en realidad cree que eres un rival al que vencerá sin usar ni sentidos ni extremidades, pero puede que algún día lleguéis a trabajar juntos. Su destino es muy opuesto al tuyo—concluyó el guardián,—y...no suelo hacer esto, pero os lo habéis ganado.
En ese momento, el guardián de El Limbo señaló con su mano a una zona. En esa zona se veía una pared dorada y transparente. Detrás se veían a unas personas. La primera era la madre de Ram, los dos siguientes eran un matrimonio y por último estaba la chica rubia con la que Kasai había soñado tantas veces.
Kasai vio como Ram se dirigía a su madre, Ora al matrimonio, cosa que le hizo suponer que eran sus padres. Kasai y Wild se dirigieron a la chica rubia.
—Hola Fernando—le dijo ella poniendo una mano en la pared.
Kasai puso su mano opuesta sobre la misma.
—Hola Blanca.
—Te he visto desde el día en que morí.
—Supongo que estarás decepcionada, cariño.
—No. El hombre con el que me casé murió conmigo en aquél accidente. Te transformaron en otro.
—Ya, pero maté a gente.
—De forma involuntaria.
—Pero, ¿no estás enfadada?
—Fernando, desde que morí que estás libre de lazos, yo estoy muerta, pero ella no—dijo señalando a Ora Tenshi.—Ella es ahora tu media naranja. Cuídala como me cuidaste a mí.
—¿Y que hay de nuestra familia?
—Nuestro hijo fue incubado, por suerte. Está siendo criado por papá y mamá. No les digas nada, no te verán como antes.
—Entendido.
—Y Willy—dijo Blanca dirigiéndose ahora a él,—gracias por cuidarle todo este tiempo.
—Ya—dijo Wild,—algún día tendrás que pagarme los trabajos de niñera—continuó bromeando.
Blanca se rió y dijo.
—Debo irme, solo nos han dado unos momentos.
En ese momento Kasai vio como Blanca se desvanecía. Notó que los padres de Ora y la madre de Ram también lo hacían.
Kasai retrocedió junto a Wild, Ora y Ram siguieron sus pasos. Cuando las cuatro almas se desvanecieron por completo, Kasai empezó a iluminarse lentamente.
—Llévales dónde tú sabes—le dijo Kasai a Wild.
En ese momento Kasai emitió un destello y desapareció.
—¿Qué ha pasado?—preguntó Ora.
—Debemos irnos—dijo Wild.
Wild extendió sus brazos y creó una especie de portal, lo atravesó y esperó a que Ram y Ora hiciesen lo mismo. Cuando lo hicieron, vieron que estaban en Ovarion, en una roca rodeada de lava.
—¿Qué hacemos aquí?—preguntó Ram.
—El resurgir de la Saeta Ardiente número trece—contestó Wild mientras se dirigía a la orilla.
En ese momento, Kasai Maguma salió disparado de la lava y aterrizó de cuatro patas en la orilla. Ram se fue corriendo hacia él. Kasai le acarició el pelo y luego chocó el puño con el de Wild. Ora se acercó lentamente.
—He vuelto—exclamó Kasai sonriendo.
—Bienvenido—le respondió ella con la misma sonrisa.


FIN.
Kasai, Ram, Ora y Wild volverán en La Saeta Cristalina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario