—¿Entramos?—preguntó
Ora.
Kasai
puso sus guadañas en posición de guardado y entró dentro del Hogar
Ardiente. Después entró Ora, seguida de Ram y Willy.
El
Hogar Ardiente era un desfiladero. Paredes de fuego y un camino
bañado por una alfombra de lava. El cielo estaba cubierto de un humo
anaranjado. Kasai señaló hacia delante con del dedo índice, a lo
que Willy responde:
—Sí,
también iría hacia allí. Pero debemos tener cuidado. Aunque el
guardián nos deje terreno libre no significa que Vatra también lo
haga.
En
ese momento, del suelo salieron unas llamas anaranjadas. Éstas se
convirtieron en versiones de Kasai con armadura. Uno se acercó a
Kasai, le miró con la frente pegada y unos segundos después
retrocedió y empezó a hacer un baile que consistía en dar brincos
mientras las manos se meneaban dentro y fuera y las piernas se metían
y se sacudían. Unos segundos más tarde de su comienzo, todos los
demás que aparecían por el camino hacían el mismo baile.
—Parece
que se alegran de verte—dijo Ram.
Pasaron
un par de horas mientras ellos seguían caminando por el camino. En
un momento dado volvieron a ver llamas que salían del suelo, pero
éstas envolvían a los Kasais y los convertían en versiones de
Vatra.
En
ese momento Kasai se preparó para atacar, Willy siguió sus pasos.
Los vatras se les acercaban en posición de ataque, por lo que Ora y
Ram entendieron que la situación había cambiado.
Kasai
empezó a hacer ataques a distancia con sus dalles, éstas iban y
retornaban hacia su propietario. Wild se quitó su capucha y dejó
ver una máscara negra. De sus ojos surgió un destello verde. Se
quitó la máscara y dejó mostrar un solo y grande ojo verde en
forma de cruz. De éste salió un rayo de fluido, un rayo más
potente que un láser. Ese ataque llegó a varios oponentes.
Ram
se echó a volar, en unos segundos tenía a varios vatras en su cola,
así que no dudó en disparar con sus cañones sónicos. Ora empezó
a realizar cortes y estocadas con su espada a todos los rivales que
se le acercaban, luego vio a Kasai y le gritó:
—¡Kasai!
Cuando
notó que le veía, le lanzó una bola de fuego azulada. Kasai la
cogió y la aplastó en mismo momento provocando que su cuerpo
ardiese en llamas azuladas. Acto seguido empezó a correr destrozando
a cada uno de los vatras que veía. A los pocos segundos ya estaban
solos.
—Vaya,
¿cuantos eran?—preguntó Ram.
—Unos
doscientos por lo menos—dijo Wild teniendo su máscara y capucha
puestas.
—Será
mejor que acampemos aquí, debemos reposar—dijo Ora.
—Kasai
hará la ronda, él no puede dormir—dijo Wild.
Kasai
asintió en favor de esa frase. Al cabo de pocos instantes, Ora,
Willd y Ram estaba tumbados en el suelo, durmiendo, mientras Kasai
estaba de pie, pasando la noche en vela, con las guadañas en su
espalda.
Parecía
tranquilo, hasta que Kasai divisó una pequeña llama de fuego blanco
a unos metros. La llama se iba ondeando lentamente. Kasai abrió sus
dalles y empezó a seguirla con sigilo. La siguió hasta que vio como
se posaba en las manos de una mujer rubia que vestía un vestido de
novia. Kasai se acercó con sigilo, pero de repente vio como su
cuerpo cambiaba. Su carne negra pasaba a ser humana, su pelo grisáceo
era rubio, sus ojos blancos eran verdes. Había recuperado su aspecto
humano.
De
repente el lugar cambió, ya no estaban en el lugar ardiente, sino
dentro del monasterio de San Cucufato, en Sant Cugat del Vallés,
solo que el techo se había cambiado por nubes anaranjadas.
Seguidamente
de aquellos sucesos, la mujer se levanto y se giró hacia Kasai.
—¿Te
acuerdas Fernando?, fue aquí donde nos casamos en secreto, hace ya
dos años, en el mundo material.
Kasai
negó con la cabeza.
—Esa
pelirroja no es tu amor, yo lo soy...o lo fui hasta los sucesos.
Puede que os hayáis prometido hace dos años, pero mi recuerdo te
perseguirá para siempre.
Kasai
abrió aún más la distancia entre cada guadaña y se puso en
posición de ataque.
—Ya
veo como eres, en cuanto termine con tu traicionera alma, le haré lo
mismo a la ladrona de tu novia.
En
ese momento, la mujer empezó a convertirse en una figura de fuego
blanco, con sus apariencias de fémina. Kasai no dudó ni un momento,
fue corriendo y le dio dos golpes con las guadañas, pero cada una de
las seis la atravesó sin producir daño alguno. Ella sacudió la
mano y produjo un montón de llamas que hicieron retroceder a Kasai.
Éste se levantó y mientras ella corría hacia él, aprovechó para
darle un golpe con las seis guadañas juntas. Esta vez vio como
surgió efecto, vio como la mujer de fuego blanco salía despedida
varios metros alejada. En ese momento Kasai se agachó y dejo que sus
guadañas fuesen y viniesen sin parar, haciendo que los seis brazos
de fuego naranja que las unía a su cuerpo se alargasen y menguasen.
Unos
minutos después, Kasai paró y se levantó del suelo. Vio como ella
hacía lo mismo, vio como empezaba a arder y cómo salía corriendo a
gran velocidad del portón por el portón. Kasai recordó que, al no
poder arder, no podía correr. Pero tubo una idea, así que salió
corriendo del monasterio y vio que la salida había cambiado, no era
una plaza sino una calle, la Rambla de Égara, en Terrassa.
Kasai
la divisó subiendo la rambla, decidió agacharse y apoyar tanto sus
manos como las dalles en el suelo de forma vertical. Hizo fuerza con
todas sus extremidades y se alzó por los aires a metros y metros de
altura. Hizo que sus guadañas se pusiesen en una posición que
parecían alas. Se dejó caer en picado hasta estar a un metro sobre
el suelo, dónde se enderezó y planeó hacia la mujer a toda
velocidad.
Cuando
la vio lo suficientemente cerca, decidió teletranportarse justo en
frente de ella, y al hacerlo, la golpeó con todas sus fuerzas,
haciendo que chocase con una pared.
Continuará.
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