A la mañana siguiente,
Kasai se encontró tumbado en una playa. Se levantó y vio la barca
como si fuera un muro enterrado a medias justo detrás de él. Se
levantó y miró a sus alrededores. Reconoció el lugar, la playa de
las filipinas. Estaba en Gavá, justo al lado del Aeropuerto del Prat
de Barcelona.
Empezó a caminar, miró
hacia el sol y vio que no eran más que las ocho de la mañana. Ahora
él estaba solo en el mundo, él era libre. Desde hacía tiempo que
había oído que había un bosque, una sierra de montañas, donde la
magia se hallaba en cada rincón y el ser humano nunca ha podido
hallar. Ese bosque tenía el nombre de Collserola, situado unos
kilómetros al norte. Su plan era llegar ahí sin que nadie pudiese
ver su aspecto hasta ver qué podría hacer para cumplir su sueño,
un sueño que tenía para cuando estuviese libre. Ser aceptado en la
sociedad humana como uno más, algo que él sabía que era costoso
por sus actos pasados.
En unas horas llegó al
bosque, había encontrado una capa con la que cubrirse por el camino.
Anduvo por los senderos hasta da con una aldea que no aparecía en el
mapa. Una aldea, reinada por sombras, una aldea de aire clandestino.
Todos los que vivían allí eran criaturas inhumanas buscadas por
todo el mundo. Gente que había cometido todo tipo de crimen, y en
caso de que no fuera así, eran capaces de hacerlo.
Entró en una especie de
taberna, donde todos los habitantes del lugar se encontraban allí.
Al parecer estaba subastando gente. Acababan de vender dos gemelas a
algien que parecía un minotauro.
—...Muchas
gracias Cerbero—dijo
el subastador.—Y por
último tenemos a un niño.
Se
levantó una lona, un niño de entre diez y doce años estaba
encadenado, vestido con un jersey azúl y un pantalón marrón.
—Encontrado
ayer, parece humano, pero en realidad viene del pueblo pacífico que
nadie sabe donde está. Sí, damas y caballeros, aquél más
escondido que el nuestro, lleno de valquirias y sacerdotisas y otras
de esas criaturas extrañas. Lo sabemos por las vestiduras que tiene.
Y su aspecto indica que uno de sus progenitores es humano y el otro
una valquiria, no sé quien es él y quien ella. Y ya sé que no
parece gran cosa, pero podéis usarlo para cualquier cosa sino
queréis esperar a que crezca para ser un gran esclavo.
—¿Descuartizarlo?—pregunto
un hombre lobo.
—¿Degollarlo?—dijo
un hombre con la mitad de leopardo.
—¿Torearlo?—preguntó
el minotauro.
—Sí,
sí— afirmó el subastador,—incluso podría hincarle mis
colmillos, pero hoy ya he bebido suficiente.
El
público empezó a soltar un par de risas. Kasai notó que el niño
estaba asustado. Vio como miraba al público y asta que el niño se
fijo en Kasai. Le hecho una mirada confusa, como si no supiese quien
estaba ahí. A Kasai se le quedó esa mirada.
—Muy
bien, damas y caballeros. ¿Qué les parece empezar por...mil?
El
lobo levantó la pata. En seguida la gente empezaba a subir la puja.
Dos mil por parte del minotauro. Dos mil quinientos por parte de un
Ian, un hombre de hierro de dos metros. Tres mil por parte de un
enano. Cuatro mil quinientos por parte del lobo.
—Cinco
mil, y embisto al que siga—dijo el minotauro.
—Cinco
mil para el señor de los cuernos—dijo el subastador.—A la una, a
las dos...
—Una
amenaza—saltó Kasai.
—Vaya,
el encapuchado ofrece una amenaza—dijo el subastador mientras los
demás se reían.—¿Qué es eso?
—Que
envío a este pueblucho maloliente y cada habitante al infierno si
ese crío no es mío.
—Vaya,
pero creo que tiene más valor la oferta de Cerbero—dijo el
subastador.
—¿Está
seguro?—pregunto Kasai quitándose la capa.
—¿Qué
demonios eres?—le preguntó el hombre lobo.
—He
oído hablar de él—empezó un ángel oscuro, un ángel de alas
negras.—Un ser de fuego y sombras, siempre da con lo que quiere,
buscado en todas partes, conocido como “La Saeta Ardiente” y que
cada país tiene su precio por cabeza. Aquí en España esa cabeza
tiene el precio de cuarenta millones trescientos mil euros y
subiendo. Solo con ese precio dice que es más peligroso que todos
nosotros juntos.
—Pues
yo me quedaré con la recompensa—dijo Cerbero preparándose para
embestir.
El
minotauro empezó a correr hacia Kasai, éste empezó a arder e hizo
un placaje al hombre toro. Cerbero cayó, y se volvió a levantar,
volvió a embestirle, pero esta vez Kasai le sujetó por los cuernos.
Dejó que lo llevara a la pared, puso los pies en el muro intentando
empujar un poco. En un momento saltó soltándolo. El minotauro chocó
con la pared y por la fuerza de choque los cuernos se rompieron.
Cerbero miró a Kasai y este con su puño de fuego le golpeó el
hocico dejándolo en el suelo, aturdido. Kasai miró a la gente y
gritó:
—¡¿Alguien
más?!
