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Pestañas (Basta con pasar el ratón)

martes, 22 de septiembre de 2015

4-Hogar dulce hogar [1]

Kasai y Ram iban caminando por los lares del bosque, avanzando hasta el pueblo de Ram. El chico estaba alegre con su nuevo amigo, pero Kasai no estaba tan seguro. Abanzaban mientras mantenían una pequeña charla.
—¿Y qué más sabes hacer, sobre las llamas?—empezó Ram.
—Mucho más, cosas como volar, planear, explotar...y mucho más. Cada vez mejorando. ¿Y tú?, ¿tienes algún don?
—No lo sé, criarse en un entorno como el mío te hace aprender algunas cosas pero, lo que es don...
—Ya lo averiguarás.
—Ya. ¿Y siempre has sido así?
—No, me desperté de esta forma hace un par de meses. Aunque la Saeta Ardiente lleve años en rumores.
—¿Y eso?
—Al parecer tenía una antigua vida, seguramente humana. Le dije al que ahora es mi creador o actualizador o como quieras llamarlo que me hiciese así, pero al parecer él tenía uno de sus proyectos ya tal y como decía, así que nos unió, algo que le ha salido mucho fruto. La otras doce aetas Ardientes murieron.
—¿Hay más como tú?
—Creados por un científico loco, eramos miles, pero yo el único de fuego. De hecho cada proyecto era único.
—¿No recuerdas tu antigua vida?
—No.
—Tuvo que ser mala para pedir el cambio y una amnesia.
—Probablemente. ¿Y cuál es tu historia?
—Mi madre es una Valquiria, pero mi padre era un humano. Aviador de hecho. Murió cuando tenía seis años. Ahora solo tengo a mi madre y algunos amigos del pueblo. Siempre él me decía que me enseñaría a volar, al parecer mi abuelo lo hacía también.
—¿Te gustaría?
—Sí, la verdad.
Llegaron a una especie de de cueva, donde un panal de abejas la reinaba. Ram entró sin problema pero Kasai lo detuvo.
—¿Qué haces?, puede que a mí no me afecten pero a ti...
—No te preocupes, están para alejar a los curiosos.
Ram tocó la pared del fondo de la cueva, las abejas fueron directo a la pared empezando a formar una especie de puerta. El trozo de pared que estaba dentro de los límites desapareció y se vio el interior de un tronco con un agujero triangular. Detrás del agujero se veía más bosque.
Los dos cruzaron la puerta, mientras salían del tronco, las abejas se fueron haciendo que todo volviese a la normalidad.
—No conocía esta parte del bosque—dijo Kasai.
—Se debe a que hay un campo que cuando lo atraviesas te manda a la otra puta de éste, aproximadamente a un kilómetro de distancia.
—¿Y la gente no lo ve?
—Lo de dentro no, cuando ven el campo ven lo que hay a un kilómetro de distancia como si estuviera delante.
En unos segundos llegaron a una pequeña aldea, parecía muy pacífica y tranquila. Los niños jugando y los adultos trabajando en las cosechas y los talleres. Parecía un pueblo medieval vestido en lo contemporáneo. Poco después, los dos llegaron a una casa y entraron en ella.
—Hola mamá—gritó Ram al entrar.
Kasai entró detrás de él, poco más tarde apareció la madre de Ram. Era una mujer de entre treinta y cuarenta años, o eso aparentaba. Tenia el mismo color de pelo, castaño tirando a rubio.
—Ram quiero saber qué has hecho toda la noche...—empezó a reñirle, pero en cuanto vio a Kasai, combió su tonalidad de voz,—y quién es tu amigo.
—Mamá, este es Kasai, ¿tienes algo de papá que se pueda poner mientras tanto?, luego te lo explico todo.
—Claro, puede que haya algo de su talla.
La madre de Ram acompañó a Kasai hasta el baño, luego se marcho y volvió al cabo de un rato con un montón de ropa.
—Creo que algo de aquí te puede valer.
—Gracias—le dijo Kasai.
La señora Dansu se fue, Kasai empezó a mirar toda la ropa. Encontró unos pantalones negros que servían para hacer deporte, la tela era única, parecía como si se hubiese fusionado a un traje ignífugo. Se quitó su cinto y sus botas de metal con cuidado, en ese momento sintió mareo. Se puso con cuidado los pantalones y encima de éstos las botas y el cinto. Unos segundos más tarde encontró una camisa de la misma tela y el mismo color. Volvió a quitarse el cinto, y esta vez también se quito su peto. Volvió a sentir el mareo de nuevo. Con cuidado de no rajar la tela con las muñequeras ni el casco, Kasai se puso la camisa, y encima de ésta las armaduras respectivas.
Al finalizar, volvió a la sala de debajo. Ram ya le estaba esperando.
—Ya le he contado todo a mi madre, ahora está cocinando, o más bien terminado lo que cocinaba. Supongo que te quedas a comer.
—No, no quiero molestar, además, llevo meses sin alimentarme porque no lo necesito.
