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Pestañas (Basta con pasar el ratón)

martes, 24 de noviembre de 2015

13-Tiempos fríos [1]

El grupo fue entrando poco a poco en las profundidades de aquellas grutas oscuras y siniestras. En un momento, vieron al final del túnel una luz anaranjada.
―Mirad―señaló Ram.
Al salir del túnel se hallaron en una gran sala bañada por un mar inmenso de lava, sobre ella había puentees del mismo estilo de roca que las grutas, esos puentes se dirigían a otras grutas y algunos conectaban con otros. En dos puentes superiores, habían varos de extremo a extremo abucheándoles y gritándoles. Al final del puente en el que se hallaban, en el centro de la sala, estaba el varo jefe.
―Ah, Kasai y compañía. Bienvenidos a Ovarionles dijo el jefe cuando se estaban acercando.
―Hola―le dijo Kasai.
―Veo que no tienes miedo, no como tus amigos―dijo el jefe.
―Ya, mira tenemos prisa así que solo queremos pedirte que retires tus tropas de la aldea.
―¿Y que pasa si no lo hago?
―Que probarás el sabor de la Calçotada.
―Me temo que ya es tarde ara retirar mis tropas.
El jefe hizo un gesto, el medallón del cuello se iluminó y mostró una imagen. En ella se veía a los varos y los aldeanos luchando, mientras las casas ardían. Kasai pudo distinguir a Ora entre la batalla. El jefe cerró las imágenes diciendo:
―Antes de hacer esa...cosa que has dicho, yo también tengo mis cartas.
El jefe chasqueó. En ese momento todos los varos, a excepción del jefe, empezaron a saltar a la lava. Cuando cayó el último, se produjo un destello. De a misma lava salió un ser negro, tenía diez patas que parecían pinzas, una largo cuello con cabeza de dragón y una cola que se dividía en dos aguijones de escorpión, de su espalda salían dos enormes alas de murciélago.
―Os presento a Hydragon, mi “mascota”―en ese momento, el jefe cortó la cabeza de la criatura y ésta le volvió a crecer, junto a dos más.―Por favor, sed amables que hace tiempo que no tiene invitados.
Hydragon se adelantó mientras el jefe se iva a otro de los puentes con calma. Kasai se impulsó y saltó hasta el frente del jefe. Éste, al verle, hizo aparecer una espada de hielo.
―Veamos qué tal juegas Saeta Ardiente.
Kasai, en ese momento, convirtió su mano en una espada de fuego. Se adelantó hacia el varo y empezaron a entablar una batalla con sus espadas.
Kasai se las arreglaba para evitar todas las estocadas y golpes de su adversario, y él lo mismo con Kasai. Kasai intentó hacerle un corte en el cuello al varo, pero éste lo evitó y aprovechó para realizar un golpe que lo tumbó.
―Eres demasiado predecible―le dijo el varo.
Kasai en aquel momento vio a sus amigos, enfrentándose a Hydragon. Vio como Hydragon escupía fuego por la boca, como escupía gases por las pinzas, como volaba y trepaba por todos los lados de los puentes. “Ese monstruo está hecho de varos, si mato al jefe, él también morirá”, se dijo Kasai.
En ese momento, Kasai realizó un giro con su cuerpo dándole un par de puntapiés al jefe varo, éste cayó al suelo de los golpes. Kasai y el varo se levantaron.
―Poco sorprendente,pero inesperado―le comentó el varo.
En ese momento, el jefe hizo un giro con la espada. En la primera vuelta le quitó la espada a Kasai. Pero en la segunda, Kasai le golpeó rompiendo su espada. El jefe frenó sonriendo.
―¿No echas de menos algo?
Kasai miró su mano derecha y vio el brazalete que le mantenía con vida totalmente destruido. El jefe dejó caer los restos de la espada y se fue andando con calma mientras Kasai caí de rodillas y congelándose lentamente.
Kasai miró lo que quedaba de la espada de hielo, parecía un puñal. Lo cogió e hizo un ultimo esfuerzo. Se levantó y se dirigió sigilosamente hacia el varo. Le rajó el cuello con el puñal y vio como el varo se reía.
―Ni siquiera mis armas me afectan, iluso―le dijo el varo.
―No buscaba tu cuello―le dijo Kasai
Kasai tenía el amuleto del varo en la mano, lo dejo caer al suelo lo pisó hasta romperlo. El varo notó su debilidad y veía a Hydragon convertirse en cenizas. Kasai cogió al varo por el cuello y le dijo.
―Si caigo, caerás conmigo.
En ese momento Kasai se tiró con el varo en sus manos. Mientras descendían, notó que una cuerda le agarraba la cintura. Miró arriba y vio a Ram con su pistola manteniendo un látigo eléctrico con el que le agarraba. Kasai miró abajo y vio al jefe varo, hecho pedazos, hundirse en la lava.
―Tranquilo Kasai―le dijo Ram,―te tengo. Te prometo que volverás y te curarás.
Ram se resbalaba. Heishi se unió a Ram, y Konran hizo lo mismo. Kasai oyó un choque de rocas y vio como algunos de los puentes destrozados por Hydragon se estaban derrumbando, y había uno encima de sus cabezas.
―Si no me dejáis, eso de ahí arriba acabará con vosotros―dijo Kasai.―Dejadme, soy un peso muerto.
―No pienso dejarte―dijo Ram,―los amigos nunca se abandonan.
―Lo sé Ram―dijo Kasai.―Por eso no tienes porqué elegir.
Kasai cogió el puñal de hielo y cortó el extremo del látigo que agarraba su muñeca. Vio que se aljaba de Heishi y Ram mientras gritaban. Cerró los ojos y esperó a entrar en la lava.
Ram vio a su amigo hundirse en ese mar, notó que Heishi y Konran tiraban de él. Ram miró arriba vio como un puente empezaba a caer en trozos encima de ellos. Se levantó y empezó a correr con los demás hacia la salida. Entraron el las grutas y fueron lentamente, tocando la pared puesto que no veían nada.
Cuando encontraron la salida iluminaba, Ram se dio cuenta de que un reflejo le llegaba al ojo y se dirigió a ver. Eran los restos de la armadura de Kasai. Ram se agachó y cogió el casco.
―Dijiste que eras malo, pero lo único malo que tenías era esa mentira―dijo llorando.
En ese momento Heishi se le acercó, se agachó y lo abrazó en señal de compañía y dolor por un ser querido.

