Ha
pasado ya un tiempo. Kasai y Ora estaban corriendo por un bosque en
una montaña, de noche. Ora sujetaba en brazos a su hija Suta e iba
por delante de su marido. Por detrás, se veían unas luces y unas
voces que los perseguían. Parecía que querían lincharlos.
—¿Cómo
estará Ram?—preguntó Ora.
—Está
con Willy, no les pasará nada.—contestó Kasai.—Deberíamos
acelerar el paso o nos alcanzarán, ya hemos perdido un hijo.
—Voy
con Suta en brazos y no soy tan rápida como tú, si tuviera los
poderes que nos cedió Musha, aún, pero la situación es la que es.
—Agarra
fuerte a Suta—dijo Kasai mientras tomaba a su mujer en brazos y
comenzaba a acelerar.
Kasai
sentía las luces y las voces aún más lejos, así que siguió
acelerando hasta que vio algo en frente.
—¡Una
carretera!, les podremos despistar—dijo.
En
ese momento, u furgón blindado con el emblema de la WPA, la agencia
de protección mundial, se detuvo delante, en la carretera.
—¿Más
problemas?—preguntó Ora.
En
ese momento, del maletero del furgón salió un hombre calvo. El
hombre estaba dispuesto a hablar justo cuando Kasai se paró delante.
—Familia
Maguma Tenshi, si quieren sobrevivir, entren—les dijo.
—¿Cómo
nos podemos fiar de usted?—le preguntó Ora.
—Soy
su única solución.
Kasai
entró sin pensarlo y sentó a su mujer y a su hija. El hombre entró,
cerró la puerta y dio unos golpes a la cabina del conductor. En ese
momento empezaron a arrancar.
—No
se preocupen por sus amigos Willy Wild y Ramrod Dansu, les ha
localizado otra unidad y van a buscarlos—les dijo el hombre.
—¿Quién es?—le preguntó
Kasai.
—Heishi Hacka, Saulo “Musha”
Seis-Soles, Aleix Valentine, el príncipe Sufvil, Giovanni “Ghost”
Sócrate, ¿le suenan sus nombres?—le preguntó el hombre.
—Por su puesto, Heishi era una
buena amiga, y en cuanto al FPTeam, los hemos conocido y encontrado
con ellos varias veces—contestó Kasai.
—Soy Hugo Sota, ex-capitán
general de la WPA—se presentó el hombre.
—¿Ex-capitán?—preguntó
Ora.
—Las altas esferas han
decidido que los no-humanos no debéis estar vivos, y no solo es por
lo de Barcelona, sino por mucho en general. Sabemos que, como los
humanos, tenéis vuestra forma de pensar, sabéis que es el bien y el
mal, pero la gente humana ha tenido miedo desde que se aceptó que
vivierais entre los humanos. Yo he tenido agentes a mi disposición
que no eran humanos, de hecho, eramos la única organización que
contaba con esos recursos. Al mismo tiempo que las altas esferas han
decido eliminaros, y que el pueblo se ha puesto de su parte de forma
tan brusca, han desmantelado WPA. No quedan ya muchos como vosotros.
—¿A dónde vamos?—preguntó
Suta.
—Hay una base que solo algunos
de mis hombres y yo conocemos. Mientras las demás se han ido abajo,
está sigue siendo segura. Tardaremos un poco, pero lograremos
llegar. Ahora vamos al aeropuerto, donde un jet nos espera. Una vez
en la base, tanto padre como hija deberán someterse a un proceso.
—¿Por qué solo mi marido y
mi hija?—preguntó Ora,—¿y qué proceso?
—Usted, sra. Maguma, puede
pasar desapercibida por su parecido humano, pero su marido no, y su
hija tampoco. El proceso será darles ciertos dispositivos que no se
puedan detectar que...
—Anularan nuestros poderes, y
nos dejaran como humanos.
—Exacto, pero esos
dispositivos pueden desactivarse, mientras que a otros se les anula
el poder, a ustedes, por su contribución en los últimos años, se
les da esa opción. Pero luego, solo ustedes podrán rehacer su vida.
—Muchas gracias—le dijo Ora.
—Se lo merecen, no sé cuánto
difícil es que te roben una vida dos veces—dijo mirando a
Kasai.—Es cuanto puedo hacer, mientras nosotros seguiremos de forma
extraoficial, así que si nos necesitan, solo llámenos, les daré el
número cuando lo cambiemos todo.
En ese momento, Kasai miró a su
mujer y a su hija y pensó: “Nunca pensé que así terminaría La
Saeta Ardiente”.
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