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Pestañas (Basta con pasar el ratón)

martes, 13 de octubre de 2015

7-El proyecto Ecuso [1]

Kasai—dijo el científico.
—¿Qué le ha pasado?
—Esto—empezó a decir señalando a las piernas,—se fue, me las quitaron el día que nos atacaron, con uno de sus virus genéticos creados por ellos. Si me pongo con ellas tardarían en volver.
—Pues lo haremos fuera de aquí—dijo mientras le agarraba las empuñaduras.
Kasai y el doctor salieron de la sala y se encontraron con Konran.
—Bien, ya le tienes, y ahora pirémonos de aquí—le dijo Konran a Kasai.
—Ya veo que has hecho amigos—se giró el doctor ahacia Kasai.
—Konran, a secas—dijo Konran al doctor.
—Dr.Átomo—le contestó.
En ese momento una urgía de soldados entraron a las celdas, parecía que habían aparecido de la nada. Los tres se cubrieron, Kasai empezó a lanzarles bolas de fuego. Estaban acorralados.
De la nada empezaron a surgir otros disparos, similares a las ráfagas de luz que lanzaban los soldados. Solo que éstas se dirigían en su contra.
Cuando todos los soldados ya habían caído, Heishi Hacka se puso en medio apuntándoles con su cañón, unos segundos más tarde les gritó.
—Tranquilos, podéis salir.
Konran cogió al doctor y empezó a llevárselo mientras Kasai le seguía. Pero cuando llego a ella se paró.
—¿Porqué?—le peguntó.
—Mi vida por la tuya, supongo que ahora estamos en paz—le contestó ella.
—Gracias—le dijo marchándose con sus compañeros.
Kasai y Konran corrían por algunos corredores, de repente se toparon con Ram y Aleix.
—¿Cuántos amigos has hecho?—le preguntó el doctor a Kasai.
—Varios—le contestó, luego preguntó a Aleix,—¿Hangar más cercano?
—Todo recto—dijo señalando con la espada.
En ese momento se abrieron varias puertas, cada una mostraba una buena manada d soldados. Aleix hizo apagar su espada.
—Yo me encargo, vosotros iros.
Aleix, con su puñal en mano, lo hizo girar un poco, colocó la punta en su pecho y volvió a encender la daga para que saliera esa ardiente hoja. La hoja le atravesó el cuerpo provocando una extraña fusión del objeto y la persona. La carne de Aleix se oscureció mientras éste se agrandaba. De su cabeza empezaron a salir unos cuernos, al igual que en los codos, muñecas, rodillas y cada una de las vertebras. Parecía un demonio.
—¿Pero qué...?—empezó a exclamar Konran.
—ES una larga historia, pero tenéis que correr.
Aleix rugió y se fue hacia los soldados mientras los demás se iban por el lado contrario. Ellos corrían por los corredores en línea recta. Hasta que llegaron a una especie de tubo vacío con un puente, el que estaban ellos. Kasai se fijó en las múltiples rejillas que había en las paredes.
—Debe de ser el conducto de ventilación principal—afirmo.
En ese momento, pasó lo mismo que hacía escasos momentos. Una multitud de soldados había llegado hasta ese puente.
—Ram, agárrate al doctor, Konran, tú también—empezó a ordenar el piroquinético.
—¿Vas a hacer la piroportación?—le preguntó Átomo,—te recuerdo que no superaste las pruebas en masa.
Kasai cogió las empuñaduras de la silla del doctor y exclamó.
—Pues ya va siendo hora.
Kasai corrió hacia el borde del puente y saltó justo cuando ya tenían los soldados pisándole los talones. En ese momento todos gritaban, todos menos Kasa. Éste empezó a arder, y provocó que la silla y sus acompañantes también lo hiciesen. Unos segundos más tarde, la última llama se había extindió.
El grupo apareció justo en la plaza central de la aldea de Ram. Los chicos estaban desperdigados por el suelo. Ram se levantó y vio que tenía leves quemaduras por los brazos y el rostro. Kasai se levanto y ayudó al doctor a ponerse de nuevo en su silla, y éste tenía toda la cara quemada. A Konran se le había derretido parte de un hombro.
