Buscar este blog

Pestañas (Basta con pasar el ratón)

lunes, 6 de febrero de 2017

3-Yo soy el fuego vivo.

Sufvil llevaba un par de horas andando en dirección suroeste, lentamente había visto el marchar de las estrellas y la venida del astro rey. No se dio cuenta, pero había llegado a una carretera.
—Curioso terreno, y el material que lo protege.
En ese momento empezó a ver como un parde coches se le acercaban desde el norte, en seguida vio como se paraban a donde estaba él.
—Curioso animal, y hasta puede transportar gentes en su interior.
Dentro del primer coche iban dos mujeres y un hombre que lo conducía, en el otro eran dos hombre y dos mujeres.
—¿Qué hay forastero?—le dijo una pelirroja con sombrero de vaquero.—¿Hacia donde vas?
—A la ciudad de los ángeles—contestó Sufvil.
—Nosotros a Pasadena, ¿te llevamos?
—Sería de buen agradecer, mi señora—dijo Sufvil.
Sufvil subió al coche y vio como el hombre y las dos mujeres iban vestidos de vaqueros.
—Curiosos uniformes los que lleváis.
—Vamos a una convención de cowboys—dijo el hombre, después sacó la cabeza por la ventana y gritó:—¡yeha!
Sufvil notó que en el otro coche gritaban lo mismo.
—¿Pero no ibais a Pasadena?
—Eres muy gracioso—le dijo la pelirroja,—por cierto, ¿cómo te llamas?
—Sufvil—contestó Sufvil.
—Yo soy Annabelle—le dijo la pelirroja,—y ellos son Peter y Lucy.
—Un placer—dijo Sufvil.
—Eh chicas—empezó Peter,—¿qué tal si caldeamos el ambiente?
—No se diga más—contestó Sufvil.
En ese momento Sufvil extendió su mano, la abrió y dejó ir unas cuantas llamas anaranjadas.
—¿Cómo haces eso?—le preguntó Lucy.
—Debes de ser uno de esos artistas del fuego—exclamó Annabelle.
—Sí, así me llaman en mi tierra, “El artista del Fuego”—contestó Sufvil.
—Eres muy gracioso chaval—volvió Peter,—pero apágalo antes de incendiar mi coche. Y antes, quería decir poner música cuando dije “caldear el ambiente”.
—Ya perdón—dijo Sufvil apagándola.
—Tranquilo, con tu don es lógico que te lo tomes a la ligera—le contestó Peter.
En ese momento, Lucy encendió el reproductor de música del coche, donde empezó a sonar With Me de Crush40.
—Déjala, por favor—le rogó Anabelle.
—Menudo rugido más celestial suelta vuestra bestia—exclamó Sufvil
—Di que sí, Suf—dijo Peter.
En ese momento, Peter volvió a sacar la cabeza por la ventana y gritó otro “Yeha”, en ese momento, las chicas y la gente del otro coche contestó con el mismo grito.

* * *

Unas horas más tarde, los dos coches ya habían llegado a Pasadena, Sufvil se bajó y les agradeció el haberle traído.
—No hay de qué—dijo Annabelle,—si sigues hacia el suroeste, en seguida estarás en Los Ángeles.
Sufvil empezó a caminar en dirección suroeste, preguntándose dónde podría encontrar a los fugitivos. Avanzó durante unas horas hasta que vio un bar llamado “El Fuego”, en el que decidió entrar.
Abrió la puerta y vio que el bar estaba debajo del edificio en el que se encontraba, por lo que bajó y bajó hasta encontrarse con un grupo de mala gente. Cuando la gente se enteró de que Sufvil había entrado, un hombre calvo le interrumpió el paso y le dijo.
—No tendrías que haber entrado chavalín, ¿sabes qué hacemos con los intrusos?-
En ese momento el hombre sacó un mechero y lo encendió.
—Eso no es nada comparado con esto—dijo Sufvil abriendo la mano y dejándola arder.
En ese momento, el hombre se rió y apagó el mechero.
—Barman, una para el chaval—gritó, luego puso su brazo sobre el hombro de Sufvil y volvió a hablar—en este bar todos somos pirómanos y siempre estamos encantados de recibir gente con fuego en la sangre, aunque esta vez sea literal.
—Ya veo—habló Sufvil mientras apagaba su mano,—apostaría a que tenéis a más como yo.
—En esta banda de fuegos fatuos seguro, somos bastantes esparcidos por la ciudad, he oído rumores de tres individuos que son como tú, si hablo con el jefe, quizá te ponga con ellos. Aunque yo que tú esperaría u poco.
—¿Por qué?
—El jefe quiere fichar a un tipo que arde sin parar. Últimamente ha ido cambiando de colores, he contado hasta trece colores, pero aún así, mejora cada vez. Se hace llamar “La Saeta Ardiente”.
—No me suena.
—Pues es muy famoso, o famosa si es mujer, tiene muchos países con un precio de captura muy elevado, pero aún así, el jefe lo quiere en nuestro grupo.
—¿Y qué hace vuestro grupo?
—Nos hacemos llamar los Mercenarios del Fuego, si alguien quiere hacer desaparecer algo o alguien, esa es nuestra especialidad, y tú, encajarías bien en el equipo.
—Me encantaría unirme a esos que son igual que yo.
—Deja que hable con el jefe.
En aquel momento, el hombre sacó un teléfono móvil por el que empezó a hablar por un rato. Cuando terminó, le dijo a Sufvil.
—Me ha dicho que si quieres unirte ya, están yendo a su objetivo en la cuarta con Detroit, ahora están cerca, en Formosa. Para llegar solo debes seguir la calle hasta llegar y subir un poquito.
—¿Cuanto tardaría?
—Andando, unos minutos.
Sufvil salió en ese momento, corriendo sin parar. Siguió las indicaciones hasta que llegó a la calle Detroit, donde empezó a subir y en pocos segundos vio como tres hombres incendiaban una casa.
En ese momento, Sufvil empezó a andar, aplaudiendo lentamente. Los tres se giraron y le vieron.
—Cíniri Lávica, Aska Lava e Ihai Yogan—empezó Sufvil.
—¿Que quiere ahora su alteza?—preguntó Ciniri.
—Os felicito, habéis batido el récord, nada más salir ya empezáis quemando cosas, aunque me han dicho que es por un precio—continuó Sufvil.
—¿Y qué?—preguntó Ciniri.
—O volvéis, o veréis—dijo Sufvil.
En ese momento, Aska e Ihai empezaron a arder y a correr hacia Sufvil, Sufvil sacó su saeta y absorbió en un instante todo el fuego que habitaba en ellos, dejándolos convertidos en cenizas.
—Cíniri, es tu última oportunidad—le avió Sufvil.
En ese momento, la policía, los bomberos y las ambulancias llegaron. Mientras los bomberos intentaban apagar el fuego, los policías rodearon a los dos.
—Cíniri, no les hagas daño.
—Esto no es tu reino Suf.
Ciniri empezó a arder hacia la policía mientras ellos disparaban sin causarle daño. Cíniri siguió corriendo, a punto de llegar a su primera víctima de la noche, pero algo lo frenó. Se giró y vio a Sufvil cogiéndolo con una cuerda que salía de su saeta.
En ese momento, uno de los policías se dirigió a los bomberos y les dijo algo, acto seguido, ellos empezaron a echar agua sobre Cíniri, dejándolo en cenizas también. Mientras, los policías apuntaban a Sufvil para que se rindiera, y éste les hizo caso.

FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario