—Kasai—dijo
el científico.
—¿Qué
le ha pasado?
—Esto—empezó
a decir señalando a las piernas,—se fue, me las quitaron el día
que nos atacaron, con uno de sus virus genéticos creados por ellos.
Si me pongo con ellas tardarían en volver.
—Pues
lo haremos fuera de aquí—dijo mientras le agarraba las
empuñaduras.
Kasai
y el doctor salieron de la sala y se encontraron con Konran.
—Bien,
ya le tienes, y ahora pirémonos de aquí—le dijo Konran a Kasai.
—Ya
veo que has hecho amigos—se giró el doctor ahacia Kasai.
—Konran,
a secas—dijo Konran al doctor.
—Dr.Átomo—le
contestó.
En
ese momento una urgía de soldados entraron a las celdas, parecía
que habían aparecido de la nada. Los tres se cubrieron, Kasai empezó
a lanzarles bolas de fuego. Estaban acorralados.
De
la nada empezaron a surgir otros disparos, similares a las ráfagas
de luz que lanzaban los soldados. Solo que éstas se dirigían en su
contra.
Cuando
todos los soldados ya habían caído, Heishi Hacka se puso en medio
apuntándoles con su cañón, unos segundos más tarde les gritó.
—Tranquilos,
podéis salir.
Konran
cogió al doctor y empezó a llevárselo mientras Kasai le seguía.
Pero cuando llego a ella se paró.
—¿Porqué?—le
peguntó.
—Mi
vida por la tuya, supongo que ahora estamos en paz—le contestó
ella.
—Gracias—le
dijo marchándose con sus compañeros.
Kasai
y Konran corrían por algunos corredores, de repente se toparon con
Ram y Aleix.
—¿Cuántos
amigos has hecho?—le preguntó el doctor a Kasai.
—Varios—le
contestó, luego preguntó a Aleix,—¿Hangar más cercano?
—Todo
recto—dijo señalando con la espada.
En
ese momento se abrieron varias puertas, cada una mostraba una buena
manada d soldados. Aleix hizo apagar su espada.
—Yo
me encargo, vosotros iros.
Aleix,
con su puñal en mano, lo hizo girar un poco, colocó la punta en su
pecho y volvió a encender la daga para que saliera esa ardiente
hoja. La hoja le atravesó el cuerpo provocando una extraña fusión
del objeto y la persona. La carne de Aleix se oscureció mientras
éste se agrandaba. De su cabeza empezaron a salir unos cuernos, al
igual que en los codos, muñecas, rodillas y cada una de las
vertebras. Parecía un demonio.
—¿Pero
qué...?—empezó a exclamar Konran.
—ES
una larga historia, pero tenéis que correr.
Aleix
rugió y se fue hacia los soldados mientras los demás se iban por el
lado contrario. Ellos corrían por los corredores en línea recta.
Hasta que llegaron a una especie de tubo vacío con un puente, el que
estaban ellos. Kasai se fijó en las múltiples rejillas que había
en las paredes.
—Debe
de ser el conducto de ventilación principal—afirmo.
En
ese momento, pasó lo mismo que hacía escasos momentos. Una multitud
de soldados había llegado hasta ese puente.
—Ram,
agárrate al doctor, Konran, tú también—empezó a ordenar el
piroquinético.
—¿Vas
a hacer la piroportación?—le preguntó Átomo,—te recuerdo que
no superaste las pruebas en masa.
Kasai
cogió las empuñaduras de la silla del doctor y exclamó.
—Pues
ya va siendo hora.
Kasai
corrió hacia el borde del puente y saltó justo cuando ya tenían
los soldados pisándole los talones. En ese momento todos gritaban,
todos menos Kasa. Éste empezó a arder, y provocó que la silla y
sus acompañantes también lo hiciesen. Unos segundos más tarde, la
última llama se había extindió.
El
grupo apareció justo en la plaza central de la aldea de Ram. Los
chicos estaban desperdigados por el suelo. Ram se levantó y vio que
tenía leves quemaduras por los brazos y el rostro. Kasai se levanto
y ayudó al doctor a ponerse de nuevo en su silla, y éste tenía
toda la cara quemada. A Konran se le había derretido parte de un
hombro.
—Bueno,
a salvo, pero con quemaduras—dijo el doctor.
—Lo
siento por eso—dijo Kasai.
—Tranquilo—dijo
Konran,—ya se congelará más tarde.
