Kasai y Ram iban caminando por los lares del bosque, avanzando hasta
el pueblo de Ram. El chico estaba alegre con su nuevo amigo, pero
Kasai no estaba tan seguro. Abanzaban mientras mantenían una pequeña
charla.
—¿Y
qué más sabes hacer, sobre las llamas?—empezó
Ram.
—Mucho
más, cosas como volar, planear, explotar...y mucho más. Cada vez
mejorando. ¿Y tú?, ¿tienes algún don?
—No lo sé, criarse en un
entorno como el mío te hace aprender algunas cosas pero, lo que es
don...
—Ya lo averiguarás.
—Ya. ¿Y siempre has sido así?
—No, me desperté de esta
forma hace un par de meses. Aunque la Saeta Ardiente lleve años en
rumores.
—¿Y eso?
—Al parecer tenía una antigua
vida, seguramente humana. Le dije al que ahora es mi creador o
actualizador o como quieras llamarlo que me hiciese así, pero al
parecer él tenía uno de sus proyectos ya tal y como decía, así
que nos unió, algo que le ha salido mucho fruto. La otras doce aetas
Ardientes murieron.
—¿Hay más como tú?
—Creados por un científico
loco, eramos miles, pero yo el único de fuego. De hecho cada
proyecto era único.
—¿No recuerdas tu antigua
vida?
—No.
—Tuvo que ser mala para pedir
el cambio y una amnesia.
—Probablemente. ¿Y cuál es
tu historia?
—Mi madre es una Valquiria,
pero mi padre era un humano. Aviador de hecho. Murió cuando tenía
seis años. Ahora solo tengo a mi madre y algunos amigos del pueblo.
Siempre él me decía que me enseñaría a volar, al parecer mi
abuelo lo hacía también.
—¿Te gustaría?
—Sí, la verdad.
Llegaron a una especie de de
cueva, donde un panal de abejas la reinaba. Ram entró sin problema
pero Kasai lo detuvo.
—¿Qué haces?, puede que a mí
no me afecten pero a ti...
—No te preocupes, están para
alejar a los curiosos.
Ram tocó la pared del fondo de
la cueva, las abejas fueron directo a la pared empezando a formar una
especie de puerta. El trozo de pared que estaba dentro de los límites
desapareció y se vio el interior de un tronco con un agujero
triangular. Detrás del agujero se veía más bosque.
Los dos cruzaron la puerta,
mientras salían del tronco, las abejas se fueron haciendo que todo
volviese a la normalidad.
—No conocía esta parte del
bosque—dijo Kasai.
—Se debe a que hay un campo
que cuando lo atraviesas te manda a la otra puta de éste,
aproximadamente a un kilómetro de distancia.
—¿Y la gente no lo ve?
—Lo de dentro no, cuando ven
el campo ven lo que hay a un kilómetro de distancia como si
estuviera delante.
En unos segundos llegaron a una
pequeña aldea, parecía muy pacífica y tranquila. Los niños
jugando y los adultos trabajando en las cosechas y los talleres.
Parecía un pueblo medieval vestido en lo contemporáneo. Poco
después, los dos llegaron a una casa y entraron en ella.
—Hola mamá—gritó Ram al
entrar.
Kasai entró detrás de él,
poco más tarde apareció la madre de Ram. Era una mujer de entre
treinta y cuarenta años, o eso aparentaba. Tenia el mismo color de
pelo, castaño tirando a rubio.
—Ram quiero saber qué has
hecho toda la noche...—empezó a reñirle, pero en cuanto vio a
Kasai, combió su tonalidad de voz,—y quién es tu amigo.
—Mamá, este es Kasai, ¿tienes
algo de papá que se pueda poner mientras tanto?, luego te lo explico
todo.
—Claro, puede que haya algo de
su talla.
La madre de Ram acompañó a
Kasai hasta el baño, luego se marcho y volvió al cabo de un rato
con un montón de ropa.
