Al día siguiente, Kasai y Ram
habían partido por la mañana. Estuvieron un buen rato corriendo. Al
cabo de un rato, Ram necesitaba un descanso así que pararon.
―Perdona
por hacerte correr, pero es difícil usar la piroportación, sobre
todo contigo. Menos mal que te hice las botas, sino estaríamos
saliendo de Collserola.
―¿Dónde
estamos y hacia dónde vamos?
―Estamos
cerca de Capmany, a punto de salir de España y nos dirigimos hacia
Schwarzwald, el Bosque Negro de Alemania. Hay cosas que podrían
servir.
―¿Cuánto
tiempo hemos corrido?
―Unos
treinta y siete minutos mas o menos. Pero tranquilo, esta era la
primera etapa. En diez minutos haceos la siguiente.
―¿Cuántas
etapas?
―Ocho,
contando la hecha. Es decir que este es uno de tus siete descansos,
luego tendremos el sino, Schwarzwald. Las siguientes paradas para
descansar son Valras-Plage, Alès, Valence, Lac du Bourget, el norte
de Lac-Lemán, más o menos por Laussane, y por último
Herzogenbuchsee, luego ya llegaremos a Schwarzwald. Es un viaje de
cinco horas y media si contamos los diez minutos de cada descanso.
―¿Cómo
conoces todo esto?
―Porque
viajo mucho, y mi creador me puso una especie de aplicación GPS.
―¿Qué
habrá al llegar?
―El
Bosque negro alemán es como Collserola, un bosque lleno de misterios,
magia y cosas así. Por cierto, nada será inofensivo. Esa zona está
plagada de cujatos.
―¿Cujatos?
―Unos
roedores extraños, enormes, carnívoros. Su carne es difícil de
atravesar, pero, si se ven en el lecho de muerte, revientan dejando
todo pringoso de tripas y sangra. Además, si creías que los
equidnas y los ornitorrincos eran los únicos mamíferos que ponían
huevos, vas equivocado.
Se
pasaron toda la mañana corriendo, yendo por la senda trazada y
reposando en las localidades dichas. Un trayecto de cuatro países.
Aproximadamente
al mediodía, habían llegado a Schwarzwald. Ram empezó a ojear la
zona. Esos árboles siniestros, sin hojas y de madera negra. Ese
suelo de tierra ennegrecido. La intensa niebla.
―Ten
cuidado―le advirtió el piroquinético.―Siento temperaturas
inferiores a la mía cerca.
―¿Cujatos?
―No,
algo más frío.
Empezaron
a andar con sigilo por eso lares, poco a poco Kasai notaba más esa
presencia. Al cabo de un rato divisaron algo.
―Debe
ser eso―dijo Kasai.
―¿Un
arbusto?
―Lo
parece.
―¿Y
que puede ser sino?
―Lo
averiguaré―dijo mientras iba hacia allí.
―Te
acompaño.
De
repente vieron como esa extraña figura se acercaba hasta llegar
hasta ellos. Era un hombre, o lo parecía. Parte de su cuerpo, sus
brazos y su cabeza era helado, mientras que sus antebrazos, piernas y
la parte inferior corporal eran de galleta. Medía dos metros de
altura.
―Hola
amigos―gritó,―que suerte encontraros, pensaba que estaba solo en
este bosque.
―Pues
no lo estás―dijo Kasai de malhumor.
―Ya,
me refiero a mí como persona, no esos roedores cuajados.
―¿Te
refieres a los cujatos?―preguntó Ram.
―Sí.
―Mire
señor helado...―empezó Kasai Maguma.
―Por
favor, llamadme Konran.
―De
acuerdo, Konran, nosotros nos vamos―finalizó Kasai.
―Kasai―dijo
Ram,―podría acompañarnos.
―Sí,
por favor, no tengo a nadie en mi villa, por eso he estado tres meses
en este bosque―añadió Konran.
―De
acuerdo―dijo Kasai.
―Por
cierto Konran―continuó Ram,―yo soy Ram, y éste es mi amigo
Kasai.