Pero
había alguien más con ellos. Heishi Hacka había conseguido llegar
hasta ellos. Ram sacó su pistola y le apunto, pero Konran le cogió
por el cuello.
—¿Qué
hacemos con ella Kasai?—le dijo el hombre helado.
—Por
favor—dijo ella,—solo quería salir de allí.
—¿Salir?—le
preguntó Ram.
—Nos
ayudó a salir—empezó Kasai,—ha traicionado a los suyos y no
podía quedarse—miró a Heishi,—supongo.
—Sí,
eso es—afirmó ella.—Por favor, solo quiero irme, no voy a
molestaros.
Konran
la soltó. Heishi chocó con el trasero contra el suelo. Átomo miró
a Kasai y éste le devolvió la mirada. Átomo le hizo un gesto y
Kasai reaccionó avanzándose hasta Heishi y extendiéndole la mano.
—Creo
que podrías formar parte de nuestro equipo.
Heishi
aceptó la mano, Kasai la levantó y tras ese gesto se fueron a casa
de Ram. Al llegar, la señora Dansu les miró y se fue corriendo a
ellos.
—¿Qué
ha pasado?—preguntó.
—La
piroportación—dijo Ram.
—Eso
me suena a ti Kasai—añadió la madre.
—Señora—empezó
Átomo,—su hijo a tenido suerte de sobrevivir a la piroportación.
—Pero
si tiene quemaduras.
—Por
eso, estábamos en una situación comprometida y la piroportación
era el único remedio de fuga. Una leve quemadura es suerte ya que
Kasai nunca superó las pruebas en masa, podría haber salido
peor—terminó.
En
ese momento llegó Ora.
—He
recibido el mensaje de la señora Dansu de que habéis llegado—dijo
al entrar, les miró y preguntó,—¿qué os ha pasado y quienes son
los nuevos?
—Ora—empezó
Kasai,—éstos son Konran, nos lo encontramos en Alemania, Dr Átomo,
mi creador, y Heishi Hacka, una...ex-soldado—luego se dirigió a
los demás.—Chicos, ella es Ora Tenshi, la maestra de Ram.
—Bueno,
¿y ahora qué?—preguntó Ram.
—Pues
recuperaremos Fupo—dijo el doctor.
—¿Fupo?—preguntó
Ora mirando a Kasai.
—Fupo
Ecuso—empezó Kasai,—otro proyecto y el último, el doctor
quería hacer un ejército único para proteger la tierra de
desastres equivalentes a nosotros.
—Pero
WPA quería mis secretos para ellos, y no son los únicos. Fupo era
como el Santo Grial de todos—continuó el doctor.
—¿Santo
Grial?—preguntó Ram.
—El
máster de los másteres—le aclaró Kasai,—es decir que es mejor
que yo en todo.
—Pero
no está terminado, le faltan algunas piezas—terminó Átomo.
—Pues
iremos por él—dijo Konran.
—Sí—dijo
Ram.
—Cuenta
conmigo—dijo Heishi poniéndose el cañón en el hombro.
—Esta
bien—dijo el doctor,—pero lo planearemos todo por mañana y se
hará el día siguiente.
—Un
momento—empezó la madre de Ram.—Si vais a quedaros unos días,
no hay espacio aquí.
—Lo
sabemos—dijo el doctor,—por eso queríamos preguntar si hay alguna
especie de Hostal por aquí.
—Un
hostal no, pero podéis quedaros en la casa abandonada—sugirió Ram.
—Será
suficiente—dijo Kasai,—creo recordar que estaba tres calles
abajo.
—Arriba
Kasai, tres calles arriba—le corrigió Ora.
—Perfecto,
vamos allí—dijo Konran.
En
ese momento, Kasai, Konran, Heishi y tomo se fueron de la casa. Nada
más salir, átomo les dijo a Heishi y a Konran que continuasen
porque quería hablar con Kasai a solas. Cuando estaban lejos, el
doctor se giro hacia su creación.
—He
notado que Heishi y Ora están enamoradas de ti—dijo, se acercó y
continuó:—no hagas la viceversa con ninguna, porque si se va lejos,
podría llegar a ser desastroso tanto para ellas como para ti.
—No
creo que ninguna esté como usted diga.
—He
visto como te miran, y cada una sabe que la otra también lo está.
Lo he sabido en el momento que ellas se daban la mano. Había
tensión, celos.
Continuará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario