Kasai estableció un trayecto de piroportación entre donde se
hallaba y unos metros más al sur. Al ejecutarlo, se encontró cerca
de una cueva en la cual entró segundos más tarde. Al estar hecho de
fuego, iluminaba un buen trama de la gruta y veía perfectamente.
Seguía un rastro de frío suponiendo que encontraría a Ramrod y a
Konran. Cada vez se acercaba más y se encontraba con restos de
huesos humanos, deduciendo que estaba en las puertas dde un nido de
cujatos.
Un poco más tarde, vio el nido en sí, miles de huevos relucientes
y verdosos. Centró de manera más intensa su mirada para percatarse
de que había una figura similar a Konran en el centro. Empezó a
planear sobre los huevos de cujato para llegar hasta allí y se fijó
que estaba intentando sacar de uno de los huevos a Ram. Al parecer se
había metido en uno de ellos.
––¿Qué hay chicos?––les preguntó Kasai.
––Vaya, al parecer sigues vivo––dijo Konran.
––Pues claro, hablas con la Saeta Ardiente en persona––afirmó
Ram.
Konran soltó a Ram, provocando que se hundiera más en el huevo.
––¿Eres la Saeta Ardiente?––le preguntó Konran con
sobresalto.
––Sí––dijo Kasai, cogió a Ram y lo sacó de un tiro,––yo
soy La Saeta Ardiente, ¿por qué?
––Nada,
es que he oído hablar de ti––dijo Konran.—¿Cómo
lo has vencido?,¿con el placaje ardiento, la lluvia de yos, la
piroportación sorpresa...?
—¿For
ever Freacky?—le
susurró
Ram al oído de Kasai.
—For
ever Freacky—le
contestó Kasai.
—.¿..Cómo lo
venciste?—terminó Konran.
—Bueno, nada le afectó.
—¿Cómo?, pero si el placaje
es imparable...—dijo Konran.
—Lo paró.
—...la piroportación es
imprevisible...
—La ha previsto.
—...la lluvia de yos es
caótica y destructiva...
—Salió ileso.
—...y las alas de fénix son
certeras.
—Bueno, eso le tocó un poco.
—Mira Sr.Fan—les interrumpió
Ram.—Siento que Kasai le defraude, pero ahora o salimos de aquí
o...
—Ram será pasto se
rata—terminó Kasai.
—Exacto—afirmó el
niño.—Espera, ¿por qué solo yo?
—Konran es un helado, yo soy
fuego, tú eres el único con carne humana que hay aquí.
En ese momento Kasai giró la
cabeza, notaba algo extraño que se acercaba más cada segundo.
—Creo que ya están aquí.
Será mejor que nos vayamos.
Los cujatos habían entrado en
la enorme sala, los tres empezaron a correr Hacia el lado contrario,
pero esos roedores eran demasiado rápidos. Kasai intentó una
maniobra de evasión lanzando unas cuantas bolas de fuegos. Algunas
impactaron en los cujatos y éstos empezaban a arder hasta
reventarse, dejando una buena marca de tripas y sangre.
Ram empezó a lanzar láseres
con su pistola, Konran iba cogiendo y lanzando rocas. Cada vez
estaban más cerca de la salida, pero todavía más de los cujatos.
Kasai lanzó un par de bolas de fuego a las paredes y luego, con su
puño ardiendo, golpeó el suelo. Esta maniobra causó una pared de
llamas entre las bolas de fuego haciendo que los animales se
detuvieran.
—Eso les dejará quietos un
rato—les dijo Kasai.
Salieron de la cueva y se
alejaron quilómetros de allí.
Horas más tarde, estaban en una
zona tranquila del bosque, casi era de noche, así que Kasai había
empezado a arder para hacer de hoguera.
—Una pregunta Konran—empezó
Ram.—¿Tú, de dónde vienes?
—¿Te refieres a mi pueblo?
—Sí.
—Bueno, esta muy oculto, en
Siberia, dentro de las montañas. Un pueblo hecho de dulces.
—¿De que clase?—le
preguntón Ram.
—De todas: helados, chucherías,
refrescos...
—Por lo que veo se llama
Carielandia—bromeó Kasai.
—Ya, reconozco que no hay que
acercar a algún niño descontrolado—continuó Konran.
—¿Y por qué te fuiste?—le
preguntó Kasai.
—Supongo que no encajaba, no
era tan tranquilo como los pueblerinos, yo quería ver el mundo. Y me
ha costado llegar hasta aquí.
—Me imagino porqué—dijo
Kasai.
—¿Y vosotros?
—Kasai—empezó Ram,—es una
especie de experimento, me salvó y ahora le acompaño a donde sea.
—¿Alguna meta?—perguntó
Konran.