—Claro, estás hecho de fuego. No, lo digo en serio, quédate.
En ese momento la madre de Ram salió, miró a Kasai y le dijo.
—Vaya, te queda bien, pero las armaduras...
—Las necesito, son lo que me mantiene con vida—le replicó Kasai.
—Ah, pues Ram no me ha contado nada.
—Ya, se me olvidó—se excusó Ram.
—Señora, le prometo que se lo devolveré—le dijo Kasai.
—Tranquilo, te queda mejor que a mi marido. Y llámame Anna, y tutéame. No soy tan mayor
—Lo siento—se disculpó Kasai.
—No, tranquilo, seguro que lo hacías por respeto.
Justo en ese momento, una chica de unos veinte años de edad entró en la casa. Cabellos rojos como la sangre, ojos verdes como la esmeralda. Vestía de verde y blanco y llevaba una diadema dorada con un diamante, unos brazaletes, unos collares y unos pendientes del mismo estilo.
—Madre mía, se huele el manjar desde el otro lado del pueblo—empezó a decir la muchacha, en ese momento vio a Kasai y continuó,—y se ve que hoy toca macizorro al metal.
—Ora—dijo Ram—éste es Kasai Maguma—miró a Kasai,—te presento a Ora Tenshi
—Encantada—dijo Ora dándole la mano.
Kasai le devolvió el gesto, en ese momento la mirada de y la sonrisa de Ora cambiaron el rumbo hacia la preocupación.
—¿Eres la hermana de Ram?—preguntó Kasai.
—No, soy una especie de mentora o profesora particular, algo de sacerdotisas.
Ram se fue con su madre a preparar la mesa mientras Kasai y Ora se quedaban charlando.
—¿Así que eres sacerdotisa?, o ¿sea sacrificios y cuidar templos?
—Bueno, lo de los sacrificios ya no se hace desde el siglo XIV, y lo de cuidar templos desde el XIX. Así que ahora procuramos enseñar lo que podemos, y yo me ocupo de Ram. También hay más cosas pero son como muy particulares.
—Ya veo.
—Y tú, que eres. Conozco todas las criaturas que han existido, y nunca he sabido de alguien como tú.
—Podemos decir que soy un bicho raro.
—Pareces la mezcla de un varo y un rezo.
—Oye que no te he insultado en ningún momento.
—Perdona, los varos son seres negros con poderes místicos que se dice que vienen del más allá, y los rezos son seres que tienen una mala costumbre de envolverse en llamas y que viven en los volcanes.
—Pues en ese caso se puede decir has acertado en las dos cosas.
—Volviendo con Ram, ¿eres amigo suyo?
—Bueno, la verdad no pensaba quedarme.
—Por supuesto, ¿sabes que uno de los dones de las sacerdotisas es la quiromancia?, nada más tocarte he visto lo que eres y cómo eres.
—Es un niño, seguro que tiene más amigos por ahí, seguro que no soy el único. Además, yo no quería nada de esto.
—¿Qué te ha dicho?, ¿que quiere ser leyenda?, te lo ha dicho porque cree que así conseguirá amigos más fácilmente. Su sueño no le hace popular. Y por como eres, neo que le has sacado de un aprieto y ahora no quieres saber nada de él. ¿Porque lo has hecho?
—Por que lo vi asustado.
—¿Solo por eso?,¿o te pareció una imagen familiar?
—Más o menos. En realidad, no soy ni varo ni rezo...
—Lo sé, la quiromancia dice que eres un ser creado a partir de un humano normal y corriente. Y ver a Ram en esa situación, te hizo verte a ti en una imagen que ni siquiera recuerdas.
—Exacto.
—Mira, Kasai, Ram solo quiere amigos aunque diga que los tenga, y tú eres el único que por el momento ha estado a su lado. Tanto a él como a ti os conviene algo de amistad.
—¿Y tú?, ¿no eres su amiga?
—Mas bien soy como una hermana, llevo enseñándole desde hace cuatro años. Cada día vengo aquí y después de comer le toca clases. Pero parece distraído. Te necesita, y aunque tú no lo aceptes, tú también le necesitas. Si quieres irte, vete, pero llévalo contigo. Estoy sumamente segura que le puedes enseñar algo.
—Su madre no le va a dejar.
—No, a no ser que yo la convenza de lo contrario.
En ese momento, Ora solicitó hablar con la Señora Dansu. Ésta la llevó a un lugar más privado.
—¿Que opina de Kasai?—le preguntó Ora.
—No me fío de él, tiene pinta de tener malos humos, metafóricamente hablando.
—He hablado con él, en breve se marchará, pero estoy segura de que Ram querrá acompañarle.
—Si se va perfecto, pero mi hijo no irá con semejante monstruo.
—Mira, yo tampoco me fiaba de él antes de hacer la quiromancia, pero al tocarlo lo he visto todo. Es cierto que es un criminal, pero jo es culpa suya, además su personalidad es demasiado diferente a lo que los demás piensan de él.
—¿Y que hago?, dejar a mi hijo irse con un desconocido o hacer que pierda al único “amigo” que ha tenido.
