—Bueno—dijo
el doctor al llegar a la casa abandonada,—no está mal, si nos
quedamos aquí podría ser un buen taller.
—Señor—dijo
Kasai,—para recuperar a Ecuso,¿cómo lo haremos?
—Muy
sencillo, aunque Ram se enfade, Konran Heishi y tú iréis a por él,
Konran os espera en una embarcación mientras ella y tú entráis, cogéis el tubo en el que se halla y lo subís con unos
turbopropulsores que os daré por la mañana.
—Muy
bien—dijo Heishi,—ahora descansemos que son casi las doce de la
madrugada. La carne humana debe descansar chicos—habiendo dicho
esto, se fue a una esquina y se tumbó colocando la cabeza sobre su
casco.
—Estoy
con ella—dijo Konran.
En
ese momento, se fue al frigorífico para ver si funcionaba. Vio el
caso afirmativo, así que la vació y se metió dentro. Cuando se las
arregló para caber, Heishi soltó una sonrisa.
—Kasai—empezó
a decir ella mientras se dormía,—si vas a dormir, hazlo a mi lado,
necesito estar caliente y como tú eres fuego he pensado que...
En
ese momento cayó en el sueño. El doctor se acercó a Kasai para preguntarle:
—¿Quién
podría tener herramientas y material para el equipo que os daré
mañana?
—La
madre de Ram, pero dudo que se lo de.
—Merece
la pena intentarlo—dijo mientras e iva por la puerta.
—¿Le
acompaño?
—No
hace falta.
Kasai
cerró la puerta, se fue al lado de Haishi y empezó a arder
quedándose levitando en el aire. Unas horas después se durmió.
Unas seis horas más tarde, algo le despierta. Ora Tenshi le sacudía
el brazo. Se fijó que su mano estaba sacando una bola de fuego azul.
—Buenos
días dormilón—le dijo riendo.
—Ora,¿qué
haces?
—Despertarte,
Konran, Heishi y yo te esperábamos. Ellos están de camino.
Kasai
se levantó en ese momento de su levitación.
—Un
momento, ¿también vienes?
—Claro,
no me fío de esa mercenaria.
Ora
se fue a la pared, cogió una espada que estaba apoyada y la envainó
en su cintura.
—Además,
el pueblo no echará de menos a la sobrina de su alcalde por unas
horas.
—¿A
dónde van?
—Ellos
deben de estar llegando a Gavá, donde dejaste la embarcación.
—¿Cómo
lo sabes?
—Mejor
que no lo sepas. Vamos, el doctor nos espera en Can Dansu.
Ora
salió por la puerta y Kasai le siguió. Atravesaron el pueblo hasta
llegar a casa de Ram. El doctor les esperaba con el niño en la sala
de estar mirando a la chimenea, y ésta estaba encendida.
—Kasai,
es hora de que inicies la piroportación—le dijo el doctor
señalando un montón de cosas.
Kasai
se adelantó a ala hoguera, encogió la llama y la volvió a su
tamaño. Luego hizo que el fuego se corriera por los bordes. Ora
empezó a coger las cosas y a meterlas en la hoguera. Al terminar, se
metió ella.
—Kasai,
ten cuidado—le dijo Ram.
—Tranquilo,
hoy todo va a cambiar—le respondió mientras levantaba su puño.
Ram
le choco con su puño. Kasai se giró hacia la hoguera y se lanzó.
Apareció en la playa de Gavá y vio que Ora estaba levantando el
material.
—No
sabía que tuvieses habilidades piroquinéticas—le dijo Kasai a
Ora.
—Muy
pocas, pero suficientes para aguantar lo tuyo.
Ora
terminó en ese momento de levantar las cosas, se fue hacia delante
para ver la embarcación clavada en la arena.
—¿Es
esa?—le preguntó Ora.
—Sí.
—¿Cómo
la aguantaste?
—¿Aguantar
qué?