—Creo que algo de aquí te
puede valer.
—Gracias—le dijo Kasai.
La señora Dansu se fue, Kasai
empezó a mirar toda la ropa. Encontró unos pantalones negros que
servían para hacer deporte, la tela era única, parecía como si se
hubiese fusionado a un traje ignífugo. Se quitó su cinto y sus
botas de metal con cuidado, en ese momento sintió mareo. Se puso con
cuidado los pantalones y encima de éstos las botas y el cinto. Unos
segundos más tarde encontró una camisa de la misma tela y el mismo
color. Volvió a quitarse el cinto, y esta vez también se quito su
peto. Volvió a sentir el mareo de nuevo. Con cuidado de no rajar la
tela con las muñequeras ni el casco, Kasai se puso la camisa, y
encima de ésta las armaduras respectivas.
Al finalizar, volvió a la sala
de debajo. Ram ya le estaba esperando.
—Ya le he contado todo a mi
madre, ahora está cocinando, o más bien terminado lo que cocinaba.
Supongo que te quedas a comer.
—No, no quiero molestar,
además, llevo meses sin alimentarme porque no lo necesito.
—Claro, estás hecho de fuego.
No, lo digo en serio, quédate.
En ese momento la madre de Ram
salió, miró a Kasai y le dijo.
—Vaya, te queda bien, pero las
armaduras...
—Las necesito, son lo que me
mantiene con vida—le replicó Kasai.
—Ah, pues Ram no me ha contado
nada.
—Ya, se me olvidó—se excusó
Ram.
—Señora, le prometo que se lo
devolveré—le dijo Kasai.
—Tranquilo, te queda mejor que
a mi marido. Y llámame Anna, y tutéame. No soy tan mayor
—Lo siento—se disculpó
Kasai.
—No, tranquilo, seguro que lo
hacías por respeto.
Justo en ese momento, una chica
de unos veinte años de edad entró en la casa. Cabellos rojos como
la sangre, ojos verdes como la esmeralda. Vestía de verde y blanco y
llevaba una diadema dorada con un diamante, unos brazaletes, unos
collares y unos pendientes del mismo estilo.
—Madre mía, se huele el
manjar desde el otro lado del pueblo—empezó a decir la muchacha,
en ese momento vio a Kasai y continuó,—y se ve que hoy toca
macizorro al metal.
—Ora—dijo Ram—éste es
Kasai Maguma—miró a Kasai,—te presento a Ora Tenshi
—Encantada—dijo Ora dándole
la mano.
Kasai
le devolvió el gesto, en ese momento la mirada de y la sonrisa de
Ora cambiaron el rumbo hacia la preocupación.
—¿Eres la hermana de
Ram?—preguntó Kasai.
—No, soy una especie de
mentora o profesora particular, algo de sacerdotisas.
Ram se fue con su madre a
preparar la mesa mientras Kasai y Ora se quedaban charlando.
—¿Así que eres sacerdotisa?,
o ¿sea sacrificios y cuidar templos?
—Bueno, lo de los sacrificios
ya no se hace desde el siglo XIV, y lo de cuidar templos desde el
XIX. Así que ahora procuramos enseñar lo que podemos, y yo me ocupo
de Ram. También hay más cosas pero son como muy particulares.
—Ya veo.
—Y tú, que eres. Conozco
todas las criaturas que han existido, y nunca he sabido de alguien
como tú.
—Podemos decir que soy un
bicho raro.
—Pareces la mezcla de un varo
y un rezo.
—Oye que no te he insultado en
ningún momento.
—Perdona, los varos son seres
negros con poderes místicos que se dice que vienen del más allá, y
los rezos son seres que tienen una mala costumbre de envolverse en
llamas y que viven en los volcanes.
—Pues en ese caso se puede
decir has acertado en las dos cosas.
—Volviendo con Ram, ¿eres
amigo suyo?
—Bueno, la verdad no pensaba
quedarme.