—Pues, me me gustaría
aprender a pilotar—contestó el niño.
—Un poco joven para eso, ¿no
crees?—le dijo.
Kasai se levantó y empezó a ir
y venir arrasando parte del bosque.
—¿Kasai que haces?—le
preguntó Ram.
Kasai le cogió por los brazos y
se lo llevó a los aires. Se puso en sus pies y empezó a formarse en
algo enorme.
—¿Kasai...?
—Te dije que te enseñaría a
volar, pues ya va siendo hora.
Ram se fijó que Kasai se había
convertido en una avioneta con alas de fénix.
—Pero, ¿sabes pilotar?
—No, pero sé volar, una
propiedad frecuente en aeronaves.
—¿Y como aprenderé?
—A base de prácticas.
—¿No nos estrellaremos?
—Tramnquilo, cuando vea que
vas en mal rumbo, yo lo corregiré y te advertiré.
—¿Estás seguro?
—Vamos, ¿que no confías en
el fuego?
Se pasaron la mayor parte de la
noche en el cielo, volando sobre el bosque, uno siendo un avión
llameante y el otro aprendiendo todo. Cuando Ram ya tuvo todo lo
necesario en su cabeza, aterrizó en el camino que Kasai había
formado. Ram se bajo de Kasai y éste volvió a su forma original.
—Ha estado increíble—dijo
Konran,—bueno chaval, ya sabes volar,¿eh?
—Sí—le chocó con el puño
a Konran,—y ahora, ¿cuál es el siguiente paso?
—Ya se verá, pero por el
momento, seguir siempre adelante.
—Un momento, ¿dices que eres
un experimento?—le preguntó Konran a Kasai.
—Sí, ¿Por qué?
—Por que los experimentos no
suelen salir del laboratorio, ¿te fugaste?
—No.
—¿Entonces...?
—La WPA...
—¿La WPA?, no me comentes
más. Tenía un amigo, era un caramelo muy duro, un día WPA y no se
supo más.
—Soy el único de los
proyectos que por lo menos sigue vivo—dijo Kasai sentándose en un
tronco.—La WPA los mató a todos, y al doctor...
—Pues vamos a
recuperarle—saltó Ram.
—¿Cómo?—dijo Kasai.
—Para tí, es como tu padre,
yo querría tenerlo lo más cerca posible. Saquémosle, de donde sea
que esté ahora.
—Hace un par de días que oí
rumores que se habían llevado a una base secreta en Serbia a un
científico loco, ¿podría ser él?—le dijo Konran a Kasai.
—Podría ser cualquiera—le
contestó—,¿no tienes más datos?
—Solo que un tal Jessie Pacha
estaba en el equipo.
—Espera, ¿Jessie Pacha?—se
levantó diciéndolo.
—O algo parecido, no me
acuerdo muy bien.
—Querrás decir Heishi Hacka,
¿no?
—Sí—dijo Konran.
—Espera, ¿le
conoces?—preguntó Ram.
—Más o menos—contestó
Kasai,—me he enfrentado a él un par de veces, ha sido mi oponente
más difícil de vencer, y con razón. No ha fallado en ninguna
misión, es como el número uno de la WPA...o de todas las agencias
juntas. Por eso iré yo solo a Serbia.
—Y una mierda—le dijo Ram.
—Sí, nosotros te
acompañamos—le apoyo Konran.
Kasai les miró y luego exclamó:
—Esta bien, pero esta vez
iremos volando.
Kasai se convirtió en avioneta
de dos pasajeros, Ram subió al asiento del piloto totalmente alegre
y Konran tomó un par de hojas y las puso en su asiento para no
abrasarse. Empezaron el ascenso y el viaje a Serbia.
Al cabo de unas horas llegaron a
su destino, a una montaña muy boscosa. Aterrizaron y mientras Konran
se escondía para no ser descubierto por nadie, Kasai y Ram bajaron
al pueblo más cercano. Al llegar Ram empezó a preguntar por los
pueblerinos si habían oído algun rumor o algo sobre una base
secreta, mientras Kasai lo vigilaba desde ellos tejados. Al acabar,
Ram se volvió al bosque, nada más entrar, Kasai apareció a su
lado.
—¿Qué has averiguado?—le
preguntó.
—Vamos a por Konran y os lo
cuento.
Volvieron con Konran y Ram
empezó a contarlo todo. Le habían dicho que se habían visto unas
instalaciones sospechosas unos kilómetros al sur, unas instalaciones
con un símbolo extraño parecido a un nudo.
—El nudo de pict's, es uno de
sus emblemas—afirmó Kasai.—Sin duda es allí, pero hay una pega,
en cada país la WPA tienen varias bases, y podría ésta podría ser
errónea.
