Kasai se despertó, miró a sus
alrededores y se fijó que estaba en una camilla, en la casa
abandonada del pueblo. Vio a un lado, en una pared al proyecto Ecuso
con un montón de cables que ivan y venían.
—Al
fin te levantas—dijo una
voz cerca de sí.
De
entre las sombras que reinaban en la habitación , se encendió una
luz que mostraba el rostro del doctor.
—Creo
que te dije algo tan sencillo de hacer, bajar a por Fupo y subir.
Imagínate a Ora y Heishi subiendo solas todo ese cargamento y al ver
que lo único de ti que se hallaba en la sala era el colgante. Se
pasaron horas buscándote a ti también entre las aguas, tu
desobediencia casi te cuesta la vida.
—Sé
que estará enfadado...
—Y
lo estoy, Kasai, no lo di todo para que tú lo tires por la borda.
Kasai
se levantó, se frotó la cabeza y notó que no llevaba el casco
puesto.
—¿Y
mi casco?
—Te
lo quité, quería ver si podía reparar algo.
El
doctor se acerco, sacó el casco de entre sus piernas y se lo dio.
—Lo
necesitarás para pasear por allí fuera.
Kasai
lo tomó y se miró en el, viendo sus reflejos. Su cabello negro y
platino, sus ojos grises, su care oscura...
—No
todos los días puedo verme—dijo poniéndoselo,—¿cuánto tiempo
he estado inconsciente?
—Dos
semanas, más las trece horas que estuviste bajo el agua—le
contestó el doctor.—Mas no descanses demasiado, pronto tendréis
que ir a por el resto del material, y esta vez no me desobedezcas. Te
impondré un castigo más tarde.
Kasai
salió de la choza, bajó por las calles y llegó a una pradera donde
se tumbó y empezó a mirar el cielo estrellado. Mirando la posición
de los astros, sabía que debían ser las cuatro de la madrugada.
Siguió mirando ese paraíso estelar cuando poco a poco se fue
quedando dormido. Alcabo de unas horas, se desertó viendo una figura
que le levantó de un susto.
—Me
has asustado Ora.
—Kasai,
pedazo de fuego vago, sabía que rondarías por aquí.
Ora
ayudó a Kasai a acabar de levantarse y luego le preguntó.
—¿Cómo
te encuentras?
—Supongo
que mejor.
—Bien—dijo
ella. En ese momento le dio un puñetazo y le pegó en el mentón
haciéndole tumbar—¿Tienes idea de...?
—Lo
sé, lo sé, lo siento, ¿vale?
En
ese momento llegaron Konran, Ram y Heishi a donde se hallaban Ora y
Kasai. Konran ayudó esta vez a levantarlo.
—Tranquilos—dijo
Ora,—ya le he pegado yo. Iva a darle una bofetada, pero el menton
es la única zona accesible.
—¿Cómo
se te ocurre?—preguntó Heishi.
—Fui
al ordenador, central—dijo Kasai,—donde estan todos los datos de
cada proyecto del doctor Átomo.
—¿A
qué hacer?—le preguntó Ora.
—Espera—dijo
Konran,—¿has dicho todos los datos?
Kasai
asintió.
—Eso
quiere decir, que aprovechaste para ver los tuyos.
—No
del todo, los guardé en un USB—dijo Kasai.
—Buscabas
tu pasado—dijo Ram.
Kasai
sonrió y empezó a hurgar en su bota. Cada vez miraba más profundo y
más desesperado.
—No
está—afirmó.
—¿Te
has sacrificado para nada?—le preguntó Ora.
—Lo
tenía.
—Debe
de haberse caído en el mar, o por el traslado—dijo Konran.
—Será
mejor que volvamos—dijo Heishi,—lo resolveremos más tarde.
En
ese momento empezaron a irse hacia el pueblo, llegaron a ala casa
abandonada, donde el doctor les esperaba.
—Bien,
habéis venido, iba a mandar a alguien a mandar a alguien por
vosotros—les dijo.
—¿Y
bien?,¿qué es esta vez?—preguntó Heishi.