FIN

martes, 17 de noviembre de 2015

12-La Boca del Lobo[1]

Konran, Fupo, Ram y Heishi se despertaron aquella mañana bañada por el alba reluciente. Se encontraron con Kasai calentando las sobras del jabalí de la noche anterior. Se sentaron para tomar el desayuno y, al terminar, volvieron a ponerse de pie.
Pusieron rumbo hacia la puerta de la guarida de los varos. Llegaron a la zona siniestra y abrigada por hojas negras y se mantuvieron esperando. Al cabo de unos momentos, los árboles que les rodeaban empezaron a ir hacia el centro del lugar. Cuando avanzaron unos metros, se cogieron de algunas ramas entre ellos y con las que les sobraba las llevaron al centro de ese solar. Esas ramas crecieron hasta llegar al centro y unirse.
Las hojas del suelo empezaron a volar hacia el centro de las amas y empezaron a formar espirales sin parar. Los chicos se apartaron un poco al ver que empezaron a formar un haz de luz que iba hacia el suelo. El haz de luz empezó a volverse más grande hasta que empezó a divisarse una puerta de barrotes que brillaba, una puerta de oro blanco. La puerta se abrió mostrando en su interior mucha oscuridad, demasiada oscuridad.
Pasaron bajo el portal. Descubrieron que esa oscuridad era una cortina muy fina que cubría una sala muy peculiar. Aunque esa sala tuviera suelo, paredes y techo, parecía que estuviesen sumergidos dentro de un universo solamente formado por estrellas.
En unos momentos, todas aquellas estrellas se fueron fugazmente al lado contrario de la puerta. Empezaron a formar otra, solo que ésta era de luz. Pasaron por ella y se encontraron en una cueva de rocas negras. Era algo oscuro pero tenían la suerte de que Kasai iluminaba parte de la zona.
—Sinceramente—dijo Ram,—me esperaba más.
—Nunca juzgues un libro por su portada—le sugirió Kasai.
—Estoy con Kasai—dijo Heishi,—estos seres pueden tener muchos ases bajo la manga, ya oíste a los ianes, ellos les tienen miedo y hay que tener en cuenta que los ianes son muy duros.
—Ya—dijo Konran,—pero tenemos a Kasai, él ya ha matado a uno.
—Sí, cierto—dijo Kasai añadiendo,—pero ese varo no se lo esperaba, fue como hacer trampa.
—Intrusos—dijo una voz,—Konran, un hombre hecho de helado. Heishi Hacka, mercenaria humana. Ramrod Dansu, un mestizo entre valquiria y humano. Fupo Ecuso, ser indefinido. Y alguien que cree que se llama—en ese momento apareció un varo,—Kasai Maguma.
—Me llamo así—le dijo Kasai.
—Ambos sabemos que no es cierto,—dijo el varo.—Puede que hayas olvidado tu patética vida anterior.
—¿Y que sabrás tú?—dijo Ram sacando su pistola y apuntando al varo.
—Desde que don antorcha mató a uno de los nuestros, hemos estado investigando. Han pasado dos día en la Tierra, pero aquí han pasado cuatro, suficiente para ver toda tu vida, desde tu nacimiento hasta tu muerte, añadiendo tu resurrección como Kasai Maguma hasta ahora. Lo sabemos todo, amigo.
—¿Cómo que todo?—pregunto Heishi reaccionando de la misma manera que Ram.
—Todo lo que le concierne a él y a todo aquél que le haya rozado—dijo dirigiéndose a Kasai.—Como conociste a Ram, como encontraste a Konran, como perdonaste a Heishi,... todo Kasai, hasta tu romance con Ora. Y viendo eso, fuiste algo anticuado para lo que se hace en vuestras épocas.
—¿Sales con Ora?—le preguntó Ram a Kasai.
—Eso ahora no viene al caso.
—También sabemos que no puedes vivir sin tu armadura.
En ese momento, otros cuatro varos se dirigieron hacia Ram, Konran, Fupo y Heishi. El varo que les había hablado desde el principio hizo lo mismo con Kasai. Cada Varo entabló una batalla con el miembro del grupo de Kasai que le percataba.
Kasai intentó resistirse ante los golpes de su oponente, pero cada uno de ellos era de una fuerza que nunca había experimentado. Entre los golpes del oponente y los choques de las rocas, su armadura se iba desquebrajando.
En unos momentos, el varo paró y le miró. Kasai tenía la armadura que se le caía lentamente.
—Fíjate, la Saeta Ardiente a punto de apagarse—se burló el varo.
Kasai miró su armadura. Miró como parte de ella se caía de lo rota que estaba. Kasai se quitó el resto,sin contar el brazalete y dejando el casco como lo último.
—¿Esto es todo lo que sabes hacer?—le preguntó levantándose.—Veo que puedes romper mis armaduras, pero no puedes con una persona.
—¿Pero cómo...?
—Tú lo has dicho, soy la Saeta Ardiente.
Kasai dio un golpe a su casco con el pie haciéndolo levantar. Lo cogió en el aire y golpeó, con las púas de la corona del casco, al varo arrancando su cabeza de cuajo. En ese momento, mientras la cabeza del varo rodaba por el suelo, los otros varos pararon sus batallas mirando asustados a Kasai.
—Decidle a vuestro jeme que Kasai Maguma está aquí y que no hay bombero que pueda apagarle—les dijo Kasai.
En ese momento, los varos se fueron corriendo. Konran, Heishi, Ram y Fupo fueron con Kasai, cada uno tenía sus heridas: Ram tenía una cicatriz en la mejilla, Haishi tenía moratones en la frente, Konran tenía un par de galletas rotas y Fupo un tornillo suelto que se colocó rápidamente.
—No hay bombero que pueda pararte, ¿eh?—le dijo Heishi.
—¿Que querías que dijera?—le dijo Kasai soltando el casco, luego se dirigió a todos.—¿Listos para entrar en la boca del lobo?
—Claro—dijo Ram enfadado,—pero al salir tú y yo hablamos de lo de Ora.

