—¿Cómo
es posible?—preguntó Vatra.
—Tú
eres una máquina, si te estropeas solo pueden repararte los
expertos, pero yo vengo de un cuerpo humano, mi regeneración es
cuestión de tiempo—contestó Kasai.
—Pero
necesitas armadura.
—Cierto
es, o lo era. Mientras mi alma recorría el limbo, mi cuerpo estaba
sumergido en lava, y no solo me ha regenerado las heridas que me hizo
el rey de Ovarion, sino que además me ha mejorado, no necesito
armadura, ya no.
—Pues
la verdad—siguió Vatra,—se que cada saeta ardiente es mejor que
su antecesora, yo soy el once y tu el trece, así que lógicamente
eres mejor que yo.
—Cierto.
—Menos
mal que es mejor prevenir que curar.
Cuando
Vatra dijo eso, golpeó a Kasai y logro soltarse. Los cuerpos de Fupo
y Ogama fueron directos a Vatra y empezaron a fusionarse. A los pocos
momentos, Vatra se había hecho más grande y tenía un exoesqueleto
fusionado a su armadura blanca, añadiendo tres zarpas del tamaño de
hojas de guadaña en cada mano.
—¿Y
ahora que dices Kasai?
—Pues
que David mató a Goliat.
—Ya
veo que vuelves a ir de tipo duro.
—¿Qué
quieres que diga?, has utilizado a mis amigos, mi pasado en mi contra
y has matado a Konran. Prepárate para lo que es bueno.
En
ese momento Kasai empezó a arder y a correr hacia a Vatra, la
decimotercera saeta ardiente había vuelto, esta vez no necesitaba
armadura para proteger su carne viva, sino un grupo de vidrios para
intimidar a sus nuevos adversarios.
Vatra
dio un zarpazo pero Kasai logró esquivarlo y hacer que se clavase en
el suelo. Se puso encima del brazo clavado y vio como Vatra
contraatacaba con el otro brazo. Kasai decidió esperar hasta que lo
vio lo suficientemente cerca. Se convirtió en pequeños fragmentos
de fuego que rodearon el brazo de abajo a arriba, provocando que
Vatra se autoamputase el otro brazo.
Kasai
estaba en el aire, viendo a Vatra solo con un brazo. Empezó a arder
otra vez, pero esta vez, decidió ir en picado. Caía a gran
velocidad, como un meteoro. El impacto ocasionó una explosión que
hizo retroceder a Vatra varios metros.
Kasai
cogió el brazo roto y empezó a quemarlo. Lo empezó a girar hasta
lanzarlo contra Vatra. El brazo, con las tres zarpas de Ogama, fue a
clavarse en la cintura de Vatra y dejaro inmovilizado a la pared.
—Lo
reconozco Kasai—empezó Vatra,— no he podido hacer nada contra
ti.
—¿Por
qué fuiste a por mi?
—Es
sencillo, yo solo quería ir a por la número doce, ¿pero quien fue
a por él?,¿quién lo destrozó?, necesitaba saciar mi venganza de
algún modo.
—Supongo
que ya has aprendido que de los errores se aprende, porque con
nosotros no se mete nadie—termino Kasai.
En
ese momento hizo aparecer dos bolas de fuego, una en cada mano. Juntó
sus manos y las dos esferas empezaron a girar formando una corona
circular que poco a poco se hacía más grande.
—Dale
recuerdos a Fupo, a Ogama y a nuestro creador de mi parte—dijo
Kasai.
Dicho
esto, las dos esferas fueron a gran velocidad hacia Vatra formando
dos espirales. Cuando llegaron a rozar a Vatra, estallaron ambas,
dejando un gran desperdicio de cables, metal y otros componentes
electrónicos.
Kasai
supo que Vatra se había ido para siempre cuando vio a las cuerdas de
fuego blanco que ataban a sus amigos desvanecerse en la nada.