—Por supuesto, ¿sabes que uno
de los dones de las sacerdotisas es la quiromancia?, nada más
tocarte he visto lo que eres y cómo eres.
—Es un niño, seguro que tiene
más amigos por ahí, seguro que no soy el único. Además, yo no
quería nada de esto.
—¿Qué te ha dicho?, ¿que
quiere ser leyenda?, te lo ha dicho porque cree que así conseguirá
amigos más fácilmente. Su sueño no le hace popular. Y por como
eres, neo que le has sacado de un aprieto y ahora no quieres saber
nada de él. ¿Porque lo has hecho?
—Por que lo vi asustado.
—¿Solo por eso?,¿o te
pareció una imagen familiar?
—Más o menos. En realidad, no
soy ni varo ni rezo...
—Lo sé, la quiromancia dice
que eres un ser creado a partir de un humano normal y corriente. Y
ver a Ram en esa situación, te hizo verte a ti en una imagen que ni
siquiera recuerdas.
—Exacto.
—Mira, Kasai, Ram solo quiere
amigos aunque diga que los tenga, y tú eres el único que por el
momento ha estado a su lado. Tanto a él como a ti os conviene algo
de amistad.
—¿Y tú?, ¿no eres su amiga?
—Mas
bien soy como una hermana, llevo enseñándole desde hace cuatro
años. Cada día vengo aquí y después de comer le toca clases. Pero
parece distraído. Te necesita, y aunque tú no lo aceptes, tú
también le necesitas. Si quieres irte, vete, pero llévalo contigo.
Estoy sumamente segura que le puedes enseñar algo.
—Su madre no le va a dejar.
—No, a no ser que yo la
convenza de lo contrario.
En ese momento, Ora solicitó
hablar con la Señora Dansu. Ésta la llevó a un lugar más privado.
—¿Que opina de Kasai?—le
preguntó Ora.
—No me fío de él, tiene
pinta de tener malos humos, metafóricamente hablando.
—He hablado con él, en breve
se marchará, pero estoy segura de que Ram querrá acompañarle.
—Si se va perfecto, pero mi
hijo no irá con semejante monstruo.
—Mira, yo tampoco me fiaba de
él antes de hacer la quiromancia, pero al tocarlo lo he visto todo.
Es cierto que es un criminal, pero jo es culpa suya, además su
personalidad es demasiado diferente a lo que los demás piensan de
él.
—¿Y que hago?, dejar a mi
hijo irse con un desconocido o hacer que pierda al único “amigo”
que ha tenido.
—Señora, sois una valquiria,
si en momento alguno hay una riña entre los dos o algo pero, podéis
hacer que siempre esté seguro. Además, él le ha sacado de ese
aprieto.
—Bueno, dejaré a mi hijo irse
con el pero con condiciones, y dependiendo de lo que pase, también
habrá consecuencias.
Al cabo de unos momentos, en el
final de la comida, la Señora Dansu interrumpe en la mesa para
hablar con él.
—Bueno, Kasai, tengo entendido
que te irás—le dijo.
—La verdad es que sí—contestó.
—Podría acompañarte—saltó
de repente Ram.
—Veo dos inconvenientes—empezó
Kasai,—primero, no creo que tu madre te lo permita, segundo, no
creo que estés preparado para lo exterior.
—Mi hijo puede estar
preparado—dijo su madre,—y además le permito pero solo con
ciertas condiciones.
—¿Cuáles?—pregunto el
chico.
—Que se me tenga informada por
lo menos una vez a la semana, que aprenda solo lo necesario y que lo
devuelvas de una pieza y con vida.
—Soy el ser más temido—empezó
Kasai,—¿cree que su hijo puede recibir daño alguno si yo le
acompaño?
—Estás hecho de fuego, te
afecta el agua.
—No si aprendo como ser
griego.
—Esperad, ¿ser
griego?—pregunto Ram.