Continuará.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Noticias/Avisos 15.11.14

Hola chatos, ¿cómo estáis? Bienvenidos a un post de avisos sobre el blog.
Principalmente quería anunciar que el blog ha pasado de las 2000 visitas(pero no voy a hacer ningún especial), sino no lo diría en el título. Con Poeta Saeta lo hice en dos meses (porque iba al dale que te pego), pero con Asaético nunca llegué a tan alta cifra, así que ya me toca irlo celebrando.
Después quiero añadir que el 24 de noviembre (dentro de 10 días) finalizará la primera Azsaga del blog, sí, la famosa Saeta Ardiente (y por famosa me refiero a famosa...dentro de los que estamos por aquí). Pero tranquilos, que para recordar a los personajes saldrá a la vista una nueva pestaña en el blog detallando cada uno de ellos ya que por lo que he visto, han habido algunas confusiones.
Se añadirá otra pestaña más, pero no como etiqueta, sino como página (hasta ahora solo está la del autor) y ésta pestaña consistirá en las visitas que hay alrededor del globo(por países). Para hacer esto me basaré en lo que me dice Blogger, porque el widget que tenemos al final del blog tiene ciertos errores. Estas visitas serán solo las que llegan a Azsaet! y claramente se irán añadiendo países. Obviamente pondré una enumeración (por si a alguien le apetece aprender un poco de geografía).
Para finalizar, en septiembre dije que se colapsaría el blog (o algo así), justo dos semanas después de decirlo, me llegó mi nuevo portátil (no sé si lo dije) y me he estado poniendo al día y por sucesos personales no he podido subir ningún Diario Minecraftiano (hasta hoy). Así que seguramente podremos ir dándole caña. También añadiré el traductor por defecto de Blogger (aunque no sea muy bueno) para que la gente se entere más o menos, mas no prometo nada.
Esto es todo lo que quería decir, gracias por la atención prestada, nos vemos el martes 17 para el decimosegundo capítulo de La Saeta Ardiente, y el martes 24 para el decimotercero. Ya de paso quiero añadir que si os gusta algún pos del blog, debajo de ese mismo post tenéis unos botones muy amables que están ahí por si los queréis compartir en alguna red social. Dicho esto me despido hasta la próxima.