―Encantado―dijo
Konran.
En
ese momento Konran les abrazó. Al soltarlos, noto que uno de los
brazos se le derretía un poco.
―Ya,
mira Konran―empezó Kasai.―Estoy hecho de fuego, así que si
quieres evitar cosas así, será mejor que no me toques.
En
ese momento, la niebla se fue. La sombras de aquella arboleda
empezaron a unirse acabando de formar una figura humanoide. Un
hombre, o lo parecía, vestido de negro, con gafas de sol y una
melena morena.
―Vaya
vaya―empezó a decir,―Me alegra verte de nuevo, Kasai Maguma.
―¿Quién
eres?, nunca te he visto―le preguntó.
―¿Cómo?,
¿no te acuerdas de tu pequeño amigo?, aunque admito que estás algo
diferente desde la última vez que nos vimos―añadió el ser.
―Dime
quién eres o te...―empezó a amenazar Kasai.
―Claro,
supongo que no te acuerdas. Mi nombre es Musha.
―¿Musha?―preguntó
Ram.
―Viene
de tos palabras en inglés. Murderer y Shadow. Pero
decidí abreviarlo―aclaró.
―No
sé de ti, pero, una musa, si no voy errado, es una divinidad
griega―dijo Konran.
―Muy
acertado Konran, aunque creía que habías muerto. Da igual, no solo
elegí Musha por su significado sino por su sinónimo.
―¿No
entiendo?―dijo Ram.
―Mira
niño, una musa es una diosa de las artes, y yo soy un experto en el
arte...de matar.
―¿Y
que quieres de nosotros?―preguntó Konran.
―¿De
vosotros?, es algo entre el fuego y la sombra.
―Pues,
¿qué quieres de mí?―le reiteró Kasai.
―La
mosca con forma de flecha sin nombre.
―¿Qué?―preguntaron
los tres.
―Lo
que habéis oído, y para obtenerlo, voy a tener que apagarte, Kasai.
Musha
en ese preciso momento sacó cuatro cuchillas de acero de los
nudillos y corrió hacia ellos a mucha velocidad. Kasai, Ram Y Konran
se apartaron para evitar el placaje. Ram agarró su arma y le disparó
un estampido sónico. Musha agarró el audio en sus manos como si
fuera una pelota y lo encogió. Esa esfera empezó a iluminarse y la
lanzó en señal de contraataque. Konran corrió para apartar a Ram
del lugar, a tiempo de que la esfera de luz emitiese el efecto
mezclado de un destello y el estampido.
―Yo
me encargo de él, largaros de aquí―les gritó Kasai.
―Pero...―empezó
Ram.
―Luego
os alcanzo, iros ya.
Konran
y Ram se fueron en ese momento, Kasai giró su cabeza hacia Musha
dispuesto a entablar la btalla.
―Bueno,
Kasai―empezó de nuevo la sombra.―Veo que será solo entre los
dos, como en los viejos tiempos.
―Mira,
es la primera vez que te veo.
Kasai
empezó a envolverse de llamas y empezó a ir hacia Musha a toda
potencia, Musha le paro poniéndole la mano ante la frente.
―Siempre
predecible―comentó Musha.
Después de decirlo, éste, saltó realizando un giro de ciento ochenta grados
dandolé en toda la frente una coz. Kasai salió expulsado, rompiendo
árboles y dejando un rastro de fuego en sus cortezas.
Kasai
se alzó y volvió a envolverse de llamas mientras veía una sonrisa
dibujada en la sombra. Tras haberse envuelto de nuevo en su propio
fuego, desapareció en él y volvió a aparecer en la espalda de
Musha, pero este se convirtió en una pequeña cortina de oscuridad
que le rodeó y, de nuevo, le golpeó al mismo tiempo que se formaba.
Kasai volvió a alzarse y reunió todas las llamas que había soltado en el
lugar, saltó y soltó un par de bolas de fuego, señaló a Musha y
de las esferas ardientes empezaron a salir copias de Kasai hechas de
fuego que se dirigían a la sombra. Cada impacto hacía que la
cortina de humo fuese más espesa.
