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Pestañas (Basta con pasar el ratón)

lunes, 27 de abril de 2015

La BSO siempre anda en las mejores batallas.[Guerras Celestales]

24 de abril de 2015, viernes:
Tras ese fracaso con Poseidón, decidí seguir su consejo y entrenarme. Emprendí mi camino hasta llegar a un lugar en el que mandaba la música. 
Las islas eran discos y cajas musicales, muy poco divididas entre ellas y aunque el cuerpo a cuerpo era mejor opción que la distancia, empuñé un arco y un carcaj con flechas para la batalla. 
Había oído que las mejores batallas se merecen una buena Banda Sonora Original, pero nunca pensé que se convirtiera en la batalla misma. Ese lugar era tan musical que hasta había un individuo misterioso llamado "skrillex_jBIEBER". 
Esos nombre me sonaban a unos trovadores (o quizá unos juglares o algo parecido) con cierta diferencia entre ellos.

Empezó la batalla, pude hacerme con un peto hecho de diamante, también con un par de grebas de cota de maya y un yelmo de cuero, pero de armas no tenía más que un hacha de piedra. Cuando miraba a un objetivo, una flecha me rozó la mejilla y penetró en uno de esos tocadiscos. Cogí un par de tablones de madera que había alrededor y pude hacerme una pequeña muralla mientras veía que muchos de mis oponentes caían al vacío azul. Hubo un momento que mi atacante estaba distraído, aproveché para enganchar de forma veloz más tablones, pero esta vez en forma de puente para contraatacar. El se había hecho un muro de piedra, lo que indicaba que sabía que yo también tenía un arco y que estaba dispuesto a usarlo. Escalé ese muro y le clavé el hacha en la pierna para que no pudiera correr. Le volví a dar, pero en la mano para que le doliera al usar esa espada de adamas que sujetaba. Estando delante, cogí mi arco y le apunté, solté la flecha y asestó en su frente provocándole una muerte instantánea.

Miré entre sus efectos personales mientras las demás gentes se mataban entre sí, solo por sobrevivir. Cogí su buen casco de diamante y sus botas de oro al igual esa gran espada que me tenía enamorado. Me día la vuelta, el guerrero de la isla vecina se había hecho un puente hacia mí de madera, a mis espaldas, pero yo pude picar un poco de piedra y cortar algo de esa madera para dejar una trampa a mi favor, con el detalle de un ligero y pequeño radiocasete. Vino, cayó y murió ahogado por el vacío.

Quedábamos solo cuatro, el ambiente estaba caldeado. Literalmente hablando, estaba ardiendo. Ese juglar se las había ingeniado para producir lava de la nada y hacer una catarata que envolviera la base de uno de los gladiadores, y ese gladiador estaba dentro.
Solo podía  salir por debajo, haciendo una pasarela a un lugar seguro, a no ser que fuera inmune al fuego o que hiciera la táctica de Houdini.
Vi como picaba debajo de sí, pero, o bien calculó mal o bien no tuvo mucho cuidado. Porque vi como descendía y descendía hasta morir ahogado, solo, sin esperanzas,... en el vacío espacial. Una gran tragedia para él y su familia... pero yo seguía vivo así que debía continuar. Si yo fuese él, hubiese salido por la lava, ya que estoy hecho de fuego, y si no estuviera hecho así, me las hubiera ingeniado.

Solo tres estábamos en esa batalla ya, solo tenía un treinta y tres por ciento de probabilidades de ganar al igual que ellos.
Pude fijarme donde estaba el tercer, se había ocultado para poder lanzar saetas. Mientras el juglar se acercaba hacia nosotros a una velocidad que le demostraba que era juglar (los juglares van andando a las ciudades, y cuando andas mucho aumentas poco a poco la velocidad) yo intente apuntar una saeta hacia ese chico que jugaba a las escondidas. Le di a ese cofre que tenía encima de sí. Tomé una segunda saeta y apunté mejor, tanto que dejé tuerto a ese pobre hombre. Pero quien se lleva el mérito de su muerte fue el juglar. En nada había llegado a su isla y le cortó la cabeza al estilo de la Reina Roja. Me miró como si él fuese un tigre y yo un conejo y empezó a dirigirse hacia mí. Yo corrí hacia mi isla, había puesto una trampa en el primer puente que se iba a encontrar y otras dos en el siguiente. Así que confiaba en eso.

Pero él fue astuto, desmanteló la primera trampa y saltó por encima de la segunda. Empecé a creer que haría lo mismo con la tercera, así que empecé a lanzarle huevos, arrojarle bolas de nieve y disparar saetas. Pero todas le rozaban las espaldas, era tan rápido que cruzó el puente en menos de un segundo. Yo ya pensaba en mi fin, pensaba que estaba debajo de mí esperando a que yo bajase a por él para matarle cuando iba a ser al revés. Pero tuve suerte de que no fuera así, no se paró a pensar en la posibilidad de una tercera trampa exactamente igual a las anteriores.A la tercera fue la vencida. Cayó en esa trampa y murió al acto, eso me proporcionó a mí la victoria.
Cualquiera diría que fue la experiencia, pero yo voy a admitir que ese día tuve suerte, mucha suerte.

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