Galería 3 [EstánDeArte]

 Bulbasaur (tema:pokémon).
Segundo Puesto Premio HiPixel-BuildBattle
*no se ve mucho, pero está su pokeball detrás de sí.
 Sushi
Vaquero
Primer Puesto Premio HyPixel-BuildBattle
 TNT Explotando (tema:explosión)
*con una estatua de mí accionándola
 Barco Pesquero (tema:pescador)
Segundo Puesto Premio HyPixel-BuildBattle
*Tenían que ser peces payaso, para dar algo de humor ggggg.
Calculadora
Tercer Puesto Premio HyPixel-BuildBattle

martes, 10 de noviembre de 2015

11-Camino al fin [1]

Kasai se despertó a la mañana siguiente. Había dormido en la cama de Ora, con ella, toda la noche. Se puso la armadura y se fue sigilosamente a la casa abandonada. Fue buscando por los cajones de los armarios y cómodas con sumo cuidado de no despertar a nadie. Encontró un líquido somnífero y una geringuilla. Cuando iba a cargarla del líquido, se oyó una voz.
—¿Dónde has estado?
Kasai se giró y vio que Átomo le miraba.
—Eh, bueno, mejor no saberlo—le contestó
—Ya, ¿y para qué es eso?
—Misma respuesta.
—¿Vale?,¿cuándo os vais?
—Ya mismo, vaya despertándoles, a todos. Yo voy a hacer algo rápido, diles que me esperen en la plaza.
Kasai se fue corriendo a la casa del jefe de la aldea, entró con cuidado y subió hasta el cuarto de Ora de nuevo. En cuanto la vio dormida. Dijo en susurros:
—Lo siento Ora, pero tu pueblo te necesita más que yo.
Habiendo dicho esas palabras, se sentó en la cama, le acarició la melena y le inyectó toda la dosis del somnífero. Al finalizar, se fue andando a la plaza. Allí se encontró a Heishi, Konran y Ram con el jefe, estaban hablando.
—Vaya, Kasai, espero que hayas pasado buena noche—le dijo el jefe.
—La verdad señor, no me puedo quejar.
—Muy bien, perfecto.
En ese momento, llegó el doctor acompañado de una criatura de aspecto humano, pero ésta llevaba un exoesqueleto y la boca sellada, un ojo era verde esmeralda y el otro azul aguamarina.
—Kasai, te presento a tu nuevo hermano—le dijo el doctor,—te dejaría también a Ogama, pero creo que debería quedarse aquí.
—Estamos todos—dijo Heishi.
—Muy bien—dijo Kasai,—id tirando, ahora os alcanzo, tengo que hablar con el jefe a solas.
Mientras ellos obedecieron, Kasai se quedó con el jefe al mismo tiempo que el doctor se volvía a la choza.
—Su excelencia, señor, majestad o como sea—empezó Kasai,—sobre Ora...
—Sé lo que has hecho con ella, Kasai.
—Ya, en primer lugar, era solo para distraerla, y en segundo lugar, le he puesto un somnífero. Puede tardar semanas en despertar a no ser que le inyectéis esto.
Sacó una jeringuilla con un líquido extraño.
—Eso debería despertarla de manera instantánea, pero hacedlo en el momento de la batalla, seguro que ya estaremos lejos y así decide quedarse.
—Muy bien—dijo el jefe tomando la jeringuilla,—pero debes saber uqe no me gusta que andes cortejando a mi sobrina.
—Solo por distraer, no espere ni un noviazgo ni una boda ni nada, y mucho menos a...¿cómo se diría?, ¿un sobrino-nieto?
—Anda, vete ya.
Kasai se fue de inmediato para reencontrarse con su grupo. Cuando los alcanzó, le preguntó.
—¿Alguien sabe cómo llegar?
—Eso comentábamos—dijo Ram.
—Nadie—dijo Heishi,—pero he oído rumores, la mayoría en Italia, cerca de Mónaco.
—Eso viene cerca—dijo Kasai,—Oye Fupo, ¿no sabrás teleportarte por casualidad?
En ese momento, Fupo empezó a iluminarse de verde. Acabó soltando un destello verdoso que rodeó a los demás y en un segundo se vieron en un bosque diferente.
—Vaya, es mejor que tu piroportación, Kasai—dijo Heishi.
—Ya, pero reconoce que te encanta—le dijo continuando la broma, luego miró a Fupo,—gran trabajo hermano.
Kasai le ofreció su puño y Fupo lo aceptó chocando los nudillos.
—Creo que no deberíamos estar aquí—dijo Konran.
—¿Por qué?, ¿te has quedado helado al ver algo?—le dijo Heishi.
—Buena gracieta, pero más o menos—dijo señalando una huella.
—Es una huella humana—observó Ram.
—Sí y no, los humanos no andan descalzos, y tampoco es un hobbit porque están extintos. Solo puede ser una cosa de entre dos. Y las dos cosas no os gustarán.
—¿Qué?—dijo Ram.
—Zombis—dijo Heishi sacando su cañón y mirando a los alrededores.