—El fuego griego, un fuego que
puede arder tanto encima como debajo de ella—dijo Ora,—es decir,
que cuanto más agua, más fuego.
—Bueno, Ram—continuó su
madre.—Supongo que puede ir.
—Saldremos mañana temprano,
así que deberás madrugar—le dijo Kasai.
Durante la tarde, mientras Ram
estaba con Ora, Kasai entró en una habitación de la casa llena de
cacharros eléctricos estropeados. La Señora Dansu le vio y entró.
—Todo eso era de mi marido—le
dijo,—le encantaba coleccionar este tipo de cosas, pero cuando
murió, no supe que hacer con ello.
—Creo que yo sí—le dijo,—
¿Me permite?
—Adelante.
La Señora Dansu se fue en ese
momento, Kasai empezó a ojear todos los artefactos de la sala. En
seguida, sin saber lo que hacía, se puso a coger cacharros,
desmontarlos y unir algunos chips. E incluso hizo algunos él mismo.
No sabía dónde había aprendido a manejar la electrónica, quizás
en su otra vida, pero eso le salió con muchos frutos.
Al caer la noche, Kasai había
terminado de hacer un par de botas y una pistola de tecnología
punta. Un humano normal tardaría más tiempo, pero dando que él era
fuego podía ir mucho más rápido.
Salió de la sala y vio que Ram
estaba en el sofá. Le lanzó las botas a las rodillas diciendo:
—Pruébatelas.
—¿Qué son?
—Tu hazlo.
Mientras Ram se probaba esas
botas, Kasai iba a abrir la puerta. Ram se levanto y vio que eran
cómodas, luego se dirigió a Kasai.
—Corre—dijo Kasai.
—¿Cómo?
—Corre todo recto, y si tienes
que evitar un obstáculo, por muy grande que sea, salta por encima.
Llega hasta el límite de esta aldea y vuelve haciendo lo mismo.
Ram obedeció. Salió
despegando. Al cabo de unos segundos volvió.
—Son de lo mejor—exclamó.
—Hablando en cristiano, cuando
corras irás más rápido, y cuando saltes, más alto y/o lejos
—¿Hasta cuánto?
—Pues depende, tienes dos
diales, uno en cada bota. Cuando lo pongas en modo normal, se
multiplica por uno, o sea que irás como si nada. Medio sería por
seis y Máximo sería por trece, o sea ir a mi altura. Si vienes
conmigo, sera mejor que me alcances.
—Gracias.
—No me las des aún—le dijo,
luego le dio la pistola.—Toma.
—¿Qué es?
—Un arma, tiene varias
funciones. Funciona con unas pequeñas bolas y dependiendo de la
función, la concentración de energía de sonido será diferente.
¿Me entiendes?
—Mas o menos.
—Las funciones son las
siguientes: Sonic-Boom, lanza la bola y al impactar con algo, explota
emitiendo un estampido sónico; Twister-Sound, dispara la bola como
una bala y a cada metro deja ir una onda expansiva de sonido;
Light-Rope, sale una cuerda de luz, por si necesitas llegar a algún
lugar alto o algo parecido; Laser-Shoot, como dice, un disparo láser.
—Esto es genial, pero no
entiendo lo del sonido.
—Cada sonido es diferente a
otro, como una huella dactilar. Pero según su frecuencia puede tener
alteraciones, lo más frecuente es reventar, en algunos materiales,
suele ser el cristal, pero es demasiado efectivo.
—¿Cuantas bolas caben?
—En cada cartucho caben un
total de mil trescientas. Tienes tres cartuchos en estos sacos.
Le dio un cinturón con un par
de riñoneras.
—Será mejor que te vayas a
dormir, mañana nos aguarda un gran día.
—¿Y tú dónde duermes?
—No me hace falta dormir,
estoy hecho de fuego.Por cierto, cámbiate la sudadera, el azul me recuerda al agua.
—Claro, engo una verde si te parece bien.
—Claro, engo una verde si te parece bien.
Continuará.
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