El
público negó con la cabeza, Kasai se agachó y miró en los
bolsillos del minotauro. Sacó un fajo de billetes y una moneda. Miró
al subastador y dijo:
—Mi
amenaza vale cinco mil euros y un céntimo.
—Vendido—dijo
el subastador.
Kasai
subió y le dio el dinero al subastador mientras le daban al niño
encadenado. Kasai tiró del niño hasta haberse alejado bastante de
la zona habitada. Cuando llegó donde quería paró y le miró, tenía
cara de asustado. Miró sus cadenas. El niño apartó su mirada con
más miedo al ver que Kasai sacaba fuego de las palmas. Acto seguido,
Kasai echó todo el fuego a las cadenas haciéndolas derretirse como
si fueran hielo.
—Vete—le
dijo.
—¿Qué?
—Que
te vayas, eres libre.
—Pero...me
has sacado de allí.
—¿Y
qué?
—Que
te debo la vida.
—Considéralo
un favor, y ahora será mejor que te vayas—dijo Kasai marchándose.
—Espera.
—¿Qué
pasa?
—Puedo
acompañarte, en algún momento te tengo que devolver la deuda, favor
o como lo llames.
—Puedes
pagarla... marchándote a tu casa.
—¿No
puedo ir contigo?
—No
puedes, ni debes. ¿No sabes lo que soy, lo que me llaman y/o lo que
me temen?
—Yo
no te veo mal.
Kasai
sonrió y empezó a caminar, el muchacho empezó a seguirle. Kasai
empezó a cantar como era su vida.
Conozco
el son que las sombras dan
y
el aire me abraza sin apenas arder.
Tú
en mi historia no tienes lugar,
no
eres más que un niño que no sabe qué ver.
Todo
lo que me toca empieza a quemar
e
incluso todo lo que pueda ser amistad.
Fuego
y magma siempre me protegerán,
es
mi hogar de equilibrio, un mágico clan.
Como
una sombra soy
y
rodeado de fuego estoy.
Hay
una fuerza estelar
en
mí cuando mi furia doy.
No
puedo estar
con
nadie más.
No
miro atrás
y
solo voy.
—Ya,
pero, ¿no crees que podríamos formar un equipo?
—Se
ve que no coges las metáforas, así que te lo diré algo más
literal.
Sé
como es todo ese mundo que vi
y
lo quiero apartado de mí.
Sentí
su maldad, y su falta de humanidad
y
mi mundo solo está hecho de soledad.
Pues
una sombra soy
y
junto al fuego estoy.
Hay
una fuerza estelar
en
mí cuando todo doy.
No
quiero estar
con
nadie más.
Lo
dejo todo atrás
y
solo voy.
—Cierto
es que eres algo especial pero yo no te llamaría monstruo—dijo el
muchacho.
—No
me voy a deshacer de ti, ¿verdad?—le preguntó, miró su cara y
volvió a preguntar.—¿Cómo te llamas?
—Ramrod
Dansu, aunque todos me llaman Ram—le dijo extendiendo la mano.
—Kasai
Maguma—dijo devolviéndole el gesto.
—¿A
dónde vamos?
—No
sé, el destino lo dirá. Mi meta es ser aceptado como uno más en
este mundo. ¿Y tú?
—Me
gustaría ser una leyenda.
—Como
no—dijo en voz baja, luego se volvió.—Ser leyenda...dirás
famoso.
—Sí,
algo así.
—Pero,
sabes que la gente como nosotros sigue el dicho “comete el crimen
ahora o calla para siempre”?
—¿Y
Merlín?
—Ese
viejo carcamal tuvo mucha potra. Mira, a mí se me conoce por
piromanía, asesinato y miles de crímenes que no te diré, y esos
que querían descuartizarte igual. Crees que vas a ser...
—Leyenda,
sí.
—Bueno,
admito que tienes entusiasmo, por algo se empieza.
—No
te das cuanta de que si vas por el mismo lugar que yo, acabarás
antes tu meta?
—Bien
dicho, pero por leyenda...¿a qué te refieres?
—Aunque
no lo creas, muchos famosos de hoy en día son gente como nosotros.
—Más
como tú, mas yo...no creo.
—Mira,
en este mundo hay cosas que la humanidad apenas sabe que existe, muy
pocos las creen.
—¿Y
como lo hacemos para que no nos investiguen como alguien exterior a
la Tierra?
—Supongo
que eres un crack dando esquinazo para tener un valor cada vez mayor.
Por cierto, en cuanto a esto...debe de ser un viaje y ya tengo la
primera estación.
—¿Tu
pueblo invisible?.
—Sí,
no creo que vayas solo cubriéndote con esa armadura, necesitamos
ropa nueva, alimentación y cosas así. Y luego el objetivo de
leyenda.
“Este
niño sueña mucho, cree que todo es fácil pero tiene mucho
entusiasmo y mucha energía, mas no se equivoca en muchas cosas de
las que dice, solo necesita una mano...como yo”.
—Llevo
esta armadura porque la necesito, me mantiene con vida, sobre todo el
casco.
—Pues
póntelos encima. Ya veremos que hay. Mi pueblo está por ahí.
Señaló hacia la
dirección noreste, y en seguida los dos se pusieron en marcha.
Continuará.
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