—O algo mucho peor—siguió Kasai.—Sindos.
—¿Sindos?—preguntó Ram.
—No te alejes de mí, Ram— le dijo Heishi.
—Pero sí de mí, éstos solo comen cualquier tipo de carne y lo pero es que..les atrae demasiado el calor.
—Si te arañan, sus uñas te inyectan un veneno que te hace ser como ellos, si te muerden muerto estarás—empezó Konran,—son la mar de veloces y el agua los desintegra..
—¿No habrá un estanque por aquí?—preguntó Heishi.
—Creo que no—afirmó Kasai,—pero ellos sí.
Señaló a lo alto de una colina, empezaron a salir un buen grupo de sindos que inmediatamente empezaron a bajar corriendo hacia ellos.
—Huid, yo me encargo—dijo Konran.
—¿Qué?—dijo Kasai.—Ni hablar...
—Hazme caso, no soy carne ni calor, a mí no me pasará nada.
Kasai cogió a Ram y Heishi empezó a correr, Fupo empezó a seguirles. Konran se fue en sentido contrario, hacia los sindos. Al cabo de unos momentos, le dijo a Heishi:
—Cuida de Ram y seguid corriendo—luego se dirigió a Fupo,—veamos que más sabes hacer.
Kasai y Fupo se detuvieron y se quedaron esperando a la manada de sindos. En cuanto aparecieron, Kasai formuló unas palabras:
—Muy bien, hijos de vuestra madre, veréis quien es la Saeta Ardiente.
En ese momento, empezó a expulsar llamas de su cuerpo y se dirigió hacia los sindos. Pero de repente frenó. Fupo le había pasado por su lado, pero no ardía, sino que relucía e iba por lo menos tres veces más rápido. Se quedó mirando a Fupo, cada impacto que daba se convertía en una explosión de luz verdosa que desintegraba a todos los sindos que eran rodeados por ella.
Kasai miró unos segundos más atrde a sus alrededores y vio que estaba solo.
—Cada vez me siento más inútil.
Empezó a dirigirse a donde se habían ido Ram y Heishi. Corría sin parar por todos aquellos lares hasta que los encontró, rodeados entre los sindos y unas rocas. Heishi y Ram les disparaban para alejarles, pero no daban resultados. Kasai trazó una barrera de fuego entre sus amigos y los sindos. Vio a Heishi y Ram como empezaban a subir las rocas.
—Antes de empezar—les gritó a los sindos—¿alguno quiere plantearse seguir viviendo, rendirse e irse a su casa?
En ese momento, los sindos se dirigieron hacia él, pero Kasasi saltó llevándose el fuego de la pared que había trazado. Mientras se elevaba, observaba a los sindos trepar por los árboles para alcanzarle.
—Cuando las saetas son arrojadas con altitud...—dijo mientras se alzaba, luego, al ver su altura, frenó y empezó a descender en picado habiendo recogido todas las llamas—caen como meteoros.
En ese momento, Kasai impactó con la tierra formando una expansión que desquebrajó a todos los sindos y árboles de un buen radio y formó un buen cráter. Kasai se levantó del suelo, Heishi fue corriendo para agarrarle ya que le notó debilitado.
—Me siento mareado—dijo Kasai.
—Lo veo.
En ese momento, más sindos empezaron a aparecer y a ir hacia ellos. Se vieron muerto por unos instantes hasta que unas figuras gigantescas y grisáceas empezaron a embestirles.
—¿Qué son?—preguntó Heishi.
—Ianes, unos gigantes hechos de metales como acero, platino...—le contestó Kasai.
Cuando los ianes hunieron acabado de destrozar a todos los sindos, se dirigirona Kasai y compañía. Uno de ellos se adelantó y empezó a decir:
—Vaya, un niño y una mujer de raza humana...
—Yo sí lo soy—dijo Heihi,—pero él es mestizo.
—Y un...¿qué eres tú?—le dijo a Kasai.
—Eh...
—Seas lo que seas, este no es vuestro territorio. No os vamos a destrozar porque con vosotros si se puede razonar.
—Ya pero—empezó Kasai,—estamos buscando pistas sobre el paredero de los varos.
—No busques muchacho, no busques, vete.
—Kasai—se oyó lavoz de Konran de lejos.
En unos segundos, Konran y Fupo se encontaron con ellos.
—Vaya, por fin os encuentro—dijo Konran.
—Vaya—volvió a decir el ian,—así que el chiste concluye con un helado y ...un medio hermano nuestro.
En ese momento, Fupo se miró las manos, las bajo y levantó los hombros.
—Mire señor gigante de hierro—le dijo Heishi.—Nuestro pueblo va a ser atacado por los varos, y tenemos la misión de “negociar” con su líder, es decir, cargárnoslo.
