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Pestañas (Basta con pasar el ratón)

martes, 17 de noviembre de 2015

12-La Boca del Lobo[1]

Konran, Fupo, Ram y Heishi se despertaron aquella mañana bañada por el alba reluciente. Se encontraron con Kasai calentando las sobras del jabalí de la noche anterior. Se sentaron para tomar el desayuno y, al terminar, volvieron a ponerse de pie.
Pusieron rumbo hacia la puerta de la guarida de los varos. Llegaron a la zona siniestra y abrigada por hojas negras y se mantuvieron esperando. Al cabo de unos momentos, los árboles que les rodeaban empezaron a ir hacia el centro del lugar. Cuando avanzaron unos metros, se cogieron de algunas ramas entre ellos y con las que les sobraba las llevaron al centro de ese solar. Esas ramas crecieron hasta llegar al centro y unirse.
Las hojas del suelo empezaron a volar hacia el centro de las amas y empezaron a formar espirales sin parar. Los chicos se apartaron un poco al ver que empezaron a formar un haz de luz que iba hacia el suelo. El haz de luz empezó a volverse más grande hasta que empezó a divisarse una puerta de barrotes que brillaba, una puerta de oro blanco. La puerta se abrió mostrando en su interior mucha oscuridad, demasiada oscuridad.
Pasaron bajo el portal. Descubrieron que esa oscuridad era una cortina muy fina que cubría una sala muy peculiar. Aunque esa sala tuviera suelo, paredes y techo, parecía que estuviesen sumergidos dentro de un universo solamente formado por estrellas.
En unos momentos, todas aquellas estrellas se fueron fugazmente al lado contrario de la puerta. Empezaron a formar otra, solo que ésta era de luz. Pasaron por ella y se encontraron en una cueva de rocas negras. Era algo oscuro pero tenían la suerte de que Kasai iluminaba parte de la zona.
—Sinceramente—dijo Ram,—me esperaba más.
—Nunca juzgues un libro por su portada—le sugirió Kasai.
—Estoy con Kasai—dijo Heishi,—estos seres pueden tener muchos ases bajo la manga, ya oíste a los ianes, ellos les tienen miedo y hay que tener en cuenta que los ianes son muy duros.
—Ya—dijo Konran,—pero tenemos a Kasai, él ya ha matado a uno.
—Sí, cierto—dijo Kasai añadiendo,—pero ese varo no se lo esperaba, fue como hacer trampa.
—Intrusos—dijo una voz,—Konran, un hombre hecho de helado. Heishi Hacka, mercenaria humana. Ramrod Dansu, un mestizo entre valquiria y humano. Fupo Ecuso, ser indefinido. Y alguien que cree que se llama—en ese momento apareció un varo,—Kasai Maguma.
—Me llamo así—le dijo Kasai.
—Ambos sabemos que no es cierto,—dijo el varo.—Puede que hayas olvidado tu patética vida anterior.
—¿Y que sabrás tú?—dijo Ram sacando su pistola y apuntando al varo.
—Desde que don antorcha mató a uno de los nuestros, hemos estado investigando. Han pasado dos día en la Tierra, pero aquí han pasado cuatro, suficiente para ver toda tu vida, desde tu nacimiento hasta tu muerte, añadiendo tu resurrección como Kasai Maguma hasta ahora. Lo sabemos todo, amigo.
—¿Cómo que todo?—pregunto Heishi reaccionando de la misma manera que Ram.
—Todo lo que le concierne a él y a todo aquél que le haya rozado—dijo dirigiéndose a Kasai.—Como conociste a Ram, como encontraste a Konran, como perdonaste a Heishi,... todo Kasai, hasta tu romance con Ora. Y viendo eso, fuiste algo anticuado para lo que se hace en vuestras épocas.
—¿Sales con Ora?—le preguntó Ram a Kasai.
—Eso ahora no viene al caso.
—También sabemos que no puedes vivir sin tu armadura.
En ese momento, otros cuatro varos se dirigieron hacia Ram, Konran, Fupo y Heishi. El varo que les había hablado desde el principio hizo lo mismo con Kasai. Cada Varo entabló una batalla con el miembro del grupo de Kasai que le percataba.
Kasai intentó resistirse ante los golpes de su oponente, pero cada uno de ellos era de una fuerza que nunca había experimentado. Entre los golpes del oponente y los choques de las rocas, su armadura se iba desquebrajando.
En unos momentos, el varo paró y le miró. Kasai tenía la armadura que se le caía lentamente.
—Fíjate, la Saeta Ardiente a punto de apagarse—se burló el varo.
Kasai miró su armadura. Miró como parte de ella se caía de lo rota que estaba. Kasai se quitó el resto,sin contar el brazalete y dejando el casco como lo último.
—¿Esto es todo lo que sabes hacer?—le preguntó levantándose.—Veo que puedes romper mis armaduras, pero no puedes con una persona.
—¿Pero cómo...?
—Tú lo has dicho, soy la Saeta Ardiente.
Kasai dio un golpe a su casco con el pie haciéndolo levantar. Lo cogió en el aire y golpeó, con las púas de la corona del casco, al varo arrancando su cabeza de cuajo. En ese momento, mientras la cabeza del varo rodaba por el suelo, los otros varos pararon sus batallas mirando asustados a Kasai.
—Decidle a vuestro jeme que Kasai Maguma está aquí y que no hay bombero que pueda apagarle—les dijo Kasai.
En ese momento, los varos se fueron corriendo. Konran, Heishi, Ram y Fupo fueron con Kasai, cada uno tenía sus heridas: Ram tenía una cicatriz en la mejilla, Haishi tenía moratones en la frente, Konran tenía un par de galletas rotas y Fupo un tornillo suelto que se colocó rápidamente.
—No hay bombero que pueda pararte, ¿eh?—le dijo Heishi.
—¿Que querías que dijera?—le dijo Kasai soltando el casco, luego se dirigió a todos.—¿Listos para entrar en la boca del lobo?
—Claro—dijo Ram enfadado,—pero al salir tú y yo hablamos de lo de Ora.

Continuará.

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