—Bueno, a salvo, pero con quemaduras—dijo el doctor.
—Lo siento por eso—dijo Kasai.
—Tranquilo—dijo Konran,—ya se congelará más tarde.
Pero había alguien más con ellos. Heishi Hacka había conseguido llegar hasta ellos. Ram sacó su pistola y le apunto, pero Konran le cogió por el cuello.
—¿Qué hacemos con ella Kasai?—le dijo el hombre helado.
—Por favor—dijo ella,—solo quería salir de allí.
—¿Salir?—le preguntó Ram.
—Nos ayudó a salir—empezó Kasai,—ha traicionado a los suyos y no podía quedarse—miró a Heishi,—supongo.
—Sí, eso es—afirmó ella.—Por favor, solo quiero irme, no voy a molestaros.
Konran la soltó. Heishi chocó con el trasero contra el suelo. Átomo miró a Kasai y éste le devolvió la mirada. Átomo le hizo un gesto y Kasai reaccionó avanzándose hasta Heishi y extendiéndole la mano.
—Creo que podrías formar parte de nuestro equipo.
Heishi aceptó la mano, Kasai la levantó y tras ese gesto se fueron a casa de Ram. Al llegar, la señora Dansu les miró y se fue corriendo a ellos.
—¿Qué ha pasado?—preguntó.
—La piroportación—dijo Ram.
—Eso me suena a ti Kasai—añadió la madre.
—Señora—empezó Átomo,—su hijo a tenido suerte de sobrevivir a la piroportación.
—Pero si tiene quemaduras.
—Por eso, estábamos en una situación comprometida y la piroportación era el único remedio de fuga. Una leve quemadura es suerte ya que Kasai nunca superó las pruebas en masa, podría haber salido peor—terminó.
En ese momento llegó Ora.
—He recibido el mensaje de la señora Dansu de que habéis llegado—dijo al entrar, les miró y preguntó,—¿qué os ha pasado y quienes son los nuevos?
—Ora—empezó Kasai,—éstos son Konran, nos lo encontramos en Alemania, Dr Átomo, mi creador, y Heishi Hacka, una...ex-soldado—luego se dirigió a los demás.—Chicos, ella es Ora Tenshi, la maestra de Ram.
—Bueno, ¿y ahora qué?—preguntó Ram.
—Pues recuperaremos Fupo—dijo el doctor.
—¿Fupo?—preguntó Ora mirando a Kasai.
—Fupo Ecuso—empezó Kasai,—otro proyecto y el último, el doctor quería hacer un ejército único para proteger la tierra de desastres equivalentes a nosotros.
—Pero WPA quería mis secretos para ellos, y no son los únicos. Fupo era como el Santo Grial de todos—continuó el doctor.
—¿Santo Grial?—preguntó Ram.
—El máster de los másteres—le aclaró Kasai,—es decir que es mejor que yo en todo.
—Pero no está terminado, le faltan algunas piezas—terminó Átomo.
—Pues iremos por él—dijo Konran.
—Sí—dijo Ram.
—Cuenta conmigo—dijo Heishi poniéndose el cañón en el hombro.
—Esta bien—dijo el doctor,—pero lo planearemos todo por mañana y se hará el día siguiente.
—Un momento—empezó la madre de Ram.—Si vais a quedaros unos días, no hay espacio aquí.
—Lo sabemos—dijo el doctor,—por eso queríamos preguntar si hay alguna especie de Hostal por aquí.
—Un hostal no, pero podéis quedaros en la casa abandonada—sugirió Ram.
—Será suficiente—dijo Kasai,—creo recordar que estaba tres calles abajo.
—Arriba Kasai, tres calles arriba—le corrigió Ora.
—Perfecto, vamos allí—dijo Konran.
En ese momento, Kasai, Konran, Heishi y tomo se fueron de la casa. Nada más salir, átomo les dijo a Heishi y a Konran que continuasen porque quería hablar con Kasai a solas. Cuando estaban lejos, el doctor se giro hacia su creación.
—He notado que Heishi y Ora están enamoradas de ti—dijo, se acercó y continuó:—no hagas la viceversa con ninguna, porque si se va lejos, podría llegar a ser desastroso tanto para ellas como para ti.
—No creo que ninguna esté como usted diga.
—He visto como te miran, y cada una sabe que la otra también lo está. Lo he sabido en el momento que ellas se daban la mano. Había tensión, celos.

Continuará.

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