—Suicidio—dijo.
—Solo queremos saber pistas, no pedimos terrenos y levantar una ciudad—dijo Kasai.
—Nadie ha matado a un varo nunca—dijo de nuevo el gigante.
—Quemé vivo a uno ayer mismo, cerca de Barcelona—le dijo Kasai.
—No me lo creo—discutió el ian.
—No si eres la Saeta Ardiente.
En ese momento, otro de los ianes se adelantó y le susurró algo al oído.
—De acuerdo Saeta y compañía, seguidme.
El jefe de los ianes empezó a guiarles por el bosque.
—La puerta de los varos aparece una vez a la semana, luego se cierra y no se abre hasta la semana siguiente, pero cambia de lugar. Nosotros vimos el patrón que usan, así que ahora se nos es fácil estar prevenidos.
Llegaron a una zona del bosque cubierta de una alfombra de hojas negras.
—Estas hojas aparecen veintiséis horas antes de que la puerta aparezca, hace un par de horas que las hemos visto. Solo tenéis que pasar la noche aquí. Os dejamos estar en nuestros dominios, pero solo por esta vez. Entrad, matadlo, salid y no volváis.
En ese momento, el ian se marchó dejándolos solos.
—Yo no me fiaría—dijo Heishi,—el único ser de hierro que me cae bien es el leñador de hojalata del mago de oz.
—No nos queda más remedio que confiar—dijo Kasai.
—¿Por qué?—preguntó Heishi.
—Porque en cuanto Kasai les ha dicho quien es—continuó Konran,—han visto la oportunidad de librarse de los varos, sus eternos enemigos.
—Ah, vale, mirándolo así—dijo Heishi.
—Tan solo es mediodía—dijo Ram mirando el reloj.
—Buscaremos algo de agua—propuso Kasai.
—Pero la puerta estará aquí—dijo Konran.
—Ya, pero ya sabemos como encontrar la puerta, ademas, los ianes serán nuestros amigos por una noche, pero los sindo no, y Heishi y Ram van a necesitar hidratarse bien.
En ese momento, Fupo se puso a hacer gestos al lado de Kasai.
—Ves, Fupo me apoya—dijo Kasai
—Pero si no habla—protestó Konran,—¿Y si nos perdemos?
Fupo sacó de su mano una zarpa de luz, se dirigió a un árbol y le hizo un corte, Kasai empezó a seguirle con Heishi y Ram detrás. Konran se vio obligado a hacer lo mismo.
De camino en busca del agua, Heshi empezó ha hablare a Kasai.
—Sobre tu relación con Ora...—empezó a decir ella.
—Mira, es cierto que esta noche la he besado y he dormido con ella, pero era solo para distraerla.
—Solo para distraerla, ¿o había algo real?
—Nada era real.
—Kasai, un consejo, no cambies la realidad por algo que no lo es. Te he visto, se te ve cómodo con ella.
Encontraron un arroyo donde pasarían la noche. Heishi decidió irse de caza mientras los demás levantaban un pequeño campamento. Al cabo de un rato, ella volvió con un jabalí en los hombres.
—Lo que sobre para el desayuno.
Kasai cocinó ese jabalí a al brasa, un jabalí que se comieron Ram, heishi y él, debido a que la carne no formaba parte de la alimentación de Konran, y Fupo no se alimentaba de nada. Al terminar, Hesihi subió un poco por el arroyo para lavarse el pelo mientras los demás se acostaban.
Kasai se quedó observando las estrellas durante unos momentos hasta dormirse. En ese momento, se vio en el parque de una ciudad, sentado tranquilo en un banco. Se fijó que Ora estaba también allí, en los columpios con una niña, una niña de carne negra como la oscuridad y el pelo rojo. Unos segundos después, la niña se le acerca y empieza a decirle.
—Papi, papi, ven y empújame.
Kasai se levantó del banco y empezó a empujarle en el columpio con algo de fuerza. Ora se quedó apoyada en una de las patas del columpio sonriendo. De repente gira la cabeza y ve a una mujer rubia que se tropieza un poco más lejos y va a socorrerla. Esa mujer era la misma mujer que Kasai vio en sus visiones del monasterio.
—¿Qué ocurre?—le preguntó Ora.
—Que eres una ladrona—le dijo levantándose la mujer.
—¿Ladrona yo?
—Sí—levantó la cabeza,—me has robado a mi hermano.
En ese momento, ella saca un cuchillo y apuñala a Ora justo en el estómago. Mientras Ora cae en el suelo, Kasai empieza a ver borroso. De repente se levanta con un puño ardiendo y ve que ha estado soñando. Miró a sus compañeros y se dijo:
—¿Y si Heishi tiene razón?,¿y si siento algo por Ora?

