Al cabo de unas
semanas,Ram, Rex y Konran habían terminado una máquina que parecía
un portal. Justo en ese momento, Ram fue a buscar a su prima adoptiva
para decirle que el momento había llegado. En unos momentos ya
estaban delante de la puerta preparados.
Ram tenía su
exoesqueleto puesto, Ora su sobretodo verde, una mochila en la
espalda y una espada envainada, Konran no tenía nada y Rex iba
vestido con una chupa negra y una mochila. Rex fue a recoger cuatro
esferas y las lanzó al portal.
—¿Eso
que es?—le preguntó Ora.
—Un
portal portátil—respondió Rex,—éste de aquí estará activo,
pero mientras tengamos esas esferas con nosotros cerradas, la
conexión será perdida, de manera que si lo activamos nos traerá
aquí.
—¿Y
cuando salgamos...?
—Lo
traeremos con éste, tiene un dispositivo de magnetización solo para
el portal portátil—le respondió.—No sé cuánto tiempo
estaremos allí, así que debemos estar bien preparados para lo que
encontremos.
En
ese momento Ram saltó por el portal, seguido de Rex, Ora y Konran.
Cuando pasaron por el portal, se encontraron en en un lugar con el
cielo a oscuras, ero podían ver como si fuese de día.
—Parece
el Tozal—dijo Ora al ver las casas y la carretera del lugar donde
se encontraban.
Pero
ese lugar estaba limitado por una barrera de fuego naranja. Justo
donde estaban había un cartel que ponía “Limbo de Fernando
Valentino”.
—¿Limbo
de Fernando Valentino?—pregunto Ram.
—Significa,
que esta es la zona de recuerdos y pensamientos de esa
persona—respondió Rex,—no sé si vuestro amigo está aquí, pero
nos habrá traído algo.
En
esos momentos unas voces empezaron a decir un número, el número
veintiséis. Ora sacó su espada, Ram se puso en guardia y Konran
cerró los puños. Rex, en cambio, les tranquilizó.
—Parece
que hay que buscar la casa 26.
—¿Por
qué?—preguntaron los tres.
—No
lo sé, pero siempre es así—contestó Rex.
Los
cuatro empezaron a buscar el número de esa casa, la primera que
vieron fue la veintidós. La siguiente era la veintiuno.
—Un
momento—dijo Ora,—sí en esta fila va descendiendo yendo hacia
abajo y solo hay veintidós, creo que la veintiséis sería la cuarta
de la siguiente.
—Es
probable—dijo Rex,—vale la pena ir.
Así
que empezaron a ir a la segunda fila e ir buscando la veintiséis.
Bajaron, y vieron que Ora tenía razón. La veintiséis era la cuarta
de la segunda fila. Vieron la puerta abierta, Ora intentó pasar pero
no pudo y a Konran le pasó lo mismo. Ram vio que su mano podía
pasar.
—Adelante—dijo
Rex,—creo que solo puede pasar el indicado.
Ram
entró y la puerta se cerró y le reinó una oscuridad extraña, a
pesar de verlo negro, podía verse a sí mismo como si fuese de día.
En ese momento Ram vio que había cambiado. Su sudadera verde y sus
pantalones marrones se habían vuelto negros. Su exoesqueleto
plateado se había vuelto naranja.
De
repente, del suelo negro se formaron unas paredes de fuego azul formando una circunferencia. De la nada salió alguien parecido Kasai
Maguma, pero era diferente, sus armaduras de fuego no eran amarillas
y naranjas, sino de gamas azules. Pero su carne era negra y sus ojos
eran grises, igual que el auténtico, aunque éste era transparente.
El
ser azul empezó a atacar a Ram. Ram vio las intenciones y se
cubrió mientras ese ser le golpeaba. Ram contraatacó con un
puñetazo. Kasai Azul fue despedido unos metros. Después Ram
disparó con su brazo, pero vio un cambio en el proyectil. En vez de
ser una granada de ondas sónicas, era una bola de fuego que impactó
con el suelo formando una erupción volcánica que envolvió a su
adversario. Vio como salía ardiendo por llamas anaranjadas y
dolorido. Ram aprovechó para darle un puntapié. Kasai Azul fue
más rápido y se teleportó con llamas blancas hacia unos metros
detrás de él. Ram se giró y vio como con sus llamas blancas se
regeneraba.
—Vamos
a ver en qué se ha convertido mi twister
sound—se dijo Ram
empezando a apuntar otra vez con la mano.
Disparó
y vio que expulsó un torbellino de fuego naranja hacia su oponente.
El Kasai Azul empezó a correr con la bola de fuego detrás
formando el torbellino. Estuvo así hasta que impactó formando una
explosión. Cuando la explosión cesó, Ram vio que le envolvía la
luz más blanca que jamás pudo ver y se encontró al lado de Ora,
Konran y Rex, pero seguía siendo negro y naranja.
—¿Estás
bien?—le preguntó Ora abrazándolo.