—Primero
agradeceros lo que hacéis, no teneis porqué. Lo segundo, es una
tarea difícil, la tenía prevista desde que empecé con Fupo y hemos
de aprovechar estas fechas.
—¿Qué
hay que hacer?—preguntó Ram.
—Es
muy peligroso—advirtió el doctor,—se ha convocado un aquelarre
para mañana por la noche, y necesito ADN de bruja, preferiblemente
cabello, lágrimas y/o sangre. Pero hay un defecto.
—No
importa el defecto—dijo Kasai,—podré volver a matar.
—El
defecto, es que podréis ir todos...excepto tú, Kasai.
—¿Qué?
—Sé
que adoras moverte, la sangre y la aventura, y este será tu castigo.
—Y
si Kasai no viene—empezó Ram,—no veo muchas ventajas sobre las
brujas, no serán fáciles.
En
ese momento, hoja de una espada muy fina y anaranjada se posó sobre
su hombre.
—Eres
muy atento, muchacho—dijo una voz,—pero nunca pierdas la fe.
Se
giró y vio a un hombre, vestido con pantalones, tirantes y
sandalias de un cuero ignífugo, nada le cubría el pecho. Tenia el
pelo negro salvo tres mechas, dos eran rojas y una era amarilla.
—Nos
era tu amigo, pero seguro que tengo habilidades similares—continuó.
—Aparta
tus manos de...—empezó Ora dirigiéndose hacia el hombre, pero de
repente sintió unas descargas eléctricas.
Una
figura le había lanzado unos cables de Táser, era un encapuchado
con una calavera en la cabeza.
—Chicos—dijo
el doctor,—os presento a Sufvil—el hombre del cuero hizo unos
movimientos con su espada, tenía forma de una flecha y parecía
estar hecha de fuego,—y Ghost—el encapuchado puso dos dedos en la
frente de su calavera.—He pensado que podrían ayudar.
—De
modo que tú eres Kasai—dijo Sufvil mientras el miraba,—la Saeta
Ardiente. Mira mi espada, esto si que es una saeta ardiente, ¿dónde
está la tuya?
En
esemomento Kasai le golpeó, Sufvil se fue dirigido a la pared.
Ghost fue a sacarlo mientras Kasai decía:
—Ahí
la tienes.
—¿Dónde
es el aquelarre?—preguntó Ram.
—En
una de las montañas de Ourém—dijo Ghost,—en Portugal. Pero
tranquilos, sabemos mucho sobre brujas.
—¿Cómo
que sabéis?—preguntó Konran.
—¿Conocéis
a Aleix?—preguntó Sufvil, todos menos las chicas asintieron y
prosiguió,—pues su prometida, que es paisana mía...
—Y
mía—dijo Ghost, luego miró a Sufvil añadiendo,—no es solo
estadounidense, también es italiana.
—Si,
ya, lo que digas—le dijo Sufvil, luego prosiguió,—pues resulta
que ella es una bruja.
—Hemos
pensado que Ram podría llevarnos ya que sabe pilotar aviones y va
siendo hora de que se ponga a prueba—continuó Ghost,—tenemos
algo ideal.
Salieron
a fuera, unos kilometros abajo había un aeroplano de diseño
modernista, colo negro.
—Está
construido por Made y Platon, dos amigos de...no importa—dijo
Sufvil.
—¿De
quién?—preguntó Ram.
—Musha—dijo
Ghost.
—¿Musha?—preguntó
Kasai.
—¿Le
conoces?—preguntó Ora.
—Me
enfrenté a él más o menos después de salir.
—¿Te
enfrentaste a él?—le preguntó Átomo.?
—Sí,
¿por qué?—le
preguntó Kasai.
—Que
tuviste mucha suerte, Musha es un ser de otra dimensión en la cual
mató a media población a nivel mundial, que en su dimensión serían
siete mil millones de personas.
—¿Qué
tal si os vais anes de que doctor papi me riña más?—les
dijo Kasai a los demás.
En
ese mometno, obedecieron. Se subieron al avión y despegaron camino a
Portugal.
Continuará.