Continuará.

martes, 3 de noviembre de 2015

10-Los últimos Pasos [1]

Kasai y el doctor estaban en la choza abandonada. Átomo seguía regañándole, hasta que al cabo de unos minutos le dijo:
—Mira, estoy dispuesto a olvidar todo si haces la siguiente tarea—le dijo un papel y prosiguió,—esa es una lista de materiales que encontrarás en la ferretería de la ciudad de al lado, Sant Cugat creo que se llamaba. En este pueblucho no los hay así que bajarás a la ferretería más cercana las cogerás y te irás, sin testigos ni escenario, a tu usanza.
—¿Quiere que robe, queme y mate?
—Antes no te importaba, y hace nada querías ir con los demás al aquelarre a matar brujas.
—Porque ellas son malas, esto se trata de sangre inocente.
—¡Como las anteriores!, veo que este pueblo te está cambiando, Kasai. Yo soy tu Padre y te conozco tanto anatómicamente como psicológicamente. Baja y hazlo.
Kasai en este momento bajó a la ciudad, buscó la ferreteria y entró. Se fijó que la ferretería atravesaba toda la manzana, teniendo una puerta en cada lado. Se paseó por los pasillos cogiendo un destornillador de punta triangular, un lapiz soldador y otras herramientas Al tenerlas todas, las puso sobre la caja y el vendedor le dijo:
—Son 105 euros con 35.
—Creo que podría hacerme una rebaja—le contesta Kasai.
Levanto su mano y puso dos dedos sobre la frente del vendedor. Éste noto que cada vez ardían más. Empezó a gritar hasta exclamar dolorido:
—Llévatelos, de gratis.
—Muchas gracias.
En ese momento sale por una de las puertas. Se giró para mirar el umbral de la otra puerta. Empezó a provocar una expansiva fogata. Vio como los ocupantes del local intentaban apagarlo con resultados inútiles. Éstos se dieron cuenta y empezaron a correr hacia la otra puerta, pero Kasai golpeó el aire haciendo salir un largo brazo de fuego que se dirigió hacia la fogata. Cogió sus llamas y luego, metiendo el brazo atrajo su larga extremidad haciendo que las llamas se expandiesen por todo el local. Toda la ferretería ardía haciendo que las almas que había dentro, sin poder salir, ardiesen con ella.
Kasai se dirigió hacia la manzana de al lado y subió al tejado volando. Se quedó mirando su ígnea obra hasta que llegaron los bomberos. Justo cuando éstos entraban, Kasai hizo un gesto en el aire. El incendio se convirtió en una explosión que alcanzó las calles que rodeaban la manzana, haciendo explotar todo vehículo que se hallase ahí. El edificio empezó a desquebrajarse hasta caer. Kasai observó el desastre, las gentes malheridas y otras gentes que iban a socorrer. En este momento se fue por el teclado diciendo:
—Disfrutad de lo que os queda, humanos. Pronto padeceréis. De Kasai Maguma...nadie se libra.
En ese momento oyó unas campanadas. Miró y vio el campanario del monasterio. Se acercó. Entró en el y empezó a decir.
—Me suena este lugar, y no por la fama que tiene por los alrededores.
Se fue hasta el umbral del escenario donde se hallaba el altar. Tocó sus escaleras y empezó a ver extrañas visiones. En ellas se veía a una mujer, rubia, vestida de bodas. Se estaba levantando el velo para mostrar su cara y en ese momento sacó un resplandor.
Kasai miró a sus alrededores. Estaba en la Rambla Egara, en Terrassa.
—Que raro, nunca he estado aquí pro...conozco bastante este lugar.
Fue bajando hasta que vio unas ambulancias y unos policías. También vio un coche en llamas y decidió acercarse. Empezó a preguntar por la gente de la zona, pero nadie le hacía caso. Se miró las manos y vio algo extraño en el. No era negro, sino..humano.Humano y...transparente.
Atravesó la muchedumbre hasta llegar al coche. Los médicos estaban llevándose dos cuerpos. Fue a ver y uno era la mujer anterior, y el otro era un hombre, rubio. Vio la juventud de los dos, parecían de diez y ocho años de edad. Miró hacia el coche, y vio a la mujer, transparente también.
Estaba arrodillada, con las manos en la cara y llorando.
—¿Qué sucede?—le preguntó.
—Eramos tan felices, ¿por qué ha tenido que pasar esto?, ¿por qué se lo ha llevado?
—¿Llevarse que?
—Lo que más quiero en este mundo—dijo ella alzándose.
—¿El qué?
Ella se giró, Kasai vio sus lágrimas y le frotó las mejillas con sus pulgares para secarlas.
—¿Que te han arrebatado?, ¿qué es lo que más quieres?—le volvió a preguntar Kasai.
—Me has olvidado, Ferny, me has olvidado—dio ellas.
En ese momento, se arrodilló y grito con dolor un profundo “no”. En ese momento, Kasai volvía a estar en el monasterio, a oscuras. Salió de él y se fue por las calles hasta llegar al desastre que hacía minutos había causado. Empezó a mirar por alrededor. Los equipos de rescate actuaban sin cesar. Kasai dejó escapar unas gotas de lava de sus ojos.
—¿Qué he hecho?
Miró sus manos negras. Con furia las apretó y se fue de vuelta al pueblo. Corriendo por los bosques sin parar, Kasai notó algo. Corrigió el rumbo y se fue hacia el noroeste. Frenó y vio en una llanura un par de campamentos. Unos hombres de color negro estaban habitándolos. Algunos para viajaban a la velocidad de un sombra.