—Sí,
creo que he adquirido algunos dotes de Kasai allí dentro.
—¿Qué
has hecho durante todo un día?—le preguntó Konran.
—¿Un
día?, pero si llevo allí diez minutos como mucho—dijo Ram.
—Ya
dije que aquí el tiempo es de locos—afirmo Rex.
En
ese momento las voces volvieron a decir un número. El cincuenta y
dos.
—Creo
recordar que el último número de esta fila era el 46—dijo Konran.
—Eso
quiere decir que el número 52 es la sexta de la tercera fila—dijo
Rex.
Fueron
a la casa y se encontraron con la misma situación, pero esta vez
solo podía pasar Konran. Éste entró y se vió con cambios. Ya no
era un Hombre Helado, sus cucuruchos de galleta habían cambiado por
estacas de ébano y su helado de menta había cambiado a un fuego
anaranjado. Se encontraba en un lugar igual que Ram anteriormente. De
repente una pared de fuego naranja se levanto y salió un nuevo ser.
Heishi Hacka, transparente y con el traje puesto.
—¿Heishi?,
soy yo, Konran. He venido ha buscarte con Ram y Ora, a ti y a Kasai.
Pero
Heishi le ignoró, alzó su cañón y le lanzó un potente rayo
láser. Konran se cubrió con los brazos.
—Muy
bien, ¿quieres fiesta?, pues la tendrás. Me sé todos los
movimientos de Kasai, si Ram ha adquirido algunas propiedades, yo
también.
Konran empezó a dispararle bolas de fuego, como si fuera una
ametralladora. En un momento se cubrió de llamas y corrió hacia
Heishi, cuando llegó le hizo un placaje y le dio unos cuantos
zarpazos con sus uñas de ébano. Cuando la vio en el suelo, Konran
saltó una gran altura, cargó dos grandes bolas de fuego en sus
manos las unió para formar una gran esfera ardiente y se la lanzó.
El impacto causó una gran explosión, y cuando ésta cesó, a Konran
le envolvió la misma luz blanca.
Konran
se vio al lado de sus tres amigos, pero tampoco había cambiado su
aspecto.
—¿Cuánto
tiempo ha pasado?—les pregunto.
—Solo
un par de horas—le dijo Rex.
—Vamos
a ver qué dicen ahora las voces—añadió Ora.
En
esos momentos, no se oyó nada. Ora empezaba impacientarse.
—¿Por
qué no dicen nada?—preguntó mirando a Rex.
—Si
han hablado entre día y día, supongo que hay que esperar a
mañana—dijo Rex.—Y aunque no lo parezca, pronto caerá la noche,
así que debemos acampar y esperar.
—De
acuerdo—dijo Ram,—Ora, montaremos la tienda. Rex, tú deberías
montar la tuya.
—¿Y
yo?—preguntó Konran.
—Tú
seras la fogata, pero no te acerques demasiado—le dijo Ram.
—Que
bien, ahora sé que sentía Kasai cuando lo usábamos de calefacción.
Pasaron
unas horas, estaban acampados en medio de la carretera, Ram y Ora
estaban dentro de una tienda verde y grande, Rex estaba en una azul
para el solo. Estaban calentando nubes sobre las llamas de Konran y
las comían al estar chamuscadas.
—Bueno,
¿qué habéis hecho cada uno?—preguntó Ora.
—Yo
he tenido que luchar contra un falso Kasai, uno azul y
transparente—dijo Ram.
—Vaya,
debe ser extraño—dijo Rex.
—Y
yo igual pero...con Heishi.
—¿Qué?—dijo
Ora.
—¿Esa
Heishi es la otra persona a la cual veníais a buscar?—preguntó
Rex.
—Sí—afirmó
Ram.
—Eso
es bueno—dijo Rex,—si no te ha reconocido y era transparente,
quiere decir que no era más que un recuerdo de ese tal Fernando
Valentino.
—Menos
mal—dio Konran.
—Un
momento, ese Kasai azul...el dr.Átomo lo describió—dijo Ora.
—¡Es
verdad!—apoyó Ram,—nos dijo que era Moto Magma, la Saeta
Ardiente número 12 y que mandó a Kasai matarlo para sucederle y
convertirse en la Saeta Ardiente número 13.
—Hay
algo que no entiendo—empezó Koran,—si estamos en limbo de
Fernando Valentino, ¿por qué hemos visto oponentes de los recuerdos
de Kasai?
—Eso
ya lo averiguaremos mañana o más tarde—dijo Rex.—Mientras, Ora
y yo debemos vigilar a ver qué nos encontramos, si han salido dos
oponentes de vuestro amigo, podrían salirnos a nosotros dos otros.
—Repasando
sus oponentes—empezó Konran,—tenemos a los varos y su rey...
—El
hombre lobo del bar de los hombres que me raptaron—añadió Ram.
—Y....—en
ese momento Ora se asustó,—...a Musha.
Continuará.