En
esos momentos, la esfera empezó desaparecer y volvieron a estar en
el Limbo de Fernando, prácticamente en el prado de hierba.
—Veo
que habéis vuelto—dijo una voz por detrás.
Se
giraron y vieron que el guardián estaba esperándoles.
—Te
felicito Kasai, no solo has derrotado a Vatra, para siempre, sino que
ademas has permitido que alguien que odias te ayude.
—Creía
que Musha sería un enemigo al que nunca venceré—empezó a decir
Kasai,—pero me he dado cuenta de que no es más que un rival.
—Él
piensa lo mismo, bueno en realidad cree que eres un rival al que
vencerá sin usar ni sentidos ni extremidades, pero puede que algún
día lleguéis a trabajar juntos. Su destino es muy opuesto al
tuyo—concluyó el guardián,—y...no suelo hacer esto, pero os lo
habéis ganado.
En
ese momento, el guardián de El Limbo señaló con su mano a una
zona. En esa zona se veía una pared dorada y transparente. Detrás
se veían a unas personas. La primera era la madre de Ram, los dos
siguientes eran un matrimonio y por último estaba la chica rubia con
la que Kasai había soñado tantas veces.
Kasai
vio como Ram se dirigía a su madre, Ora al matrimonio, cosa que le
hizo suponer que eran sus padres. Kasai y Wild se dirigieron a la
chica rubia.
—Hola
Fernando—le dijo ella poniendo una mano en la pared.
Kasai
puso su mano opuesta sobre la misma.
—Hola
Blanca.
—Te
he visto desde el día en que morí.
—Supongo
que estarás decepcionada, cariño.
—No.
El hombre con el que me casé murió conmigo en aquél accidente. Te
transformaron en otro.
—Ya,
pero maté a gente.
—De
forma involuntaria.
—Pero,
¿no estás enfadada?
—Fernando,
desde que morí que estás libre de lazos, yo estoy muerta, pero ella
no—dijo señalando a Ora Tenshi.—Ella es ahora tu media naranja.
Cuídala como me cuidaste a mí.
—¿Y
que hay de nuestra familia?
—Nuestro
hijo fue incubado, por suerte. Está siendo criado por papá y mamá.
No les digas nada, no te verán como antes.
—Entendido.
—Y
Willy—dijo Blanca dirigiéndose ahora a él,—gracias por cuidarle
todo este tiempo.
—Ya—dijo
Wild,—algún día tendrás que pagarme los trabajos de
niñera—continuó bromeando.
Blanca
se rió y dijo.
—Debo
irme, solo nos han dado unos momentos.
En
ese momento Kasai vio como Blanca se desvanecía. Notó que los
padres de Ora y la madre de Ram también lo hacían.
Kasai
retrocedió junto a Wild, Ora y Ram siguieron sus pasos. Cuando las
cuatro almas se desvanecieron por completo, Kasai empezó a
iluminarse lentamente.
—Llévales
dónde tú sabes—le dijo Kasai a Wild.
En
ese momento Kasai emitió un destello y desapareció.
—¿Qué
ha pasado?—preguntó Ora.
—Debemos
irnos—dijo Wild.
Wild
extendió sus brazos y creó una especie de portal, lo atravesó y
esperó a que Ram y Ora hiciesen lo mismo. Cuando lo hicieron, vieron
que estaban en Ovarion, en una roca rodeada de lava.
—¿Qué
hacemos aquí?—preguntó Ram.
—El
resurgir de la Saeta Ardiente número trece—contestó Wild mientras
se dirigía a la orilla.
En
ese momento, Kasai Maguma salió disparado de la lava y aterrizó de
cuatro patas en la orilla. Ram se fue corriendo hacia él. Kasai le
acarició el pelo y luego chocó el puño con el de Wild. Ora se
acercó lentamente.
—He
vuelto—exclamó Kasai sonriendo.
—Bienvenido—le
respondió ella con la misma sonrisa.
FIN.
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