Ocurrió la noche del
quince de noviembre del año dos mil dieciséis, sucedían atentados
desde hacía un año, pero no eran tan graves como los de entonces.
En la central de una agencia, la cual no mencionaré, estaba un
individuo conocido como Ghost sentado con unas esposas en la sala de
interrogatorios. Fuera había un par de agentes hablando hasta que
llegó una mujer de pelo castaño y ojos de mismo tono.
—Buenos
noches agente Rose—le dijeron.
—Buenas
noches—dijo ella,—¿cómo le han atrapado?
—Ha
costado, pero al fin pudimos dar con el en una casa que hay en South
Detroit Street con la cuarta, aquí, en Los Ángeles. Pudo huir por
las azoteas hasta llegar a South Formosa Avenue—empezó a decir uno
de ellos.
—Saltó
a la calle intentando aterrizar en su famoso aerodeslizador, pero
pudimos cogerlo antes, aunque no el aparato—continuó el otro
agente.
—Dejad
que me encargue yo—dijo la agente Rose.
La
agente Rose entró en la sala de interrogatorios y se sentó. Vio a
Ghost vestido con su sobretodo negro que le cubría bastante cuerpo,
vio su máscara de calavera, vio como él le miraba.
—Sr...Ghost,
¿Por qué le llaman así?—preguntó ella.
Ghost
no contestó.
—¿Entiende
mi idioma?
—No
capisco bene l'inglese—dijo
Ghost,—pero parlo
un poco el spagnolo.
—Bueno,
pues nos comunicaremos en español Sr.Ghost.
—Llámeme
Ghost.
—Bien
Ghost, es italiano , ¿no?
—Sí.
—¿Por
qué le llaman Ghost?
—Por
como visto, como me comporto, pero supongo que ya lo sabe—Ghost
estiró el dedo índice, sacó una pequeña cuchilla y siguió,—podría
taglierle
el cuello y llevarme la suya sangre. Pero no lo...haré, porque sé
que me necesitan, se è
visto en el rostro.
—Es
cierto Ghost, no estoy aquí por lo que les has hecho a los ejércitos
de docenas de países, aunque me ofenda.
—Militari
solo quieren nuove
armi,
queste armi
puede acabar en el mercato
negro, ya hay demasiado en il
mondo.
—Me
parece bien que tenga opiniones, pero lo que usted hace es delito,
podría hacerlo por otros medios.
—Tempi
disperati, misure disperate.
En
ese momento, Rose sacó unas imágenes. En ellas se veían restos de
bombas, que parecían químicas, y un sospechoso con máscara.
—Desde
hace tiempo, ese individuo esparce un virus—empezó ella.—Al
inicio, el virus moría al entrar en la persona, pero con el tiempo
lo ha ido mejorando, ha ido dejando bombas químicas en diferentes
parques de atracciones de la costa oeste. Hace poco, vimos que el
virus podía contagiarse, y lo retuvimos, pero esa persona sigue
viva, y dentro de nada podría causar una epidemia.
—¿Qué
hace el virus?
—Según
las investigaciones, provoca alucinaciones.
—¿Es
tutto?
—La
alucinaciones van de mal en peor, vienen de las peores pesadillas que
uno pueda tener. La mayoría de los que la han padecido están en un
ataúd por suicidio.
—Sembra
un modo creativo per
matar senza
punizione.
—Ya,
pero ahora sabemos que es él.
—Meglio
tardi che mai, immagino.
—Le
cuento esto porque sé que puede ayudarnos.
—Usare
il fuoco con il fuoco.
—Exacto,
queremos que lo traigas con vida.
—¿A
cambio de qué?
—Todos
esos delitos tuyos, quedarán borrados, nunca habrás hecho nada.
—Yo
non sono il
Suicide Squad.
—Eso
en la primera misión, queremos que sea mercenario, tiene usted un
don, Ghost.
—¿Mercenario?
—Cambiar
de vida, hacer justicia por otra forma que no sea delictiva, o menos
delictiva.
—Suena
molto bene.
—¿Que
dice, Ghost?
—Tutto
incubo ha il suo fantsama.
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