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Pestañas (Basta con pasar el ratón)

miércoles, 13 de abril de 2016

3-El limbo [2]

¿La Saeta Sombría?—preguntó Ora.
—En el limbo—empezó Rex,—hay unos seres llamado guardianes del limbo, son seres encapuchados. Obviamente vigilan todo el limbo y solo salen de allí si es pertinente.
—¿Es decir que esa Saeta Sombría es uno de sus guardianes?—preguntó Ram.
—Más o menos—continuó Rex.—En mi estancia en el limbo vi a uno de ellos, se llamaba The Wild. Cuando le vi, tenía un cuerpo humanooide entre sus brazos. Estuvo haciendo una de cosas hasta que salió otro encapuchado, uno con dos guadañas ardiendo al cual llamó La Saeta Sombría. Como los guardianes del limbo llevan toda su vida allí, supuse que es un ser que crearon por si acaso.
—Nuestro amigo, Kasai—empezó Konran,—se hacía llamar La Saeta Ardiente, ¿crees que tiene algo que ver?
—Lo más probable—siguió Rex,—es que hayan usado a vuestro amigo para hacerlo, y seguro que a más gente.
—Si Heishi está ahora en el limbo—empezó Ram,—tendrá problemas con esa cosa.
—Si los guardianes del limbo usaron a Kasai para hacer a ese ser—empezó Ora,—lo más probable es que aún guarden a Kasai en su escondrijo, ¿no?
—Seguramente—dijo Rex,—pero si entramos tenéis que tener en cuenta una cosa. En el limbo el tiempo es una locura. Aquí puede pasar un día mientras que ahí puede pasar de un segundo a millones de años, el tiempo no para de cambiar. Yo en el limbo estuve por lo menos unos tres milenios, pero cuando salí, no habían pasado los trece meses.
—¿Cómo entramos?—preguntó Ram,—¿cómo entraste?
—Entré por accidente, pero supe como salir—contestó Rex,—y desde que salí he estado preparando un me´todo para entrar pero no está de todo bien. Con la ayuda del Dr. Átomo hubiéramos podido hacerlo sin problemas.
—¿Cuánto tardarías?—pregunto Konran.
—Pues la verdad—empezó de nuevo Rex,—bastante. Si conocéis a alguien que maneje bien las tecnologías, puede que menos.
—Te ayudaré—dijo Ram.
—¿Tú?—le preguntó Rex,—no te ofendas, pero no veo que pases de los doce años de edad.
—El mes que viene cumpliré los doce—dijo Ram,—y para tu información he sido el discípulo del Dr. Átomo durante el último año. He aprendido demasiado.
—Ni siquiera creo que estés preparado para entrar en el limbo—le dijo Rex.
En ese momento Ram apretó un botón de un brazalete que llevaba. Unos segundos más tarde, el aparato que Ram manejaba hacía unos instantes en su casa había venido hacia él de manera que algunas partes le rodeaban el cuerpo. Parecía un exoesqueleto.
—He luchado contra un ejército de varos y muchas cosas más que jamás habrías soñado ver. Y todo eso sin mi exoesqueleto. Kasai me entrenó para todo.
—Esta bien, podrás ayudar—dijo Rex.
—Ram—empezó Konran,—¿de dónde has sacado eso?
—Le hice unos arreglillos a la pistola y las botas que me regaló Kasai el año pasado.
—Con eso puesto, necesitas un nombre—dijo Ora.
—¿Cómo te llamabas chico?—le preguntó Rex.
—Ram.
—Y lo que llevas, ¿qué hace?
—Varias cosas, pero inicialmente es un arma sónica.
—Veo que tu amigo eligió sabiamente, cualquier cosa sirve como un buen arma si sabes usarlo como tal. Y tu amigo sabía que el sonido podía ser doloroso, e incluso letal, a ciertas frecuencias.
—AudioRam—dijo Ora,—creo que te pega.
—No, cualquier cosa menos eso—dijo Rex.
—Pues a mí me gusta—dijo Ram,—guardo esto y empezamos a ponernos con ello.
—Mientras, yo iré a preparar las cosas para el equipaje—dijo Ora.
—Te acompaño—dijo Konran.
—No Konran—le susurró Ora, procurando que no les oyeran,—quiero que te quedes y ayudes en lo que puedas, necesito que vigiles a Rex, hay algo que me dice que no me fíe.
—Como quieras—dijo Konran mientras se iba con Ram y Rex.
Ora salió de la choza del científico y ordenó a un par de personas a que se llebaran el cadaver del doctor mientras hacía irse a los demás.

Continuará.

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