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Pestañas (Basta con pasar el ratón)

martes, 20 de octubre de 2015

8-Con el agua al cuello [1]

—Bueno—dijo el doctor al llegar a la casa abandonada,—no está mal, si nos quedamos aquí podría ser un buen taller.
—Señor—dijo Kasai,—para recuperar a Ecuso,¿cómo lo haremos?
—Muy sencillo, aunque Ram se enfade, Konran Heishi y tú iréis a por él, Konran os espera en una embarcación mientras ella y tú entráis, cogéis el tubo en el que se halla y lo subís con unos turbopropulsores que os daré por la mañana.
—Muy bien—dijo Heishi,—ahora descansemos que son casi las doce de la madrugada. La carne humana debe descansar chicos—habiendo dicho esto, se fue a una esquina y se tumbó colocando la cabeza sobre su casco.
—Estoy con ella—dijo Konran.
En ese momento, se fue al frigorífico para ver si funcionaba. Vio el caso afirmativo, así que la vació y se metió dentro. Cuando se las arregló para caber, Heishi soltó una sonrisa.
—Kasai—empezó a decir ella mientras se dormía,—si vas a dormir, hazlo a mi lado, necesito estar caliente y como tú eres fuego he pensado que...
En ese momento cayó en el sueño. El doctor se acercó a Kasai para preguntarle:
—¿Quién podría tener herramientas y material para el equipo que os daré mañana?
—La madre de Ram, pero dudo que se lo de.
—Merece la pena intentarlo—dijo mientras e iva por la puerta.
—¿Le acompaño?
—No hace falta.
Kasai cerró la puerta, se fue al lado de Haishi y empezó a arder quedándose levitando en el aire. Unas horas después se durmió. Unas seis horas más tarde, algo le despierta. Ora Tenshi le sacudía el brazo. Se fijó que su mano estaba sacando una bola de fuego azul.
—Buenos días dormilón—le dijo riendo.
—Ora,¿qué haces?
—Despertarte, Konran, Heishi y yo te esperábamos. Ellos están de camino.
Kasai se levantó en ese momento de su levitación.
—Un momento, ¿también vienes?
—Claro, no me fío de esa mercenaria.
Ora se fue a la pared, cogió una espada que estaba apoyada y la envainó en su cintura.
—Además, el pueblo no echará de menos a la sobrina de su alcalde por unas horas.
—¿A dónde van?
—Ellos deben de estar llegando a Gavá, donde dejaste la embarcación.
—¿Cómo lo sabes?
—Mejor que no lo sepas. Vamos, el doctor nos espera en Can Dansu.
Ora salió por la puerta y Kasai le siguió. Atravesaron el pueblo hasta llegar a casa de Ram. El doctor les esperaba con el niño en la sala de estar mirando a la chimenea, y ésta estaba encendida.
—Kasai, es hora de que inicies la piroportación—le dijo el doctor señalando un montón de cosas.
Kasai se adelantó a ala hoguera, encogió la llama y la volvió a su tamaño. Luego hizo que el fuego se corriera por los bordes. Ora empezó a coger las cosas y a meterlas en la hoguera. Al terminar, se metió ella.
—Kasai, ten cuidado—le dijo Ram.
—Tranquilo, hoy todo va a cambiar—le respondió mientras levantaba su puño.
Ram le choco con su puño. Kasai se giró hacia la hoguera y se lanzó. Apareció en la playa de Gavá y vio que Ora estaba levantando el material.
—No sabía que tuvieses habilidades piroquinéticas—le dijo Kasai a Ora.
—Muy pocas, pero suficientes para aguantar lo tuyo.
Ora terminó en ese momento de levantar las cosas, se fue hacia delante para ver la embarcación clavada en la arena.
—¿Es esa?—le preguntó Ora.
—Sí.
—¿Cómo la aguantaste?
—¿Aguantar qué?
—El agua, el agua apaga el fuego, ¿cómo la aguantaste?
—No lo sé?
—¿Y cómo la aguantarás para meterte?
—Tampoco lo sé.
—¿Sabes que hay un fuego...?
—Sí, un fuego que aguanta el agua, pero es difícil de hacer, y aún más de controlar. Podría evaporar el noventa porciento del agua que hay en la Tierra. Es el fuego griego.
—Sé que puedes cambiar, así que te sugiero que intentes lo siguiente: cambia cada segundo, primero con la estructura molecular del fuego común y luego con la del fuego griego.
—¿Estructura molecular?
—Ya me entiendes.
En ese momento, llegaron Konran y Heishi.
—¿Y ahora qué?—preguntó Heishi.
—Konran, ¿te importaría...?—preguntó Kasai señalando la embarcación con la cabeza.
—Será un placer.
Konran cogió la embarcación y la sacó de la arena, la metió en la orilla y se subió a ella, Ora también se subió. Heishi y Kasai empujaron la embarcación y al llegar al agua, se metieron y se fueron mar a dentro. Al cabo de un par de horas, Kasai divisó un par de estacas de hielo que salían del agua.
—Es aquí—dijo,—¿cómo bajamos?
—Yo voy con mi traje, está equipado con equipo de submarinismo—dijo Heishi.
—El doctor me ha dejado una bombona de oxígeno y un par de esas sandalias de pie de pato o como quiera que se llamen, con un traje de neopreno con mis colores favoritos, el vede y el blanco.
—Y Kasai, creo que el doctor te ha preparado esto—le dijo Konran mostrándole un amuleto,—dice que te protegerá del agua.
—Muy bien—dijo Kasai poniéndose el amuleto.
—Por cierto, dejadme ir a proa un momento—dijo Ora. Todos la obedcieron, cuando llegó dijo,—Kasai, ¿te importaría...?
—Oh, claro.
