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Pestañas (Basta con pasar el ratón)

jueves, 6 de abril de 2017

6-Las montañas [3]

Kasai se despertó en su cama, a su lado estaba su mujer, Ora, la cual seguía dormida. La sacudió un poco por el costado para despertarla. En seguida se despertó.
—¿Qué ha pasado?—preguntó ella.
—Parece que nos hemos desmayado.
—Lo último que recuerdo fue que Andes nos dijo que era la esposa de Musha.
—Parece mentira, ¿quién diría que el vivo retrato de la muerte pudiese sentir algo hacia otra persona?
Kasai se levantó, y segudo por Ora, se fue hacia la sala de estar. Allí vio a Ram, que ya había despertado, jugando con Andes y Suta. Wild seguía dormido, tumbado en el sofá mientras que Mercé y Phantom estaban de pie mirando como jugaban los demás.
—Vaya siesta os habéis montado, ¿eh?—dijo Mercé cuando Kasai entró con su mujer.
—¿Tiempo de sueño?—preguntó él.
—Solo un par de horas—respondió Phantom.
—Lo que no entiendo es por qué Wild ha reaccionado igual—dijo Ora.
—Aunque Wild estuviese más de un año ausente, recuerda que en El Limbo el tiempo era una locura, pudo ver de que era capaz Musha.
—En vista que los padres ya están serenos—empezó Andes,—será mejor que nos larguemos.
—Tienes Razón, hemos venido por otra cosa—dijo Phantom.
—Un placer conoceros—dijo Mercé.
En ese momento, una luz blanca e intensa inundó todo el salón. Un segundo más tarde, la luz se fue y las tres chicas ya no estaban. Ram seguía en el suelo con Suta, Kasai y Ora cerca de la puerta y Willy tumbado en el sofá.
—¿Qué has averiguado cielo?—le preguntó Ora.
—Tres de las Saetas anteriores a mí están con un ser que pudo rivalizar un poco contra Musha, pero acabó muy mal para él, y ahora tiene un plan de venganza en el que me incluía. Pero cuando os conocí, le cabreé.
—¿Así que nuestro hijo está con un espectro?
—Algo así.
—¿Qué plan tienes?
—La termocepción, buscaré fuentes de calor similares a la mía y llevarnos allí.
—Hay muchas cosas que arden, volcanes, estufas...
—Pero solo tres como yo, y encima que se muevan.
Kasai se pasó un total de tres horas buscando fuentes de calor móviles por toda la tierra, rastreando solo con su termocepción. Aunque se pasase bastante analizando el mundo entero, sabía que alguno de las otras tres saetas ardientes deberían moverse en algún momento.
Al final, tras esas tres largas horas, logró encontrar a una, bastante lejos, pero con certeza llegaría allí.
—Encontré una bastante potente—dijo Kasai.
—Te acompaño—dijo Ora.
—Lo siento, pero será mejor que vaya solo.
—También es mi hijo.
—He dicho que era mejor, no que no te dejase—dijo al final convencido.
—Yo también voy—dijo Ram.
—No, cuida de Suta hasta que el salvaje se despierte—dijo Ora.
—Haznos ese favor amigo—le pidió Kasai mientras iniciaba la piroportación con su mujer.
Kasai y Ora se encontraron el un ambiente rocoso y muy húmedo.
—¿Dónde estamos?—preguntó ella.
—Cañón del Blyde, Sudáfrica. Estaremos en una de las cuevas. La fuente provenía de aquí, sin embargo ya no esta.
Ora empezó a sacar llamas azules por la mano derecha y empezó a frotar el suelo.
—Sin embargo hay un rastro—le informó Ora,—que termina aquí.
—¿Crees que...?
—Está en la Zona Alterna.
—¿Cómo puede haber otra zona alterna quí, creía que nuestro pueblo era la única.
—Cielo, la zona alterna es una alternativa al mundo, con igual número de gente. En algunos lugares hay accesos, como en el pueblo, solo poca gente puede cruzar entre la Zona Alterna y la Zona Reflejada, la que consideras real.
—Debe haber uno por aquí.
En ese momento, Kasai empezó a gritar “endobimu” y a disparar por todas partes.
—Kasai, para—gritó Ora,—¿que haces?
—Si yo puedo pasar a la Zona Alterna, mi fuego también.
Kasai volvió a hacer lo mismo hasta que en la cuarta vez después de decir esas palabra, vio como sus rayos de fuego se cortaban en un punto.
Voilà—dijo Kasai.
Kasa cruzó por la brecha seguido por Ora. Cuando llegaron a la Zona Alterna, se vieron en un largo y profundo desfiladero de rocas puntiagudas y caminos estrechos, con plataformas de piedra que flotaban en el aire.

Continuará.

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