—Varos—dijo Kasai.
En ese momento, oyó pasos cerca de sí y se ocultó en un matorral. Un varo, solo, llevaba unos troncos hacia el campamento. Kasai, comparó su piel con la del varo y era muy similar. Salió y le dijo:
—¿Has visto lo que he encontrado?—le dijo señalando su armadura de llamas.
—Vaya, sí que mola—le dijo el varo.
—Ya, me aprieta la cabeza, y casi se me olvida porqué estamos aquí.
—Mira que olvidarse de esta misión. Seremos los que borren al Pueblo-Oculto del mapa. Esas valquirias, sacerdotisas y demás padecerán.
—Ya, ya iba siendo ora—le siguió el juego Kasai.
—Oye, me ayudas con la leña, no sé cuánto tiempo estaremos aquí, tal vez un par de días, para cuando tengan la estrategia. Pero mientras, a coger calor.
Kasai fue hacia el varo, lo cogió por el cuello y lo levantó.
—Tú lo has dicho—le dijo susurrando con rabia.
—Traidor—le dijo el varo.
—No, tan solo soy la Saeta Ardiente—le respondió haciéndole arder entre llamas.
Kasai empezó a correr hacia el pueblo. Entró en la casa del jefe sin llamar.
—Señor, perdone la intrusión pero...
—Ah, tú debes de ser Kasai Maguma—le dijo él,—ya iba siendo ora de conocerte.
—Sisisí, encantado también pero debe escuchar. Al otro lado de la sierra aguarda un campamento de varos, dispuestos a atacar.
—Imposible, este pueblo esta muy bien oculto.
—Pues siento decir que os han pillado.
—¿Cuando atacarán?
—Uno o dos días, dependiendo de lo que tarden en montar una estrategia. Aunque creo que mis actos os darían algo más de tiempo.
—Ora me ha hablado bien de ti, y por tus palabras diría que ya has montado una.
—Quemé a uno para enterarme de todo.
—Bien, espera un momento.
En ese momento entró un soldado en la casa.
—Kasai, éste es Razor, el general de nuestro ejército que protege la aldea.
—Dime, Kasai. ¿Numero?—le dijo Razor.
—Unos mil.
—¿Ventajas?
—Usan las sombras para obtener velocidad, si atacan de noche...
—Se acabó todo—continuó el jefe.
—Pero podemos pedir al doctor Átomo que haga algo improvisado, si conseguimos darles luz...
—Se ralentizarán—terminó de nuevo el jefe.
—Muy bien, hablaré con el doctor.
—Hablando del rey de Roma—dijo una voz.
Átomo acababa de entrar en la sala.
—He visto que Kasai ha llegado, y como le mandé a un recado...
—Tenga—le dijo Kasai dándole una bolsa.
El doctor la tomó y se la puso en las rodillas.
—Respecto a los varos—empezó a decir el doctor,—podemos poner unos oles artificiales, o unas arenillas en los caminos, ambos se hacen igual y no tardan. Pero también hay otra solución.
—¿Cuál?
—Los varos tienen una abeja reina, lleva un amuleto único. Cuando su líder muere, este amuleto se aparece en el más digno para sucederle. Pero si el amuleto no está en ningún cuerpo, significa que no hay líder. Y ellos necesitan un líder.
—¿Y por qué no lo eligen?—preguntó Razor.
—Porque—prosiguió el doctor,—necesitan un líder para vivir, y el amuleto lo mantiene con vida. Son una especie rara pero esa es otra ventaja. Salvo el hecho de que su guarida es un suicidio.
—Kasai, ¿qué me dices?—le dijo el jefe.
—Lo haré—dijo convincente,—pero si Ram quiere venir, vendrá.
—Y ya de paso llévate a Ora, Heishi y Konran—le dijo el jefe.
—A Ora no, veo en ella una gran luchadora y necesitaréis gente como ella para defender este pueblo el tiempo suficiente mientras llevo a cabo la misión.
—Pero también te llevarás a Fupo—le dijo el doctor, está casi listo. Y ahora, acompáñame.
El doctor le llevó a la casa abandonada de nuevo, allí le dio un brazalete, a juego con su armadura.
—Este brazalete hace tres veces la función de toda tu armadura, ahora serás más ligero—le dijo el doctor,—mañana a las cinco de la mañana, de aquí a doce horas aproximadamente, saldréis, Fupo estará listo con éstas herramientas.
—El brazalete será un plan B, la gente sabe que mi armadura es necesaria, y cuando vean que ya no es así...
—Verán a Kasai Maguma, cien por cien negro—terminó el doctor.
Kasai se fue hasta el prado donde estuvo hacía unas horas y empezó a mirar a la ciudad sancugatense pensando en las visiones que vio. Al cabo de unos momentos, Ora Tenshi se puso a su lado.
—Bueno, el aquelarre no ha ido mal—le dijo, luego cambió de tema.—¿Es cierto?,¿están aquí?
—Lo están.
—Y te vas a ir.
—Así es.
—¿Solo?
—No.
—¿Con Ram?
—Si quiere.
—Llévame contigo. Me necesitas allí. Y Ram también.
En ese momento Kasai se mantuvo callado, mirando a la ciudad sancugatense.
—¿Por qué miras la ciudad?—le preguntó Ora.
—Porque...soy un monstruo.
—No te entiendo, quieres que el mundo te acepte, y ni siquiera te aceptas tú.
Ora se giró y le miró.
—El doctor dice que ya no necesitas la armadura.
—Cierto.
Ora le quitó el casco y le miró a los ojos.
—Al fin te veo, y a decir verdad, no hay ningún monstruo. Solo alguien...que yo he aceptado.
En ese momento, Ora le besó en los labios. Kasai la separó la miró y le devolvió el beso con varios de regalo y ella hizo lo mismo.

Continuará.