Buscar este blog

Pestañas (Basta con pasar el ratón)

martes, 6 de octubre de 2015

6-Vendetta [1]

Kasai estableció un trayecto de piroportación entre donde se hallaba y unos metros más al sur. Al ejecutarlo, se encontró cerca de una cueva en la cual entró segundos más tarde. Al estar hecho de fuego, iluminaba un buen trama de la gruta y veía perfectamente. Seguía un rastro de frío suponiendo que encontraría a Ramrod y a Konran. Cada vez se acercaba más y se encontraba con restos de huesos humanos, deduciendo que estaba en las puertas dde un nido de cujatos.
Un poco más tarde, vio el nido en sí, miles de huevos relucientes y verdosos. Centró de manera más intensa su mirada para percatarse de que había una figura similar a Konran en el centro. Empezó a planear sobre los huevos de cujato para llegar hasta allí y se fijó que estaba intentando sacar de uno de los huevos a Ram. Al parecer se había metido en uno de ellos.
––¿Qué hay chicos?––les preguntó Kasai.
––Vaya, al parecer sigues vivo––dijo Konran.
––Pues claro, hablas con la Saeta Ardiente en persona––afirmó Ram.
Konran soltó a Ram, provocando que se hundiera más en el huevo.
––¿Eres la Saeta Ardiente?––le preguntó Konran con sobresalto.
––Sí––dijo Kasai, cogió a Ram y lo sacó de un tiro,––yo soy La Saeta Ardiente, ¿por qué?
––Nada, es que he oído hablar de ti––dijo Konran.—¿Cómo lo has vencido?,¿con el placaje ardiento, la lluvia de yos, la piroportación sorpresa...?
—¿For ever Freacky?—le susurró Ram al oído de Kasai.
For ever Freacky—le contestó Kasai.
—.¿..Cómo lo venciste?—terminó Konran.
—Bueno, nada le afectó.
—¿Cómo?, pero si el placaje es imparable...—dijo Konran.
—Lo paró.
—...la piroportación es imprevisible...
—La ha previsto.
—...la lluvia de yos es caótica y destructiva...
—Salió ileso.
—...y las alas de fénix son certeras.
—Bueno, eso le tocó un poco.
—Mira Sr.Fan—les interrumpió Ram.—Siento que Kasai le defraude, pero ahora o salimos de aquí o...
—Ram será pasto se rata—terminó Kasai.
—Exacto—afirmó el niño.—Espera, ¿por qué solo yo?
—Konran es un helado, yo soy fuego, tú eres el único con carne humana que hay aquí.
En ese momento Kasai giró la cabeza, notaba algo extraño que se acercaba más cada segundo.
—Creo que ya están aquí. Será mejor que nos vayamos.
Los cujatos habían entrado en la enorme sala, los tres empezaron a correr Hacia el lado contrario, pero esos roedores eran demasiado rápidos. Kasai intentó una maniobra de evasión lanzando unas cuantas bolas de fuegos. Algunas impactaron en los cujatos y éstos empezaban a arder hasta reventarse, dejando una buena marca de tripas y sangre.
Ram empezó a lanzar láseres con su pistola, Konran iba cogiendo y lanzando rocas. Cada vez estaban más cerca de la salida, pero todavía más de los cujatos. Kasai lanzó un par de bolas de fuego a las paredes y luego, con su puño ardiendo, golpeó el suelo. Esta maniobra causó una pared de llamas entre las bolas de fuego haciendo que los animales se detuvieran.
—Eso les dejará quietos un rato—les dijo Kasai.
Salieron de la cueva y se alejaron quilómetros de allí.
Horas más tarde, estaban en una zona tranquila del bosque, casi era de noche, así que Kasai había empezado a arder para hacer de hoguera.
—Una pregunta Konran—empezó Ram.—¿Tú, de dónde vienes?
—¿Te refieres a mi pueblo?
—Sí.
—Bueno, esta muy oculto, en Siberia, dentro de las montañas. Un pueblo hecho de dulces.
—¿De que clase?—le preguntón Ram.
—De todas: helados, chucherías, refrescos...
—Por lo que veo se llama Carielandia—bromeó Kasai.
—Ya, reconozco que no hay que acercar a algún niño descontrolado—continuó Konran.
—¿Y por qué te fuiste?—le preguntó Kasai.
—Supongo que no encajaba, no era tan tranquilo como los pueblerinos, yo quería ver el mundo. Y me ha costado llegar hasta aquí.
—Me imagino porqué—dijo Kasai.
—¿Y vosotros?
—Kasai—empezó Ram,—es una especie de experimento, me salvó y ahora le acompaño a donde sea.