—No, dicen que hace poco llego
un buen cargamento—le corrigió Ram.
—Pues esta es. Lo haremos al
anochecer.
—Pero quedan como diez
horas—se quejó Konran.
—Más tiempo de hacer un buen
plan y revisarlo bastantes veces.
Durante el día trazaron ese
plan y lo revisaron varias veces. Cerca de las siete empezaron a ir
hacia la base. Al llegar esperaron hasta las diez para colarse en las
instalaciones.
—Muy bien, repasemos una
última vez—dijo Kasai.
—Nos metemos en la
ventilación, averiguamos dónde está y vamos con sigilo hasta el
lugar—dijo Ram.
—Si nos encontramos a Heishi,
tú te encargas de él mientras nosotros le sacamos, nos metemos en
uno de sus vehículos y nos largamos hacia España como alma que
lleva el diablo—terminó Konran.
Los tres se fueron con sigilo
hacia uno de los muros y se metieron por los conductos de
ventilación. Se arrastraron hectámetros por esas tuberías de metal
hasta llegar a una sala que parecía ser de control. Kasai bajó y
aturdió a los guardias y se fue a la puerta a vigilar. Konran y Ram
vajaron y empezaron a mirar por las computadoras.
—Lo veo, está en la torre
sur, celda 143—dijo Ram.
—Vale, yo voy, vosotros
quedaros aquí despejándome el camino—dijo Kasai.
—Si quieres salvar al
doctor—dijo una voz,—creo que deberías pensarlo.
Los tres se giraron y vieron que
en medio de la sala había un hombre vestido con pantalones blancos y
la camisa de la Selección Española, tenía unas botas de montaña y
una prótesis en el pie izquierdo. Una melena marrón y un bigote y
una pelilla del mismo color bañaban su cabeza.
—¿Quién eres?—le preguntó
Konran.
—Se me es conocido por muchos
nombres, pero los amigos me llaman Aleix. Y vosotros tenéis cara de
amigos, Konran, Ram y Kasai.
—¿Cómo nos conoces?—preguntó
Ram
—No os conviene saberlo.
—¿Y qué plan tienes, amigo?
—Ram vigilará por los
ordenadores y yo me quedaré con él, para cubrirle. Tu te disfrazas
con una de sus armaduras mientras llevas a Konran como si fuera un
preso.
—No puedo ponerme nada encima
sin quitarme mis armaduras—dijo Kasai,—y son lo único que me
mantienen con vida.
—Pues si te preguntan, di que
eres nuevo, aquí hay muchos bichos raros como nosotros. Cuando los
saquéis, Ram y yo nos reuniremos con vosotros—terminó Aleix.
—¿Cómo puedo fiarme de
ti?—le preguntó Kasai,—no dejará a Ram a tu cargo.
—Como siempre dices—le
contestó Aleix sacando una daga, con un rubí en la empuñadura, lo
frotó y de la hoja de la daga surgió una hoja de espada de
fuego,—fíate del fuego.
Aleix sonrió, Kasai le devolvió
la sonrisa y cogió aun auricular, se lo puso en el oído y salió
con Konran por la puerta. Fueron por los pasillos, cada vez que veían
a un soldado le saludaban como si fueran del lugar. Poco más tarde
legaron a las celdas, pero de ellas salió una figura que a Kasai le
sonó, Heishi Hacka. El soldado levantó una especie de cañón
alargado.
—Hola, Saeta Ardiente—le
dijo.
—Hola, Hacka.
Heishi y Kasai empezaron a
perlear entre ellos mientras Konran buscaba la celda. Se pasaron un
buen rato peleando, lanzándose de todo. La pelea finalizó cuando
Kasai le dio un golpe que tumbó a su oponente, se puso delante
sacando una hoja de fuego desde su puño que apuntaba a la epiglotis
de Heishi. Heishi se quitó su casco dejando aparecer su rostro. Era
mujer de piel sahariana, cabello moreno y ojos azules.
—Adelante, mátame—le dijo.
—No he venido a matar a nadie,
solo a llevarme lo que se me arrebató—le contestó Kasai,—no te
interpongas, y no cambiaré de opinión.
Kasai se fue corriendo con
Konran que miraba una celda fíjamente.
—¿Es esa?—le preguntó.
—Esa es—le dijo.
Kasai entró y vio a su creador
en una silla de ruedas mirando la pared del fondo.
—No pienso dar mis secretos,
ya os lo he dicho y lo seguré haciendo—dijo él al oír abrirse la
puera.
—Bien, porque es hora de
irse—dijo Kasai, vio como el doctór giraba la silla y le miraba
sonriendo. —Hola doctor.
Continuará.
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