—Señora, sois una valquiria, si en momento alguno hay una riña entre los dos o algo pero, podéis hacer que siempre esté seguro. Además, él le ha sacado de ese aprieto.
—Bueno, dejaré a mi hijo irse con el pero con condiciones, y dependiendo de lo que pase, también habrá consecuencias.
Al cabo de unos momentos, en el final de la comida, la Señora Dansu interrumpe en la mesa para hablar con él.
—Bueno, Kasai, tengo entendido que te irás—le dijo.
—La verdad es que sí—contestó.
—Podría acompañarte—saltó de repente Ram.
—Veo dos inconvenientes—empezó Kasai,—primero, no creo que tu madre te lo permita, segundo, no creo que estés preparado para lo exterior.
—Mi hijo puede estar preparado—dijo su madre,—y además le permito pero solo con ciertas condiciones.
—¿Cuáles?—pregunto el chico.
—Que se me tenga informada por lo menos una vez a la semana, que aprenda solo lo necesario y que lo devuelvas de una pieza y con vida.
—Soy el ser más temido—empezó Kasai,—¿cree que su hijo puede recibir daño alguno si yo le acompaño?
—Estás hecho de fuego, te afecta el agua.
—No si aprendo como ser griego.
—Esperad, ¿ser griego?—pregunto Ram.
—El fuego griego, un fuego que puede arder tanto encima como debajo de ella—dijo Ora,—es decir, que cuanto más agua, más fuego.
—Bueno, Ram—continuó su madre.—Supongo que puede ir.
—Saldremos mañana temprano, así que deberás madrugar—le dijo Kasai.
Durante la tarde, mientras Ram estaba con Ora, Kasai entró en una habitación de la casa llena de cacharros eléctricos estropeados. La Señora Dansu le vio y entró.
—Todo eso era de mi marido—le dijo,—le encantaba coleccionar este tipo de cosas, pero cuando murió, no supe que hacer con ello.
—Creo que yo sí—le dijo,— ¿Me permite?
—Adelante.
La Señora Dansu se fue en ese momento, Kasai empezó a ojear todos los artefactos de la sala. En seguida, sin saber lo que hacía, se puso a coger cacharros, desmontarlos y unir algunos chips. E incluso hizo algunos él mismo. No sabía dónde había aprendido a manejar la electrónica, quizás en su otra vida, pero eso le salió con muchos frutos.
Al caer la noche, Kasai había terminado de hacer un par de botas y una pistola de tecnología punta. Un humano normal tardaría más tiempo, pero dando que él era fuego podía ir mucho más rápido.
Salió de la sala y vio que Ram estaba en el sofá. Le lanzó las botas a las rodillas diciendo:
—Pruébatelas.
—¿Qué son?
—Tu hazlo.
Mientras Ram se probaba esas botas, Kasai iba a abrir la puerta. Ram se levanto y vio que eran cómodas, luego se dirigió a Kasai.
—Corre—dijo Kasai.
—¿Cómo?
—Corre todo recto, y si tienes que evitar un obstáculo, por muy grande que sea, salta por encima. Llega hasta el límite de esta aldea y vuelve haciendo lo mismo.
Ram obedeció. Salió despegando. Al cabo de unos segundos volvió.
—Son de lo mejor—exclamó.
—Hablando en cristiano, cuando corras irás más rápido, y cuando saltes, más alto y/o lejos
—¿Hasta cuánto?
—Pues depende, tienes dos diales, uno en cada bota. Cuando lo pongas en modo normal, se multiplica por uno, o sea que irás como si nada. Medio sería por seis y Máximo sería por trece, o sea ir a mi altura. Si vienes conmigo, sera mejor que me alcances.
—Gracias.
—No me las des aún—le dijo, luego le dio la pistola.—Toma.
—¿Qué es?
—Un arma, tiene varias funciones. Funciona con unas pequeñas bolas y dependiendo de la función, la concentración de energía de sonido será diferente. ¿Me entiendes?
—Mas o menos.
—Las funciones son las siguientes: Sonic-Boom, lanza la bola y al impactar con algo, explota emitiendo un estampido sónico; Twister-Sound, dispara la bola como una bala y a cada metro deja ir una onda expansiva de sonido; Light-Rope, sale una cuerda de luz, por si necesitas llegar a algún lugar alto o algo parecido; Laser-Shoot, como dice, un disparo láser.
—Esto es genial, pero no entiendo lo del sonido.
—Cada sonido es diferente a otro, como una huella dactilar. Pero según su frecuencia puede tener alteraciones, lo más frecuente es reventar, en algunos materiales, suele ser el cristal, pero es demasiado efectivo.
—¿Cuantas bolas caben?
—En cada cartucho caben un total de mil trescientas. Tienes tres cartuchos en estos sacos.
Le dio un cinturón con un par de riñoneras.
—Será mejor que te vayas a dormir, mañana nos aguarda un gran día.
—¿Y tú dónde duermes?
—No me hace falta dormir, estoy hecho de fuego.Por cierto, cámbiate la sudadera, el azul me recuerda al agua.
—Claro, engo una verde si te parece bien.

Continuará.

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