—¿Alguna meta?—perguntó Konran.
—Pues, me me gustaría aprender a pilotar—contestó el niño.
—Un poco joven para eso, ¿no crees?—le dijo.
Kasai se levantó y empezó a ir y venir arrasando parte del bosque.
—¿Kasai que haces?—le preguntó Ram.
Kasai le cogió por los brazos y se lo llevó a los aires. Se puso en sus pies y empezó a formarse en algo enorme.
—¿Kasai...?
—Te dije que te enseñaría a volar, pues ya va siendo hora.
Ram se fijó que Kasai se había convertido en una avioneta con alas de fénix.
—Pero, ¿sabes pilotar?
—No, pero sé volar, una propiedad frecuente en aeronaves.
—¿Y como aprenderé?
—A base de prácticas.
—¿No nos estrellaremos?
—Tramnquilo, cuando vea que vas en mal rumbo, yo lo corregiré y te advertiré.
—¿Estás seguro?
—Vamos, ¿que no confías en el fuego?
Se pasaron la mayor parte de la noche en el cielo, volando sobre el bosque, uno siendo un avión llameante y el otro aprendiendo todo. Cuando Ram ya tuvo todo lo necesario en su cabeza, aterrizó en el camino que Kasai había formado. Ram se bajo de Kasai y éste volvió a su forma original.
—Ha estado increíble—dijo Konran,—bueno chaval, ya sabes volar,¿eh?
—Sí—le chocó con el puño a Konran,—y ahora, ¿cuál es el siguiente paso?
—Ya se verá, pero por el momento, seguir siempre adelante.
—Un momento, ¿dices que eres un experimento?—le preguntó Konran a Kasai.
—Sí, ¿Por qué?
—Por que los experimentos no suelen salir del laboratorio, ¿te fugaste?
—No.
—¿Entonces...?
—La WPA...
—¿La WPA?, no me comentes más. Tenía un amigo, era un caramelo muy duro, un día WPA y no se supo más.
—Soy el único de los proyectos que por lo menos sigue vivo—dijo Kasai sentándose en un tronco.—La WPA los mató a todos, y al doctor...
—Pues vamos a recuperarle—saltó Ram.
—¿Cómo?—dijo Kasai.
—Para tí, es como tu padre, yo querría tenerlo lo más cerca posible. Saquémosle, de donde sea que esté ahora.
—Hace un par de días que oí rumores que se habían llevado a una base secreta en Serbia a un científico loco, ¿podría ser él?—le dijo Konran a Kasai.
—Podría ser cualquiera—le contestó—,¿no tienes más datos?
—Solo que un tal Jessie Pacha estaba en el equipo.
—Espera, ¿Jessie Pacha?—se levantó diciéndolo.
—O algo parecido, no me acuerdo muy bien.
—Querrás decir Heishi Hacka, ¿no?
—Sí—dijo Konran.
—Espera, ¿le conoces?—preguntó Ram.
—Más o menos—contestó Kasai,—me he enfrentado a él un par de veces, ha sido mi oponente más difícil de vencer, y con razón. No ha fallado en ninguna misión, es como el número uno de la WPA...o de todas las agencias juntas. Por eso iré yo solo a Serbia.
—Y una mierda—le dijo Ram.
—Sí, nosotros te acompañamos—le apoyo Konran.
Kasai les miró y luego exclamó:
—Esta bien, pero esta vez iremos volando.
Kasai se convirtió en avioneta de dos pasajeros, Ram subió al asiento del piloto totalmente alegre y Konran tomó un par de hojas y las puso en su asiento para no abrasarse. Empezaron el ascenso y el viaje a Serbia.
Al cabo de unas horas llegaron a su destino, a una montaña muy boscosa. Aterrizaron y mientras Konran se escondía para no ser descubierto por nadie, Kasai y Ram bajaron al pueblo más cercano. Al llegar Ram empezó a preguntar por los pueblerinos si habían oído algun rumor o algo sobre una base secreta, mientras Kasai lo vigilaba desde ellos tejados. Al acabar, Ram se volvió al bosque, nada más entrar, Kasai apareció a su lado.
—¿Qué has averiguado?—le preguntó.
—Vamos a por Konran y os lo cuento.
Volvieron con Konran y Ram empezó a contarlo todo. Le habían dicho que se habían visto unas instalaciones sospechosas unos kilómetros al sur, unas instalaciones con un símbolo extraño parecido a un nudo.
—El nudo de pict's, es uno de sus emblemas—afirmó Kasai.—Sin duda es allí, pero hay una pega, en cada país la WPA tienen varias bases, y podría ésta podría ser errónea.
—No, dicen que hace poco llego un buen cargamento—le corrigió Ram.