Cuando,
vio que el nivel de humo disminuía. Cuando el humo se fue del todo,
Musha surgió de él ileso.
―No
está mal, pero tendrás que hacerlo mejor.
Musha
empezó a dejar soltar unas extrañas bolas, eran espinosas,
luminosas y de los colores del amatista. Las esferas empezaron a
girar alrededor de él, y en un momento dado, ivan en grupos de dos,
alzándose y provocando una explosión de centellas moradas. Cada
centella descendía a gran velocidad, parecía una lluvia de láseres
violeta. Kasai se había envuelto de llamas otra vez para correr a
gran velocidad e intentar esquivarlas.
Cuando
finalizó ese caos púrpura, Kasai aprovechó sus llamas para
elevarse y volar en el cielo para un impacto en picado. Cando empezó
a hacerlo, Musha fue directamente hacia el deteniéndole justo en la
mitad de trayecto. Allí empezaron una pelea de golpes, tanto con el
puño como con el pie, mientras descendían a causa de la gravedad.
Kasai paró para volver a arder y mantenerse en el aire, miró a su
oponente y se detuvo al mismo tiempo, pero de el salían trece
diamantes rómbicos con una especie de rayo en el interior. El primer
diamante clavó en el corazón a Musha dejándole una pequeña luz
blanca. Poco a poco los diamantes fueron impactando haciendo más
grande e intensa esa luz. Al finalizar, la luz se traslado a su
espalda formando dos líneas de las que surgieron alas. Pero no unas
corrientes, eran , por delante, unas alas de murciélago del color
del platino, y por detrás, parecían más bien de cuervo por las
plumas ennegrecidas.
Kasai
pensó que si se mantenía ardiendo constantemente, no tendría la
suficiente concentración como para luchar, así que hizo que sus
llamas se convirtieran en dos alas de fénix. En ese momento,
volvieron a entablar esa pelea de golpes.
Unos
segundos más tardes, Kasai retrocede un poco y hace que una de sus
alas se gire, y luego que ambas giren como una hélice. Musha
aprovechó ese momento para atacar. Pero Kasai fue más rápido, se encerró en sus alas provocando una explosión en la que él era el
núcleo. De la explosión empezó a surgir un rayo de fuego que
impactó en Musha dejándolo ir muy lejos.
―No
está mal―afirmó Musha,―pero tienes un defecto. Tu composición.
De
repente, Musha alza una mano haciendo que todo se vuelva oscuro.
Kasai no veía nada, así que empezó a lanzar bolas de fuego como si
diese palos de ciego para ver donde se hallaba. Pero notó que algo
le golpeó en la espalda, haciéndole caer. Cada vez que caía a más
velocidad, la oscuridad fue desapareciendo hasta que aterrizó y todo
volvía como antes. Miró hacia arriba y se fijó que Musha descendía
en picado con las alas totalmente llanas y a a toda velocidad.
Justo
cuando llegó, Kasai se agachó para esquivarlo. Cuando lo hizo, miró
al frente observando como su oponente arrasaba toda la arboleda, cortando todos los troncos con sus alas haciendo un corte más
perfecto que una sierra mecánica. Se levantó y también vio a Musha,
sin las alas, acercándose lentamente. Kasai se preparó para atacar
de nuevo cuando Musha le frenó.
―Admito
que eres mejor de lo que me andaba pensando―dijo la sombra.―Sigue
así Kasai Maguma, te aguarda un gran destino―le decía pasando por
su lado.―Si buscas por el sur, los encontrarás―Musha atrajo una
sombra de un árbol y con ella se agarró a otro.―Por cierto, cuida
de Ora, así como también de Suta y Mercedes.
Dicho esto, Musha se columpió con las sombras del lugar mientras se iba hacia el este. Kasai miró hacia el sur de manera extraña y sin
entender lo que le había dicho Musha.
Continuará.