—El
agua, el agua apaga el fuego, ¿cómo la aguantaste?
—No
lo sé?
—¿Y
cómo la aguantarás para meterte?
—Tampoco
lo sé.
—¿Sabes
que hay un fuego...?
—Sí,
un fuego que aguanta el agua, pero es difícil de hacer, y aún más
de controlar. Podría evaporar el noventa porciento del agua que hay
en la Tierra. Es el fuego griego.
—Sé
que puedes cambiar, así que te sugiero que intentes lo siguiente:
cambia cada segundo, primero con la estructura molecular del fuego
común y luego con la del fuego griego.
—¿Estructura
molecular?
—Ya
me entiendes.
En
ese momento, llegaron Konran y Heishi.
—¿Y
ahora qué?—preguntó Heishi.
—Konran,
¿te importaría...?—preguntó Kasai señalando la embarcación con
la cabeza.
—Será
un placer.
Konran
cogió la embarcación y la sacó de la arena, la metió en la orilla
y se subió a ella, Ora también se subió. Heishi y Kasai empujaron
la embarcación y al llegar al agua, se metieron y se fueron mar a
dentro. Al cabo de un par de horas, Kasai divisó un par de estacas
de hielo que salían del agua.
—Es
aquí—dijo,—¿cómo bajamos?
—Yo
voy con mi traje, está equipado con equipo de submarinismo—dijo
Heishi.
—El
doctor me ha dejado una bombona de oxígeno y un par de esas
sandalias de pie de pato o como quiera que se llamen, con un traje de
neopreno con mis colores favoritos, el vede y el blanco.
—Y
Kasai, creo que el doctor te ha preparado esto—le dijo Konran
mostrándole un amuleto,—dice que te protegerá del agua.
—Muy
bien—dijo Kasai poniéndose el amuleto.
—Por
cierto, dejadme ir a proa un momento—dijo Ora. Todos la obedcieron,
cuando llegó dijo,—Kasai, ¿te importaría...?
—Oh,
claro.
Kasai
levantó un muro de fuego sólido entre Ora y ellos tres. Al cabo de
unos momentos, Ora le dijo que lo podía deshacer. Kasai lo hizo y
vieron que Ora se había cambiado, ella dejó la ropa y el calzado a
un lado de la barca y se fue sacando sus colgantes, sus pendientes y
su diadema. Se puso las aletas de pato, unas gafas de buzo y la
bombona y se tiró al agua. Heishi la siguió. Kasai tomó la espada
de Ora, se la puso en la espalda y les siguió.
—Muy
bien—les dijo,—Heishi, tú sígueme, Ora agárrate a mi.
Ora
le tomó de la mano y en ese momento empezaron a descender a toda
velocidad. Al cabo de unos momentos, llegaron a los restos de la base
donde vivía Kasai, en las profundidades. Se fueron a la parte baja
de uno de los edificios y Kasai con la espada ardiendo, abrió un
agujero justo por debajo para que no entrase agua. Al estar hecho,
entraron.
—Genial,
todavía anda el oxígeno aquí—dijo empezando a arder—así
podremos ver en la oscuridad.
—Ya—dijo
Ora quitándose lo prescindible,—pero dame eso antes de que le
quites un ojo a alguien...o dos—añadió quitándole la espada.
Ora
volvió a encender una bola de fuego azul en su mano y Heishi iluminó
unas luces que tenía en la visera de su traje.
—Bien,
¿por donde es?—preguntó Heishi.
—A
saber—le contestó Kasai.
—¿Qué?,
este es tu hogar—le replicó hora.
—Era,
fíajate, está en ruinas, es probable que el camino sea diferente.
—Le
preguntaré al doctor, pero creo que la cobertura nos era buena—dijo
Heishi.
Empezó
a tocar su casco, en unos momentos oyó unos ruiditos pero no tuvo
muco éxito.