—Pues esta es. Lo haremos al anochecer.
—Pero quedan como diez horas—se quejó Konran.
—Más tiempo de hacer un buen plan y revisarlo bastantes veces.
Durante el día trazaron ese plan y lo revisaron varias veces. Cerca de las siete empezaron a ir hacia la base. Al llegar esperaron hasta las diez para colarse en las instalaciones.
—Muy bien, repasemos una última vez—dijo Kasai.
—Nos metemos en la ventilación, averiguamos dónde está y vamos con sigilo hasta el lugar—dijo Ram.
—Si nos encontramos a Heishi, tú te encargas de él mientras nosotros le sacamos, nos metemos en uno de sus vehículos y nos largamos hacia España como alma que lleva el diablo—terminó Konran.
Los tres se fueron con sigilo hacia uno de los muros y se metieron por los conductos de ventilación. Se arrastraron hectámetros por esas tuberías de metal hasta llegar a una sala que parecía ser de control. Kasai bajó y aturdió a los guardias y se fue a la puerta a vigilar. Konran y Ram vajaron y empezaron a mirar por las computadoras.
—Lo veo, está en la torre sur, celda 143—dijo Ram.
—Vale, yo voy, vosotros quedaros aquí despejándome el camino—dijo Kasai.
—Si quieres salvar al doctor—dijo una voz,—creo que deberías pensarlo.
Los tres se giraron y vieron que en medio de la sala había un hombre vestido con pantalones blancos y la camisa de la Selección Española, tenía unas botas de montaña y una prótesis en el pie izquierdo. Una melena marrón y un bigote y una pelilla del mismo color bañaban su cabeza.
—¿Quién eres?—le preguntó Konran.
—Se me es conocido por muchos nombres, pero los amigos me llaman Aleix. Y vosotros tenéis cara de amigos, Konran, Ram y Kasai.
—¿Cómo nos conoces?—preguntó Ram
—No os conviene saberlo.
—¿Y qué plan tienes, amigo?
—Ram vigilará por los ordenadores y yo me quedaré con él, para cubrirle. Tu te disfrazas con una de sus armaduras mientras llevas a Konran como si fuera un preso.
—No puedo ponerme nada encima sin quitarme mis armaduras—dijo Kasai,—y son lo único que me mantienen con vida.
—Pues si te preguntan, di que eres nuevo, aquí hay muchos bichos raros como nosotros. Cuando los saquéis, Ram y yo nos reuniremos con vosotros—terminó Aleix.
—¿Cómo puedo fiarme de ti?—le preguntó Kasai,—no dejará a Ram a tu cargo.
—Como siempre dices—le contestó Aleix sacando una daga, con un rubí en la empuñadura, lo frotó y de la hoja de la daga surgió una hoja de espada de fuego,—fíate del fuego.
Aleix sonrió, Kasai le devolvió la sonrisa y cogió aun auricular, se lo puso en el oído y salió con Konran por la puerta. Fueron por los pasillos, cada vez que veían a un soldado le saludaban como si fueran del lugar. Poco más tarde legaron a las celdas, pero de ellas salió una figura que a Kasai le sonó, Heishi Hacka. El soldado levantó una especie de cañón alargado.
—Hola, Saeta Ardiente—le dijo.
—Hola, Hacka.
Heishi y Kasai empezaron a perlear entre ellos mientras Konran buscaba la celda. Se pasaron un buen rato peleando, lanzándose de todo. La pelea finalizó cuando Kasai le dio un golpe que tumbó a su oponente, se puso delante sacando una hoja de fuego desde su puño que apuntaba a la epiglotis de Heishi. Heishi se quitó su casco dejando aparecer su rostro. Era mujer de piel sahariana, cabello moreno y ojos azules.
—Adelante, mátame—le dijo.
—No he venido a matar a nadie, solo a llevarme lo que se me arrebató—le contestó Kasai,—no te interpongas, y no cambiaré de opinión.
Kasai se fue corriendo con Konran que miraba una celda fíjamente.
—¿Es esa?—le preguntó.
—Esa es—le dijo.
Kasai entró y vio a su creador en una silla de ruedas mirando la pared del fondo.
—No pienso dar mis secretos, ya os lo he dicho y lo seguré haciendo—dijo él al oír abrirse la puera.
—Bien, porque es hora de irse—dijo Kasai, vio como el doctór giraba la silla y le miraba sonriendo. —Hola doctor.

Continuará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario