Cuando Mercé y Phantom se
fueron. Kasai, Ora, Musha y Andes se fueron rumbo opuesto. Fueron
bajando escaleras, recorriendo pasillos, pasando por toda esa especie
de laberinto que formaba las entrañas de la fortaleza.
—Noto presencia ígnea
cerca—exclamó Kasai.
—Tres malignas, la otra
indefinida—detalló Musha.
—Supongo que las malignas son
esos tres clones de colores tuyos Kasai, esos de los cuales te
libramos las chicas y yo—dijo Andes.
—Probablemente sea
así—contestó Kasai,—¿pero la indefinida?
—Indefinida es la persona que
aún no hace uso de su conciencia, en este caso puede ser un bebé o
alguien con una enfermedad cerebral, o algo por el estilo—explicó
Musha, supongo que es vuestro hijo.
—Lo es—dijo Ora,—como
madre, estoy segura.
A los pocos instantes de haber
dicho eso, llegaron a una habitación donde estaban Focu, Moto y
Fajro. Fuco sujetaba en sus manos a Yogan, un bebé de casi dos años
de edad, rubio, con ojos verdes y la piel rosada en la mayoría de su
cuerpo, puesto que desde sus codos y rodillas hasta las uñas eran
absolutamente de color negro. Detrás de ellos había un portal.
—Focu, Fajro—empezó
Moto,—entrad rápido, tenemos visita.
Ambos obedecieron, llevándose a
Yogan con ellos. Kasai y Musha empezaron a correr, pero justo al
llegar al portal, éste se cerró y se volvió a abrir.
—Lo siento—recomenzó
Moto,—cuando hace eso, es que ha cambiado la ubicación.
Musha
y Kasai tornaron su cuerpo mirando a Moto, el cual sujetaba y
mostraba con orgullo un control remoto. En ese momento Moto comenzó
a rodearse de llamas y se metió con velocidad al portal. Musha,
Kasai, Ora y Andes le siguieron hasta que se vieron en una ciudad que
les sonaba.
—Barcelona—dijeron
los cuatro al mismo tiempo.
Acto
seguido el portal se cerró, ambos miraron a sus espaldas y vieron a
Moto. Poco a poco, los automóviles empezaron a pararse y a hacer
sonar sus cláxones, eso hizo que se dieran cuenta que estaban en
medio de un cruce.
—Ríndete
Moto, somos cuatro contra uno—dijo Kasai.
—Muy
equivocado estás, sucesor—afirmó Moto.
En
ese momento a lo lejos se veían las tapas de registro salir de forma
elevada impulsadas por el agua de los sistemas de alcantarillado que
guardaban. Cada vez las erupciones de ese agua estaban más cerca
hasta encontrarse con ellos, después de eso, el agua de la última
erupción les empezó a rodear hasta llegar al lado Moto, donde
empezó a formarse una figura femenina. Era de piel completamente
negra, cubierta por una armadura similar a Moto, o Kasai años atrás,
pero no tenía forma de fuego sino de agua y era azul como la de
Moto.
—Os
presento a Embura Gungua—dijo Moto.
Después
de la entrara de Embura, el cielo empezó a nublarse. De las nubes
grises, empezó a formarse un pequeño tornado que iba descendiendo
hasta ponerse al otro lado de Moto. Una vez llegado, el tornado y las
nubes desaparecieron dejando mostrar otra figura femenina semejante a
las dos, pero su armadura azul tenía espirales como los torbellinos
del viento.
—Y
aquí está, Air Mepo—continuó Moto.
En
ese momento en la sierra de Collserola, la sierra que está al norte
de la ciudad, empezó a salir una gran esfera de arena, la esfera
empezó a dibujar una cortina ligera por el cielo dirigiéndose hacia
ellos hasta postrarse al lado de Embura. De la arena empezó a
formarse un ser igual, piel negra y armadura azul, solo que a
diferencia de las otras armaduras, ésta cubría todo el cuerpo.
—Y
Pasi Jecha entrando en escena—terminó Moto.
—¿Cuál
es el plan?—preguntó Kasai.
—Yo
ataco y me llevo al que venga, vosotros haced lo que queráis—dijo
Musha.
En
ese momento, empezó a correr hacia los cuatro seres elementales,
sacando garras de veinte centímetros hechas de acero sombrío por
cuatro nudillos de cada mano.
—Embura—dijo
Moto.
Embura
empezó a dirigirse hacia Musha patinando sobre agua que salí del
asfalto. En ese momento Musha se metió en el alcantarillado, donde
Embura le siguió risueña.
Continuará.
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