—Habrá
que usar la lógica, si me acuerdo bien, éste era uno de los
edificios principales, ahora mira al sur en vez de al norte, teniendo
en cuenta que el laboratorio es el piso más inferior y que es
dificil que estas bisagras se suelten, creo que sé dónde esta—dijo
Kasai.
Fueron
pasando por diferentes salas y edificios hasta que llegaron a la
cámara de recargas. Miraron las pareres y vieron muchas de las
capsulas a punto de caer.
—¿Qué
es este sitio?—preguntó Ora.
—Aquí
nos recargábamos y nos volvíamos mas potentes—dijo Kasai,—la mía
estaba por allí arriba.
En
ese momento, Ora dio un grito y abrazó a Kasai.
—Creo
que he pisado un brazo.
Los
tres alumbraron hacia el suelo, Kasai reconoció la figura. Era
Hony-Hony-Hiz.
—Hony—dijo,—era
como un hermano para mí, salimos el mismo día, tanto del
laboratorio como de la zona de pruebas.
—Normal—dijo
Heishi,—es un tú pero en rojo.
Heishi
siguió iluminando por el suelo hasta que se fijó en uno de los
cadáveres.
—Mira,
ese es Boris. Se merece morir por no devolverme los veinticinco pavos
que me debía.
—Para
un momento—dijo Kasai.
Empezó
a acaminar hacia otro proyecto, Ogama. Pero se fijó que la luz de la
hoja central estaba parpadeando.
—Puede
arreglarse—dijo,—lo mandaré al doctor.
Kasai
le puso los dedos en la hoja y empezó a hacerle arder. Al acabar
volvió con las chicas.
—Sigamos.
Llegaron
a la puerta del fondo y pasaron a la siguiente sala. Kasai empezó a
ver que esa sala era el laboratorio que buscaban.
—Que
raro, creo recordar que aquí estaba la sala de armas
nucleares—bromeó.
—Será
broma,¿no?—le preguntó Heishi.
—Sí
pero no, en teoría era la de recambios, pero eran de finalidad hostil.
—¿Y
ésta es...?—empezó Ora.
—La
que buscamos—afirmó Kasai.
Se
fueron al centro, donde había un agujero enorme.
—Bajad
por ese agujero y buscad una capsula, no sé si será difícil encontrarla—dijo Kasai mientras Ora volvía a colocarse la equipación,—yo ahora os alcanzó.
Esperó
a que se lanzaran. Cuando lo hicieron, se acercó a la pared y pensó
en algo que le sonaba en la cabeza: “los cables no solo transmiten
electricidad, sino también su calor”. Así que hizo eso, se metió
en los cables hasta llegar al núcleo, un ordenador gigante con toda
la información de la base y de los proyectos. Kasai se las espabiló para poder dar electricidad al lugar y hacer arrancar el ordenador.
Tardó media hora en encontrar lo que buscaba, pero cuando lo hizo,
empezó a buscar por los cajones de la mesa una unidad de disco duro
o algo para transportar los documentos que había hallado.
Encontró un USB y metió todo allí, se metió el disco en la bota y
empezó a ir hacia la pared. Pero se dio cuenta de algo, en su cuello
ya no estaba el amuleto que le protegía del agua, pero supuso que se
quedó en la sala anterior, cuando se metió en los cables. Pero en
ese momento vio que de la pared bajaba agua.
Miró
arriba y había una gotera. De repente se abre un agujero que poco a
poco se hace más grande y Kasai no tiene más opciones que correr.
Corría atravesando salas mientras la inundación le venía detrás,
cada vez ardía más para que el agua no le tocase, mientras corría atravesaba las paredes de las salas. De repente se dio cuenta de que
si corría recto,llegaría al límite de la base. Y así fue. En la
última sala iba tan rápido que era imposible frenar a tiempo,
atravesó la pared entrando en mar abierto. En ese momento empezó a
verlo todo oscuro.
Continuará.
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