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Pestañas (Basta con pasar el ratón)

martes, 7 de noviembre de 2017

1-Un nuevo desafío

En un lugar extraño, con paredes y suelos que reflejaban el espacio, iba alguien caminando. Ese alguien vestía de forma peculiar, pero especialmente estaba cubierto por una extraña prenda que le cubría la espalda y parte del cuerpo, dicha prenda tenía una capucha que tapaba su rostro. Era el Maestro Saeta.
Cuando el maestro Saeta termino el pasillo, entró en una sala blanco donde le esperaban dos personas, una cubierta con un sobretodo blanco y otra con uno negro. Al mismo tiempo habían dos pantallas, apagadas. Los dos encapuchados se arrodillaron ante el Maestro Saeta.
—Maestro Saeta—dijeron los dos,—¿qué sucesos han transcurrido para esta llamada?
—Gran Guardián de El Limbo, álzate—le dijo el Maestro Saeta al de blanco. Éste obedeció.
—Maestro de la Oscuridad, álzate—le dijo el Maestro Saeta al de negro. También Obedeció.
—En la última década han habido ciertos sucesos esparcidos por las dimensiones de esta cadena—comenzó el Maestro Saeta de nuevo,—sucesos llevados por gente con dotes. Es por ello que, para tener un mejor control de la situación, quisiera consejo sobre una idea.
—¿Que idea, Gran Maestro?—preguntó el Guardián.
—Un torneo, entre nuestra cadena de dimensiones y una dimensión que ha contactado con la nuestra—contestó el Maestro Saeta.
—Buena idea—entró el Maestro de la Oscuridad,—los eventos competitivos suelen fomentar la amistad entre las sociedades, si decidís hacerlo, contáis con mi aprobación.
—Estoy de acuerdo contigo—comentó el Guardián,—pero, ¿estarán de acuerdo los del otro lado?
—Eso lo veremos ahora—concluyo el Maestro Saeta.
En ese momento se encendieron las dos pantallas, mostrando en cada una a una persona. En una había un señor afroamericano y en otra un joven europeo.
—Saludos y gracias por su paciencia—comentó el Maestro Saeta,—nos pueden llamar Maestro Saeta, Maestro de la Oscuridad y Gran Guardián de El Limbo.
—Con Guardián me basta—afirmó el Guardián.
—Pueden llamarme Pro—dijo el europeo.
—Y yo soy capitán de una agencia, así que llamenme Capitán—comentó el último.
—Bueno, les he convocado para celebrar un torneo entre su dimensión y la nuestra—empezó el Maestro Saeta.
—Buena idea, ¿pero puede entrar en detalles?vpreguntó el capitán.
—Será un torneo de lucha libre, cada uno con su disciplina, por su puesto que habrá algunas reglas—empezó el Maestro Saeta,—habrán dos partes, los combates por individual y los de equipo. Cada dimensión tendrá dos equipos formados por cuatro personas. Ustedes pueden ser sus representantes. Sue celebrará en un pequeño trozo de nuestra dimensión, un universo de muy poco espacio y con pocos planetsa, completamente habitable.
—Hay un problema—comenzó Pro,—nosotros tenemos...
—Sé de lo que hablas, el Sueño Asaético, habéis entrado aquí varias veces y sé como funciona. No te preocupes, déjamelo a mí. Solo elijan a sus participantes y luego avísenme.
—Sé a quien elegir—dijo el Capitán.
—Y yo, nos vemos en el torneo—dijo Pro.
Ambas pantallas se apagaron, en ese momento, el Gran Guardián se adelantó.
—Preferiría irme para elegir a los míos.
—Ve—le dijo el Maestro Saeta.
El Guardián desapareció en ese momento.
—Intuyó a quien elegirás, viejo amigo—afirmó el Maestro Saeta.
—Que bien me conoces—contestó el Maestro de la Oscuridad.
—¿Y los otros tres?
—Una leyenda, que ya sabes quien es, alguien de bien, alguien de mal y alguien neutro para equilibrar la balanza.
—No me elijas a alguien que haga arrepentirnos—opinó el Maestro Saeta.
—Eso díselo a Pro—concluyó el Maestro de la Oscuridad.
El Maestro de la Oscuridad desapareció en ese momento, al mismo tiempo que una figura femenina cubierta en una capucha gris entraba en la sala.
—Un torneo, ¿estás seguro?—preguntó.
—Completamente, Vendetta.
Vendetta era una bruja, la Bruja Vendetta. Era la mejor amiga del Maestro Saeta y ambos estaban en la cima de la jerarquía de su dimensión.
—Pero falta algo—comenzó Saeta.
—¿Qué?—preguntó Vendetta.
—Tengo pensado emitir en directo en ambas dimensiones, así que alguien que comente y que redacte una especie de noticiero no iría mal.
—Deja que me encargue—le dijo Vendetta antes de irse.


Continuará.

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