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Pestañas (Basta con pasar el ratón)

viernes, 25 de marzo de 2016

La conciencia

Desde el inicio de los tiempos ha habido una balanza entre el bien y el mal, y solo hay algo que sabe distinguirlos el uno del otro. Ese algo es su guardián, su protector. Ese guardián habita en cada ser humano y recibe el nombre de conciencia. Bienvenido a Azsaet! Azsays y hoy quiero hablarte sobre ella y de sus distintas modalidades.
La conciencia es aquél sentido ético/moral propio de una persona que se encarga de juzgar los actos de un individuo según los conocimientos que tenga entre lo bueno y lo malo, ya sean actos a jenos o propios. A partir de las normas de la moralidad, la conciencia es necesaria para juzgar los actos y llevarlos hacia esa normalidad y las consecuencias que pueda llevar, ya sean beneficiosas para el individuo o no.
La conciencia, como se ha escrito, tiene diferentes modalidades, y éstas varían dependiendo de qué cosas:
  1. Según la relación entre la conciencia y el acto puede ser antecedente, concomitante y consecuente. Una conciencia antecedente es aquella que juzga antes del acto, un ejemplo lo tenemos en la serie Daredevil (temporada 1ª capítulo 1º) cuando Matthew Murdock va a confesarse por adelantado, pues sabe que lo que va a hacer está mal.
    La conciencia concomitante es aquella conciencia que juzga en el acto de forma instantánea, es decir, mientras el acto se está realizando.Y la conciencia consecuente es la que juzga el acto después de su realización.
  2. Según la conformidad que tenga la conciencia con la moral, ésta puede ser o bien recta, o bien errónea. Una conciencia recta, también llamaba conciencia verdadera, es la conciencia que, al hacer su juicio sobre los hechos, los concuerda con la norma moral. Y luego está la conciencia errónea, que obviamente sería cuando el juicio y la moral no concuerdan.
    Pero la conciencia errónea suele serlo en la mayoría de casos por la ignorancia. Cuando la conciencia errónea lleva ignorancia, suele recurrir a la voluntad de la persona. Cuando la ignorancia es vencible por la voluntad, se habla de conciencia culpable, pero cuando la ignorancia es invencible ante la voluntad, la conciencia es no culpable.
  3. Y por último, la conciencia tiene un grado de asentimiento hacia la normalidad moral, y según como sea ese grado hablamos de una conciencia cierta, una conciencia probable o una conciencia dudosa. La conciencia cierta juzga con total seguridad sobre el acto, mientras que la conciencia probable no tiene una seguridad total sobre el juicio, pero admite el caso contrario al caso juzgado y concluido. En el caso de la conciencia dudosa solo transcurre la suspensión de ese juicio cuando hay una razón para llevarlo al beneficio de la duda, y si esa razón es positiva, hablamos de una conciencia positiva, pero si es negativa dicha razón, la conciencia es negativa.
Dichas estas tres modalidades, existen diferentes conciencias, como una conciencia recta, cierta y antecedente o como una conciencia consecuente, invenciblemente errónea y probable. Pero siempre surge una pregunta: ¿cómo debe ser la conciencia?
La respuesta a dicha pregunta es muy sencilla, pues una conciencia debe ser según los conocimientos del usuario sobre la balanza entre el bien y el mal. Sin embargo, hay varias recomendaciones hacia una buena conciencia. Dicha conciencia se recomienda por muchos que sea cierta, segura, también puede ser recta, aunque no se descarta la conciencia invenciblemente errónea ya que una conciencia venciblemente errónea no es un ejemplo de regla moral. Aunque, sea como sea la persona, es mejor no actuar con una conciencia dudosa, ya que si la conciencia es dudosa, indicaría que el individúo que la tenga es fácilmente manipulable por aquellos que tengan una mala conciencia.
Y sí, habéis leído bien, hay malas conciencias, y eso se debe a que la conciencia juzga mal, ya que puede hacerlo, y en estos casos hablamos de una conciencia deformada. Y la conciencia deformada, dependiendo de la persona, puede ser laxa o escrupulosa. La conciencia escrupulosa es aquella que sin los motivos suficientes para un juicio, juzga que se ha obrado bien o mal. La conciencia laxa es la que quita importancia a las cosas que realmente son importantes, y ésta puede ser una conciencia corregida o una conciencia farisaica. La conciencia corregida es aquella conciencia que es fruto de la reiteración de un acto inmoral, o de varios, al cuál, o a lo cuáles, se les acaba quitando importancia de un modo que acaba por no acusar. La conciencia farisaica es aquella que le da demasiada importancia a aspectos que no la tienen y le quita importancia a los que si la necesitan.



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