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Pestañas (Basta con pasar el ratón)

martes, 21 de abril de 2015

La batalla de los bucaneros.[Guerras Celestales]

5 de abril de 2015, domingo.
Era aquel tranquilo domingo de pascua cuando decidí alistarme en uno de los ejércitos para batallar en las guerras celestiales, unas guerras que se hacen en el cielo. Al alistarme se me situó en el segundo grupo y se me dio un paquete de hechizos para que pudiese encantar todo en cuanto quisiera a partir de lo que recogiese.
Nada mas caer en ese escenario de navíos, pude hacerme con un buen pico, con el cual pique hierro y diamante para proporcionarme una buena protección. En cuanto las fabriqué, las encante para que el dolor que recibiese fuera menor. Más tarde miré en algunos de esos cofres, conseguí hacerme con un peto y unas botas mejores que las que llevaba, pero mis grebas y mi casco eran ciertamente insuperables. Más tarde me hice con una espada de hierro con un nivel dos de afilado que reposaba sobre los restos de uno de mis compañeros y un buen arco de mucha potencia, junto a él un carcaj lleno de saetas dispuestas a ser disparadas al enemigo.
Cuando llegaron el resto de mis compañeros, solo quedábamos un total de cuatro hombres, cuatro de seis. Supuse, ya que uno murió por varios disparos de arquero, el otro debió caer al vacío que nos rodeaba, porque sino no habría un puente a medias que iba hacia la isla del centro. Eché un vistazo a mis enemigos, empezando por el tercer grupo, seguían todos.
Mientras cinco de los tripulantes avanzaban construyendo un puente hacia la isla central, pero no sé porqué el último subí arriba de los mástiles, se hizo una pequeña base y de la nada formo una gran catarata de lava. No sé porqué lo hizo, pero más tarde lo comprendí. Debía de tratarse de un "seguidor de Judas Iscariote", porque vi que el primer grupo, no solo estaba también con sus seis hombres, sino que además ya habían conseguido llegar al centro. Vi también como empezaban a lanzar flechas, huevos y bolas de nieve a ese grupo. Cuando empezaron a retroceder se dieron cuenta de la traición, estaban entre el vacío y esa gran columna ardiente que hacía arder el barco, lo hacía desaparecer poco a poco por las cenizas que dejaban la lana y la madera. Ellos no tenían ningún lugar de salto, entendieron que era su fin y se quedaron quietos mientras veía que varios de esos objetos lanzados iban impactando sobre ellos y haciendo que cayeran al vacío, todos excepto uno. El más cercano a la catarata, cuando una bola de nieve impactó en su nuca, perdió su punto de referencia y se metió ahí, proporcionándose una muerte a la parrilla.
Tras ese momento, me fije que de mi grupo solo quedaba yo. Mientras yo miraba esas muertes, mi equipo había conseguido terminar el puente hacia la isla del centro, pero al llegar ese equipo, el primer grupo, los había matado a todos, aunque ellos también tuvieron sus bajas. Hice el recuento: cuatro del primer grupo, yo solo en el dos, el traidor en el tercero y seis en el cuarto.
Hablando del cuarto, mientras yo me las ingeniaba para trazar unas trampas en el puente que iba desde la isla hacia mi nave, iba viendo lo que hacían. Mientras cinco de ellos trazaban una trampa con artefactos explosivos, otro se construía el puente al centro con un par de tablones para cubrirse y no caer. Cuando yo terminé mis trampas, oí una explosión. Debió de ser uno del grupo que activó esa trampa sin querer, no solo eran los únicos con esos objetos peculiares, sino que su barco había desaparecido y solo quedaba el que se hacía una especie de casa en ese puente.
Giré la cabeza y vi que tres de los hombres del equipo uno se acercaban a mí, mientras la única mujer de su grupo se quedó voluntariamente vigilando al traidor y al constructor de casas flotantes. Mientras ellos venían, yo les lanzaba de mis proyectiles haciendo ver que estaba asustado, pero en realidad sabía que o caerían por mis proyectiles o lo harían por mis trampas. Uno lo hizo por las flechas que le arrojaba, pero los otros dos debían de ser "brujos" porque ninguna de mis saetas, por mucho que les diesen, no les afectaban. Pero menos mal que cayeron en mi trampa, y tuve suerte de que la chica no se fijara en nosotros, porque sino habría sabido cómo esquivarla.
Cuando me fijé en ella, se dirigía a un lugar. El del cuarto grupo, avanzaba y ella le esperaba con su espada. podría haberle lanzado alguna flecha u otro proyectil, pero supuse que no tenía, que se le acabaron al atacar al tercer grupo. Pero yo le ahorré la espera, con mi poderoso arco disparé la mejor de mis saetas hacia ese hombre, proporcionándole la muerte a él y la derrota a su ejército.
Solo quedábamos tres en la arena, la chica, el traidor y yo. Eché un vistazo a ese traidor y seguía en el mismo lugar, observando, como si fuésemos un partido de fútbol. Miré a la dama y me fijé, aparte de estar mejor que yo tanto en equipación como en armas, me estaba haciendo unas señales. Yo seguía esas señales y le contestaba igual con una conversación parecida a esta:
—Te propongo una tregua—me decía ella.
—De acuerdo—le contesté,—pero cuidado con el puente.
—Tranquilo, seguro que ese de arriba no tiene buena puntería—añadió mientras venía, entendió que yo me refería a ese cuando yo le advertía de mi trampa, pero era tarde para avisarle, ella cayó en la trampa.
—¡Quién avisa no es traidor!—le grite eso mientras la pobre moría ahogada por el vacío.
Una menos, eso quedaba entre el traidor y yo, un cara a cara. Empezamos a lanzarnos flechas, nadie llegaba al otro, yo decidí parar y ahorrar saetas pero él continuaba. Así que decidí proponerle un trato, le dejaba venir a mi barco y hacer una lucha de honor para la victoria. Se lo dije en inglés pensando que no entendería el puro castellano, pero al parecer se negaba.
Se lo seguía diciendo mientras él me seguía disparando. Le decía cosas como: "ven y hacemos lucha de honor", "prometo que no te ataco mientras vienes", "en serio ven y quedará más épico".Pero él me seguía ignorando y disparando. Iba haciendo una especie de ring para esa batalla de honor entre él y yo, decidido a que vendría.
Pero después de una hora me cansé de esperar, rápidamente deshice mi trampa para pasar a la isla central y luego hacer un firme puente hacia los restos de su navío. Pero paré porqué vi que al fin se movía, pero para alejarse de mí. Pero vi que no se percató que yo había parado. Cogí mi arco y una saeta, apunté y disparé, pero no le llego, y menos mal que no la oyó, porque de caso contrario hubiese vuelto a su base y yo hubiera tenido que ir en su búsqueda. Pero no fue así, seguía alejándose, yo tenía una segunda oportunidad. Creyéndome Robin Hood cargué el arco con mi segunda saeta, esperé y calculé su tiempo de movimiento y la altura a la que debía disparar, esperé un rato y solté la cuerda de mi arco. La flecha le atravesó el cráneo haciendo que ese cobarde cayese en el vacío. Gracias a ese tiro mi equipo ganó, aunque solo estubiese yo para representarlo.

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