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Pestañas (Basta con pasar el ratón)

lunes, 8 de agosto de 2016

8-El hogar ardiente [2]

 —¿Entramos?—preguntó Ora.
Kasai puso sus guadañas en posición de guardado y entró dentro del Hogar Ardiente. Después entró Ora, seguida de Ram y Willy.
El Hogar Ardiente era un desfiladero. Paredes de fuego y un camino bañado por una alfombra de lava. El cielo estaba cubierto de un humo anaranjado. Kasai señaló hacia delante con del dedo índice, a lo que Willy responde:
—Sí, también iría hacia allí. Pero debemos tener cuidado. Aunque el guardián nos deje terreno libre no significa que Vatra también lo haga.
En ese momento, del suelo salieron unas llamas anaranjadas. Éstas se convirtieron en versiones de Kasai con armadura. Uno se acercó a Kasai, le miró con la frente pegada y unos segundos después retrocedió y empezó a hacer un baile que consistía en dar brincos mientras las manos se meneaban dentro y fuera y las piernas se metían y se sacudían. Unos segundos más tarde de su comienzo, todos los demás que aparecían por el camino hacían el mismo baile.
—Parece que se alegran de verte—dijo Ram.
Pasaron un par de horas mientras ellos seguían caminando por el camino. En un momento dado volvieron a ver llamas que salían del suelo, pero éstas envolvían a los Kasais y los convertían en versiones de Vatra.
En ese momento Kasai se preparó para atacar, Willy siguió sus pasos. Los vatras se les acercaban en posición de ataque, por lo que Ora y Ram entendieron que la situación había cambiado.
Kasai empezó a hacer ataques a distancia con sus dalles, éstas iban y retornaban hacia su propietario. Wild se quitó su capucha y dejó ver una máscara negra. De sus ojos surgió un destello verde. Se quitó la máscara y dejó mostrar un solo y grande ojo verde en forma de cruz. De éste salió un rayo de fluido, un rayo más potente que un láser. Ese ataque llegó a varios oponentes.
Ram se echó a volar, en unos segundos tenía a varios vatras en su cola, así que no dudó en disparar con sus cañones sónicos. Ora empezó a realizar cortes y estocadas con su espada a todos los rivales que se le acercaban, luego vio a Kasai y le gritó:
—¡Kasai!
Cuando notó que le veía, le lanzó una bola de fuego azulada. Kasai la cogió y la aplastó en mismo momento provocando que su cuerpo ardiese en llamas azuladas. Acto seguido empezó a correr destrozando a cada uno de los vatras que veía. A los pocos segundos ya estaban solos.
—Vaya, ¿cuantos eran?—preguntó Ram.
—Unos doscientos por lo menos—dijo Wild teniendo su máscara y capucha puestas.
—Será mejor que acampemos aquí, debemos reposar—dijo Ora.
—Kasai hará la ronda, él no puede dormir—dijo Wild.
Kasai asintió en favor de esa frase. Al cabo de pocos instantes, Ora, Willd y Ram estaba tumbados en el suelo, durmiendo, mientras Kasai estaba de pie, pasando la noche en vela, con las guadañas en su espalda.
Parecía tranquilo, hasta que Kasai divisó una pequeña llama de fuego blanco a unos metros. La llama se iba ondeando lentamente. Kasai abrió sus dalles y empezó a seguirla con sigilo. La siguió hasta que vio como se posaba en las manos de una mujer rubia que vestía un vestido de novia. Kasai se acercó con sigilo, pero de repente vio como su cuerpo cambiaba. Su carne negra pasaba a ser humana, su pelo grisáceo era rubio, sus ojos blancos eran verdes. Había recuperado su aspecto humano.
De repente el lugar cambió, ya no estaban en el lugar ardiente, sino dentro del monasterio de San Cucufato, en Sant Cugat del Vallés, solo que el techo se había cambiado por nubes anaranjadas.
Seguidamente de aquellos sucesos, la mujer se levanto y se giró hacia Kasai.
—¿Te acuerdas Fernando?, fue aquí donde nos casamos en secreto, hace ya dos años, en el mundo material.
Kasai negó con la cabeza.
—Esa pelirroja no es tu amor, yo lo soy...o lo fui hasta los sucesos. Puede que os hayáis prometido hace dos años, pero mi recuerdo te perseguirá para siempre.
Kasai abrió aún más la distancia entre cada guadaña y se puso en posición de ataque.
—Ya veo como eres, en cuanto termine con tu traicionera alma, le haré lo mismo a la ladrona de tu novia.
En ese momento, la mujer empezó a convertirse en una figura de fuego blanco, con sus apariencias de fémina. Kasai no dudó ni un momento, fue corriendo y le dio dos golpes con las guadañas, pero cada una de las seis la atravesó sin producir daño alguno. Ella sacudió la mano y produjo un montón de llamas que hicieron retroceder a Kasai. Éste se levantó y mientras ella corría hacia él, aprovechó para darle un golpe con las seis guadañas juntas. Esta vez vio como surgió efecto, vio como la mujer de fuego blanco salía despedida varios metros alejada. En ese momento Kasai se agachó y dejo que sus guadañas fuesen y viniesen sin parar, haciendo que los seis brazos de fuego naranja que las unía a su cuerpo se alargasen y menguasen.
Unos minutos después, Kasai paró y se levantó del suelo. Vio como ella hacía lo mismo, vio como empezaba a arder y cómo salía corriendo a gran velocidad del portón por el portón. Kasai recordó que, al no poder arder, no podía correr. Pero tubo una idea, así que salió corriendo del monasterio y vio que la salida había cambiado, no era una plaza sino una calle, la Rambla de Égara, en Terrassa.
Kasai la divisó subiendo la rambla, decidió agacharse y apoyar tanto sus manos como las dalles en el suelo de forma vertical. Hizo fuerza con todas sus extremidades y se alzó por los aires a metros y metros de altura. Hizo que sus guadañas se pusiesen en una posición que parecían alas. Se dejó caer en picado hasta estar a un metro sobre el suelo, dónde se enderezó y planeó hacia la mujer a toda velocidad.
Cuando la vio lo suficientemente cerca, decidió teletranportarse justo en frente de ella, y al hacerlo, la golpeó con todas sus fuerzas, haciendo que chocase con una pared.

Continuará.

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