Kasai levantó un muro de fuego sólido entre Ora y ellos tres. Al cabo de unos momentos, Ora le dijo que lo podía deshacer. Kasai lo hizo y vieron que Ora se había cambiado, ella dejó la ropa y el calzado a un lado de la barca y se fue sacando sus colgantes, sus pendientes y su diadema. Se puso las aletas de pato, unas gafas de buzo y la bombona y se tiró al agua. Heishi la siguió. Kasai tomó la espada de Ora, se la puso en la espalda y les siguió.
—Muy bien—les dijo,—Heishi, tú sígueme, Ora agárrate a mi.
Ora le tomó de la mano y en ese momento empezaron a descender a toda velocidad. Al cabo de unos momentos, llegaron a los restos de la base donde vivía Kasai, en las profundidades. Se fueron a la parte baja de uno de los edificios y Kasai con la espada ardiendo, abrió un agujero justo por debajo para que no entrase agua. Al estar hecho, entraron.
—Genial, todavía anda el oxígeno aquí—dijo empezando a arder—así podremos ver en la oscuridad.
—Ya—dijo Ora quitándose lo prescindible,—pero dame eso antes de que le quites un ojo a alguien...o dos—añadió quitándole la espada.
Ora volvió a encender una bola de fuego azul en su mano y Heishi iluminó unas luces que tenía en la visera de su traje.
—Bien, ¿por donde es?—preguntó Heishi.
—A saber—le contestó Kasai.
—¿Qué?, este es tu hogar—le replicó hora.
—Era, fíajate, está en ruinas, es probable que el camino sea diferente.
—Le preguntaré al doctor, pero creo que la cobertura nos era buena—dijo Heishi.
Empezó a tocar su casco, en unos momentos oyó unos ruiditos pero no tuvo muco éxito.
—Habrá que usar la lógica, si me acuerdo bien, éste era uno de los edificios principales, ahora mira al sur en vez de al norte, teniendo en cuenta que el laboratorio es el piso más inferior y que es dificil que estas bisagras se suelten, creo que sé dónde esta—dijo Kasai.
Fueron pasando por diferentes salas y edificios hasta que llegaron a la cámara de recargas. Miraron las pareres y vieron muchas de las capsulas a punto de caer.
—¿Qué es este sitio?—preguntó Ora.
—Aquí nos recargábamos y nos volvíamos mas potentes—dijo Kasai,—la mía estaba por allí arriba.
En ese momento, Ora dio un grito y abrazó a Kasai.
—Creo que he pisado un brazo.
Los tres alumbraron hacia el suelo, Kasai reconoció la figura. Era Hony-Hony-Hiz.
—Hony—dijo,—era como un hermano para mí, salimos el mismo día, tanto del laboratorio como de la zona de pruebas.
—Normal—dijo Heishi,—es un tú pero en rojo.
Heishi siguió iluminando por el suelo hasta que se fijó en uno de los cadáveres.
—Mira, ese es Boris. Se merece morir por no devolverme los veinticinco pavos que me debía.
—Para un momento—dijo Kasai.
Empezó a acaminar hacia otro proyecto, Ogama. Pero se fijó que la luz de la hoja central estaba parpadeando.
—Puede arreglarse—dijo,—lo mandaré al doctor.
Kasai le puso los dedos en la hoja y empezó a hacerle arder. Al acabar volvió con las chicas.
—Sigamos.
Llegaron a la puerta del fondo y pasaron a la siguiente sala. Kasai empezó a ver que esa sala era el laboratorio que buscaban.
—Que raro, creo recordar que aquí estaba la sala de armas nucleares—bromeó.
—Será broma,¿no?—le preguntó Heishi.
—Sí pero no, en teoría era la de recambios, pero eran de finalidad hostil.
—¿Y ésta es...?—empezó Ora.
—La que buscamos—afirmó Kasai.
Se fueron al centro, donde había un agujero enorme.
—Bajad por ese agujero y buscad una capsula, no sé si será difícil encontrarla—dijo Kasai mientras Ora volvía a colocarse la equipación,—yo ahora os alcanzó.
Esperó a que se lanzaran. Cuando lo hicieron, se acercó a la pared y pensó en algo que le sonaba en la cabeza: “los cables no solo transmiten electricidad, sino también su calor”. Así que hizo eso, se metió en los cables hasta llegar al núcleo, un ordenador gigante con toda la información de la base y de los proyectos. Kasai se las espabiló para poder dar electricidad al lugar y hacer arrancar el ordenador. Tardó media hora en encontrar lo que buscaba, pero cuando lo hizo, empezó a buscar por los cajones de la mesa una unidad de disco duro o algo para transportar los documentos que había hallado. Encontró un USB y metió todo allí, se metió el disco en la bota y empezó a ir hacia la pared. Pero se dio cuenta de algo, en su cuello ya no estaba el amuleto que le protegía del agua, pero supuso que se quedó en la sala anterior, cuando se metió en los cables. Pero en ese momento vio que de la pared bajaba agua.
Miró arriba y había una gotera. De repente se abre un agujero que poco a poco se hace más grande y Kasai no tiene más opciones que correr. Corría atravesando salas mientras la inundación le venía detrás, cada vez ardía más para que el agua no le tocase, mientras corría atravesaba las paredes de las salas. De repente se dio cuenta de que si corría recto,llegaría al límite de la base. Y así fue. En la última sala iba tan rápido que era imposible frenar a tiempo, atravesó la pared entrando en mar abierto. En ese momento empezó a verlo todo oscuro.

Continuará.

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